Lo que sucede en la vida no siempre es lo que está en los planes

A propósito de su natalicio y de la casa de crianza de Chávez

Martes, 02/08/2022 07:04 AM

Los pueblos del mundo mantienen intacto el recuerdo del Comandante Hugo Chávez Frías, quien nació en Sabaneta, Barinas, un 28 de julio de 1954, un pueblo en la llanura inmensa de Venezuela. En aquella madrugada del mes de julio, un día lluvioso, pero con mucho calor de amor y emociones, fue recibido con júbilo en el humilde hogar de los Chávez-Frías. Era el segundo de los hijos de Elena Frías y Hugo de los Reyes Chávez, ambos maestros de escuela.

Cuentan que surgió de los humildes de esta tierra llena de alegría, con arpa, cuatro y maracas, raíz de la esencia de nuestra cultura musical, acompañando al baile tradicional de Venezuela, el joropo que se baila con mayor pureza y sentimiento, y así lo hacía también Chávez, dada su innegable condición llanera, en su estado natal, Barinas, como lo hacen en Apure y Portuguesa o en Cojedes, Guárico y los llanos de Aragua.

Haciendo memoria, en Sabaneta, en ese entonces, había como mil y tantas personas. Todos se conocían, todos formaban una sola familia. Chávez creció rodeado de amigos muy queridos y de su familia: muy especialmente de su abuela Rosa Inés (abuela paterna). A corta edad, sus padres le confiaron su crianza. "Mamá Rosa", así le llamaba él. Su abuela fue siempre un referente, ya que con su ejemplo, afecto y cuidados, hizo de él un niño de bien (en el sentido de los valores nobles). Aún antes de comenzar la escuela primaria su abuela le enseñó a leer y a escribir. En 1960 comenzó sus estudios en la única escuela primaria de Sabaneta.

Y durante el transcurso de su vida siempre la tuvo presente (esa abuela) y Chávez nos daba a conocer pasajes de su vida junto a ella. Como que... le solía contar las historias y leyendas del pueblo, y le hablaba sobre la historia de los grades próceres, de ahí su interés por los antecedentes de la Patria. Pero esa curiosidad por la historia que le venía desde pequeño, se nutrió de muchos elementos de su entorno, como cuando se sentaba en la primera fila en la escuela del pueblo, presidida por dos retratos: el del general Zamora, alias "cara e' cuchillo", y el del Libertador Simón Bolívar.

Dicen los que le conocían, que el joven Hugo, era una de esas personas que se llevaban prestados libros de las casas de sus amigos y los devoraba con avidez.

Los niños de la familia ayudaban a la economía del hogar vendiendo por ahí, luego de las clases, unos dulces de lechosa (papaya) y otros de coco que su abuela cocinaba y que se llamaban "arañitas"; los muchachos las ofrecían en el cine, en el bowling o en la plaza, y Hugo realizaba esta tarea entusiasmado, siempre con una sonrisa y una palabra de agradecimiento a quienes se las compraban.

Desde su tierna edad florecieron en él los sueños infantiles, como el de ser pintor, que era quizás su máxima ilusión primera, lo mismo que el afán de ser jugador de béisbol y entrar en las grandes ligas. Dada su inclinación por las artes y por el deporte, se le veía a menudo jugando béisbol o tocando el cuatro, que se le daba muy bien, además de declamar con su muy sonora voz. Al haber mostrado su aptitud para el dibujo y la pintura, su tío Marcos promovió el interés del muchacho, inscribiéndolo en una academia a la que concurrió durante un año para capacitarse y cultivar sus dones. Sin embargo, su mayor atención la captaba el béisbol, que jugaba en el colegio y en el barrio, y que manifestaba con su admiración por el reconocido jugador llamado Isaías "látigo" Chávez, con el que compartía su afición y el apellido.

Ya en la ciudad de Barinas, en la capital del Estado, a donde se trasladó a estudiar bachillerato, en la casa de Ruiz-Guevara encontró un centro de reunión donde se discutía sobre historia y política, también había una enorme biblioteca donde Chávez leyó nuevos libros sobre esos temas. A los 14 años tuvo su primer "desespero de conocimiento", como él lo llamaba, para hacer referencia al impulso de leer todo aquello que cayera en sus manos, y fue en esa biblioteca de Ruíz-Guevara donde tuvo sus primeras lecturas de los clásicos del marxismo, del propio Marx, de Lenin o de Mao, junto con los discursos y proclamas de los próceres venezolanos, principalmente de Bolívar, de quién comenzó a memorizar citas de sus pensamientos y frases más célebres.

