Globalización: Cultura y Comunicación

Viernes, 17/12/2021 02:48 PM

Le estamos siguiendo los pasos a un trabajo de Ezequiel Ander-Egg, intitulado: Reflexiones en torno al proceso de Mundialización/Globalización, (Lumen Humanitas,1998). En lo que se podría llamar tres capítulos, aborda: El Proceso de Globalización en lo Político, en lo Económico y en lo Cultural. Ezequiel Ander– Egg, ha sido docente en no menos de 186 universidades. También ejerció el cargo de director académico de 88 cursos internacionales y más de 150 libros publicados, son de su autoría, con más de un millón 400.000 ejemplares vendidos. Vino al mundo el 6 de abril de 1930, en Bernardo Larroudé, provincia de La Pampa. Es sociólogo, pedagogo y extraordinario ensayista. Su patria: Argentina.

En 1975 sobrevivió a un fusilamiento por parte de la banda terrorista Triple A en Mendoza (según los dichos del propio Ander-Egg este acto fue organizado por el comandante del Tercer Cuerpo del Ejército, con sede en Córdoba, general Luciano Benjamín Menéndez). A raíz de esto se vio obligado a vivir varios años exiliado. Realizó estudios en Argentina, Francia, España y Bélgica. También se ha desempeñado como Consultor de la Organización de Estados Americanos (OEA). Transita los 91 años.

De una u otra manera, resulta indudable iniciar el tema por la economía, la cual se refiere a la producción de bienes y servicios, que ahora y actualmente opera a escala mundial. El sustento de este fenómeno se desarrolló a partir del avance y la escalada tecnológica, en general, y del espectacular progreso de las tecnologías de la comunicación e información, así como la circulación del capital libremente en todos los países y rincones del planeta, sin ningún tipo de control, ni político, ni monetario. El sello de los productos, no obstante, tengan la marca del país de procedencia, ha alcanzado el made in the world. El proceso es resueltamente universal, mundial. La globalización se observa en todos los rincones de la tierra.

Ese transcurso económico planetario ha condicionado y determinado la concentración de las grandes empresas, tanto en lo financiero como en lo gerencial. De igual manera, y concomitante a lo anterior, se ha establecido una descentralización de la producción nacional. Las grandes empresas, corporaciones y compañías son apátridas. Actúan donde alcanzan mayor y más rentabilidad. Están en los lugares donde logran pagar desde salarios más bajos hasta míseros sueldos. La absoluta insensibilidad a los derechos humanos, en general, y a los derechos sociales, en particular, resulta supina. El capital siempre fue apátrida; ahora ni siquiera reconoce fronteras. Se traslada de un país a otro sin limitaciones geográficas, sin limitaciones políticas y sin limitaciones éticas, (Ander-Egg,1998).

El autor plantea que el proceso de globalización viene a ser un aspecto particular del proceso de mundialización/planetarización. Este último se inició a finales del siglo XV y ha configurado la Era Planetaria y concuerda con la invasión/conquista de América; con el descubrimiento de la Tierra como planeta; con la revolución copernicana y la transformación de la concepción del cosmos. De igual manera, concierta con la occidentalización del mundo y el desarrollo del imperialismo europeo. Este podría ser el contexto histórico-social de la planetarización.

El proceso de globalización tiene, por lo menos, tres características fundamentales: primera, Es un aspecto particular del proceso de mundialización/planetarización iniciado hace 500 años, (Ander-Egg,1998). Segunda, la globalización propiamente dicha es un fenómeno histórico reciente, impulsado por las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, (Ander-Egg,1998). Y la tercera característica viene a ser: la multipolarización del sistema productivo y el aumento de los intercambios a escala mundial, (Ander-Egg,1998). Se impone el modo de producción capitalista. El mundo descubre al capitalismo en toda su dimensión.

La globalización cultural se denomina transnacionalización de la cultura y se ha producido por sendas vías distintas: a través de los medios de comunicación de masas y por medio del comercio internacional. Los medios constituyen, indudablemente, los propulsores principales de la globalización de la cultura. Los nuevos medios de comunicación están llamados a elaborar una novedosa conciencia planetaria que supera las culturas firmemente enraizadas, religiones tradicionales sólidamente establecidas e identidades nacionales bien distintas, (Brzazinski, s/f). Se inicia la conciencia planetaria del mercado.

¿A través de qué elementos se condiciona la transnacionalización de la cultura producida por los medios masivos de comunicación? Por medio de la TV, llamada teleparticipación planetaria, la cual permite participar en hechos globales y organiza la percepción de la realidad. Otro elemento, la publicidad/propaganda. Desde ambas se vende un estilo de vida y valores culturales. El siguiente elemento viene a ser la autopista electrónica de información. En este caso, juega un papel fundamental el Internet. La cultura y la comunicación de esta sociedad capitalista contemporánea están configuradas sobre las redes de información. Quizás este dato sea ilustrativo: En 1998 existían 128 millones de internautas en el planeta; a comienzos del siglo XXI alcanzaría la nada desestimable suma de 500 millones usuarios/internautas. Un aumento de 372 millones en apenas un año.

Hoy es posible conectarse con todo el mundo: sólo se necesita un ordenador/computadora, un modem y un número telefónico; existe sobreinformación hasta el punto de que resulta muy difícil ordenarla, sistematizarla y a provecharla adecuadamente, (Ander-Egg,1998).

Otro de los elementos a considerar es el Cine, a través del cual se realiza la divulgación de la cultura hollywoodense a escala mundial. El estilo de vida norteamericano se impone sutilmente y se comienza a tener como paradigma el modo de vida estadounidense. Se sucede un sutil proceso de aculturación. Se impone una cultura dominante sobre otra dominada. Desde las pantallas se instrumenta una invasión de valores, estilos de vida y modos de ser, cuya referencia es la sociedad norteamericana. El espejismo de las imágenes se impone cautelosamente. Formas de seducción desde el ideológico discurso de la libertad.

Finalmente, tenemos el comercio internacional. La venta constante de ciertos productos y bienes también tienen sus formas de trasvases culturales. La publicidad ampliamente utilizada por la producción, distribución y venta de productos inmediatamente se transforma en penetración cultural. La propaganda vende además de productos y bienes, también valores. Y esos valores implican un entramado cultural que contribuye a imponer una cosmovisión de subsistencia y una manera de asistir a la vida. Ahora, vale la interrogante, que el mismo autor, Ezequiel Ander-Egg, se plantea: ¿En qué se refleja el proceso de globalización en lo cultural? Por lo menos, en cuatro manifestaciones primordiales: se acentúa el mestizaje cultural, se produce un proceso de difusión cultural y divulgación científica. Se tiende a la formación de un folclor planetario y, todo culmina, en un proceso de norteamericanización de la cultura, imponiendo su estilo de vida. La aldea global made in USA ha configurado a escala mundial un modelo global de modernización y un esquema de valores y de comportamientos que en lo cultural se expresa en la cultura light… (Brzezinski, s/f/). Se mundializa la cultura de la frivolidad y la evasión a través de la TV de pacotilla, telebasura, reality shows, concursos, etc. Un verdadero y constante shock de estupidización, así con la revista del corazón entretienen con chismes y alcahuetería de alcoba, de amores y desamores. Las formas cómo viven los ricos se impone. Actores, actrices, playboys, nobles deportistas, todos viven en un sarao permanente. Ejemplos a seguir e imitar.

La cultura light se organiza como cultura de masas; como cultura del espectáculo. Ello permite consolar y compensar al ciudadano, a la ciudadana de lo anodino de la vida común y cotidiana; impulsa el consumo masivo y compulsivo de mercancías, necesarias o innecesarias, que culmina por instaurar en el ser humano comportamientos, actitudes y conductas vitales de frivolidad, conformismo y evasión. En una palabra, se produce la banalización de la cultura y se crea la cultura de la frivolidad. La norteamericanización del estilo de vida viene a ser la seducción hollywoodense conformada en la obra de arte, a través de la tecnología comunicacional. Todo ello condiciona los escenarios para una mayor y más efectiva dominación/domesticación ideológica cultural. Hasta el tiempo libre se transforma en mercancía. Aquel axioma que se aprendió en otrora tiempo resulta concluyente: todo lo que toca el capitalismo se convierte en mercancía. El mercado ocupa el contexto existencial del ser humano.