A través de sus lecturas se fue familiarizando con la historia del país, Venezuela, con los pasajes de la lucha por la independencia, y también resaltó su admiración por la faceta del líder campesino y militar del siglo XIX, conocido como el "General del Pueblo Soberano", Ezequiel Zamora, líder popular especialmente destacado en la Guerra Federal o Guerra Larga (1859-1863), cuyo lema fue: "Tierras y Hombres Libres, Horror a la Oligarquía". Zamora, con Bolívar y el maestro Rodríguez, vendría a ser uno de los pilares de su pensamiento político bolivariano y de lo que habría de denominar como "las tres raíces".

Pero una de las cuestiones que más le interesó a Chávez fue conocer una versión distinta y alternativa acerca del caudillo Maisanta, del que era bisnieto, y al que la historia oficial retrataba malintencionadamente como un "bandido", personaje en el que redescubrió a otro líder popular inspirador, ligado con su propia sangre y estirpe.

La vida siempre nos da sorpresas, ella es impredecible, eso lo sabemos por experiencia, porque Chávez, aunque muy bueno en estas lides, no terminó siendo pintor ni beisbolista, pues otro sería el destino que tendría el biznieto de Pedro Pérez Delgado "¡Maisanta!". Es cierto que el azar nos lleva por distintos caminos. Porque, como decía Jhon Lennon, "la vida es lo que sucede mientras uno hace otros planes". O éstos se combinan y se transforman con las circunstancias, así como hay inclinaciones que anidan muy profundamente, casi al margen de la conciencia hasta que irrumpen. Y lo suyo fue ser primero militar, y después... ¡presidente de los venezolanos y venezolanas!, así como de todas y todos los que vivimos en esta patria a la que tanto amó y a la que quiso rescatar de tantos maltratos.

Siendo presidente, siempre que podía, Chávez visitaba Sabaneta y su casa natal, donde disfrutaba de la sensación de estar rodeado de los objetos tan ligados a su infancia, como la mecedora de su abuela que muchos recuerdos hermosos le traía. El mismo Hugo recordaba y compartía, en esos largos y muy íntimos cuentos que le gustaba echar, que cuando llovía en casa de la abuela, entraba mucha agua, y sin embargo aclaraba: "Fuimos unos niños muy pobres, pero muy felices. Daría cualquier cosa por regresar a esa infancia, aunque fuera por un minuto…". Y es que la pobreza material se sobrelleva, siempre que hay riqueza de afecto, que queda muy adentro sembrado y da para repartir a manos llenas, aliviando la pobreza concreta de cualquiera.

En una de esas visitas que hacía Chávez, un día también 28, pero no el de su cumpleaños, sino de octubre del año 2000, su llegada al pueblo de Sabaneta de Barinas, fue recibida muy jubilosamente cuando estaba reciente el inicio de su ejercicio de gobierno, al relegitimarse como presidente tras la aprobación de la Constitución de 1999. Y hasta allá, hasta Sabaneta, llevó, nada más y nada menos que a Fidel, a Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana. Aclamados por la gente, los dos comandantes, Chávez y Fidel, recorrieron sus calles, que se día se llenó de pueblo humilde, de rostros que reflejaban alegría y admiración. Llevó a Fidel para que conociese esa tierra llanera recia de la que provenía quien estaba por iniciar la presidencia de la nación venezolana y dar los primeros pasos de la Revolución Bolivariana. Para el pueblo llanero, eso fue, por supuesto, un gran revuelo; que Chávez les llevara al legendario Fidel hasta Sabaneta, hubiera sido impensable de no haber sucedido. Lo primero que hicieron fue visitar la casa donde nació y creció Chávez, hoy convertida en un museo. No tenía que ser declarada como tal formalmente para que mucha gente quisiese visitarla y conectar con el ambiente en el que se forjó el personaje, por ser un lugar que recoge parte de su vida, su historia, sus sueños, sus ideales, compartidos en gran medida con Fidel.  Aquel hombre de estatura tan alta tenía que bajar la cabeza para pasar por las puertas del pequeño hogar pueblerino. Chávez recuerda estar encantado con la escena contemplada: ¡un gigante en la casita de su abuela Rosa Inés! "Esto parece una novela de García Márquez", le comenta a su hermano Adán y sigue mirando a Fidel, como si fuera un sueño. El líder de la Revolución Cubana, Fidel Casto dejó profundas huellas en Venezuela. Su relación con el Comandante Hugo Chávez estuvo impregnada de una amistad inquebrantable.

Cualquier residente de Sabaneta conoce la ubicación de la casa donde nació Chávez, en la que pasó su infancia y los colegios en los cuales estudió. Una de estas viviendas, custodiada por dos efectivos de la Fuerza Armada, ha sido declarada museo, donde la historia contemporánea de Venezuela se mezcla con relatos de la vida personal y profesional del fallecido mandatario. La imagen de Chávez y su legado se mantienen vigentes entre las calles de éste, su pueblo natal, y de Venezuela entera... a pesar de todas las circunstancias.

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