La globalización produce, entre otras cosas, un proceso de homogeneización en los modos de vida a escala universal, conforme con los cánones que se derivan del american way of life. De ahí que algunos hayan llamado a la globalización en lo cultural como un proceso de McDonalisation, (Macdonalización), del nuevo orden mundial. La hegemonía estadounidense (reafirmada por su recuperación económica) lleva a transformar el proceso de globalización en un proceso de norteamericanización en cuanto al modo de vida, (Ander-Egg,1998). El capitalismo es un modo de producción y un modo de vida. Y he aquí lo tremendamente cultural del asunto. El modo de ser en la vida cotidiana que se deriva de todos los valores que subyacen en la globalización neo-liberal, en resumidas cuentas, es el modo burgués de ser en el mundo, el cual está guiado por su particular Santísima Trinidad: la Plusvalía, el Consumo y el Status. Existe una universalización del modelo burgués. Es tal la dimensión que en el año 1995 una encuesta realizada en China dio como resultado que de cada 100 de los chinos consultados, 68 tenían y expresaban el decidido afán de trabajar duro y hacerse millonarios. Si esto sucede en China, uno de los últimos países comunistas del mundo, entonces tal experiencia habla por sí sola. Sálvese quien pueda.

La globalización cultural ha implicado la universalización del modo burgués de ser en el mundo. Dinero, Consumo y Estatus, no sólo constituyen el objetivo final, sino la medida de todas las cosas. En esas tres condiciones, el status, que no es otra cosa que la figuración social, viene medido por el baremo de dinero. Es el proyecto existencial que propone este modelo de vida a los seres humanos, como si esto fuera la justificación y fin último de la existencia, señala el profesor, Ezequiel Ander-Egg. De allí, cuando los seres humanos no alcanzan tales metas pueden derivar en neurosis, depresión, angustias. A nivel particular e individual, se configura la personalidad del homo consumens, término acuñado por vez primera por Eric Fromm en 1965 para referirse al hombre cuyo objetivo principal no es poseer cosas sino consumir cada vez más para compensar así su vacío interior. Las consecuencias sobre la personalidad y la forma de conducirse en la vida pueden ser devastadoras. Lo peor sería convertirse en un ser sumiso, resignado e infructuoso.

El modo burgués de ser en el mundo viene a formar un modelo insolidario, absolutizando lo individual. Reiteramos, este modelo, inevitablemente conduce al darwinismo social del sálvese quien pueda. Al absolutizar lo individual, lo particular, resulta irrelevante todo lo restante. Cada quien busca su propia conveniencia y adecuado beneficio. Afirma el autor de las reflexiones sobre el proceso de mundialización: Se crea un clima social en el que todos están tentados y entrampados por un cierto espíritu individualista. Se impone la cultura del ego. Finalmente, Ander-Egg, arriba a un tema no menos importante: el derrumbe de las utopías. Utopía, dice, concepto asociado a la idea de un mundo mejor, de una sociedad mejor que es deseable alcanzar y que debemos cambiar…Expresa una idea de cambio hacia algo nuevo y mejor. El sueño de la razón por "inventar o crear" un futuro diferente… Concebimos las utopías como ideales de anticipación de lo que no es pero que podría ser. Cita a Marcuse cuando escribió que la utopía ya no es utópica, en su libro: El final de la Utopía. Pero resulta brillante su postura ante el tópico citando a Oscar Wilde: El mapa que no contenga el país de la utopía no merece una mirada. Dejo hasta aquí estas precitadas, casi vesánicas y atropellas opiniones deseándoles Felices Pascuas.

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