Gobernadora Lizeta Hernández, a usted, un ruego.
Estoy casi por afirmar, que somos muy pocos los que conocimos a Daisidau Tahera, "Otro Árbol Frondoso", o se sepa algo de él, salvo su esposa la madrileña Desideria Garrido Vayo, si aún vive, la Ministra para el Poder Popular para los Pueblos Indígenas, Clara Vidal; que recuerde también, Aloha Núñez, quien la antecedió en el cargo; la actual Gobernadora de Delta Amacuro, Lizeta Hernández, algunos miembros de su etnia warao y su entorno familiar que lo tuvo cerca, sólo en los primerísimos días de su vida.
Cuando en Yawaraparo, caño Arawao, cuyas aguas serpentean hasta llegar al Delta del Orinoco para desparramarse y convertirse en mar, el recién nacido Daisidau se amamantaba de su madre, muerta por una flecha perdida, y es rescatado y salvado de morir, por una monja que se lo lleva a Araguaimujo, sede de la Misión católica capuchina en punta de Paria.
Comenzará para él, una lucha íntima, silenciosa, entre la tristeza, las primeras letras por aprender y no dentro de su alfabeto originario, el hanoko (hogar) en ausencia y, en silencio e íntimo, el sufrimiento de llevar a cuestas una identidad confusa y no deseada a lo largo de toda su vida.
Hasta los 7 años estuvo con las monjas con las que hizo la primaria. En Araguaimujo, los padres capuchinos lo instruyeron hasta completar la secundaria
En 1943 trabajaba yo en el diario católico La Religión (Ccs.) y entre mis diversas obligaciones, estaba la de Corrector de Pruebas*. Una mañana veo que, frente a mi, al otro extremo de la mesa, se sienta un joven. Estoy organizándome para dar comienzo a la primera revisión de los trabajos que se publicarán en la edición del siguiente día, y el visitante sin pronunciar palabra alguna. Le pregunto en qué lo podía ayudar y me responde que está llegando de Araguaimujo, (Delta del Orinoco) y está allí porque desde ese momento será mi ayudante en la corrección de pruebas.
*La corrección de pruebas consiste en que dos personas leen, antes de ser publicados, los originales de los trabajos que deberán salir en el diario al siguiente día y que deben aparecer con el menor número posible de errores ortográficos, omisiones de palabras, frases o textos. Uno lee en alta voz los originales y la otra persona, lápiz en mano, corrige las copias tipográficas que vienen impresas en papel de imprenta conocidas como "pruebas". Concluida esta operación, bajan de inmediato al taller para su corrección final e incorporación en el lugar previsto para su publicación.
De poco hablar, pasados unos meses, se despide y me dice que ya no volverá. Me da las gracias por la ayuda que le presté, y nunca más nos vimos. Él, como yo, teníamos la misma edad: 16 años. Nacimos en 1927.
Pasaron 55 años. El 25 de Abril de 1998, me sorprendo al ver, en página completa de El Nacional, una entrevista que le hace la periodista Ana María Hernández, a quien, tres días después, será recibido como Miembro de Número de la Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Real Española. Se trataba de mi ayudante Daisidau Tahera, aquel bebé que nació una segunda vez al ser rescatado del regazo de su madre muerta, pero con el nombre impuesto que rechazará toda su vida de Pedro Juan Krisólogo Bastardo. Ocupara el Sillón "D" de la institución y, la letra, no por Daisidau, sino el puesto que ocupa la silla a lo largo de la mesa.
Allí estuve, para mí, ese memorable 25 de Abril.
Sube al estrado de oradores del Paraninfo del Palacio de las Academia. Al pie de la estructura tapizada en oro artesano, dos académicos le hacen guardia de honor.
En su discurso, revisa el mundo sideral indígena en el que leen las estrellas, las nubes con las que crean cartas mentales que trasmiten de generación en generación "que son rituales de las fiestas solsticiales equinocciales, los reencuentros, convivios comunitarios durante ciertas lunaciones, lamentos y lloros en ciertos días al anochecer, la media noche y la aurora". También nos habló del mito y del nombre de algunas estrellas y luceros que rigen las labores del hombre que pesca, caza, teje su chinchorro, labra su canoa, fabrica sus cestas, cultiva su conuco, prepara su licor y sus medicinas. Su mundo de los que hay diferentes dialectos en una misma comunidad lingüística. Nos habló de los calendarios indígenas, de la literatura oral de los Yekuana, de la efusión que experimentan los Hapotein (Yaruros), Apure, ante el encuentro de amigos: ma gei di coá dare meá: Mi corazón es dulce al verte".
No informó de su obra ni de su magnitud que lo llevaron a la elevada posición a la que había llegado.
Daisidau (alias Krisólogo Bastardo), en 1955 se graduó de Licenciado en Historia de América en la Universidad Complutense de Madrid donde presumiblemente estudió también Miguel de Cervantes y Saavedra en los 1500, para luego optar al doctorado entre 1956 y 1958, en la misma materia, en el Archivo de Indias en Sevilla. Más tarde, 1962, obtuvo una maestría de Post-Grado en Antropología Lingüística, Curso especializado de la Universidad Autónoma de México, habiendo realizado antes, Curso Especial de Periodismo y Educación Artística en España, Grado en Filosofía y Letras entre 1949 y 1958. En Caracas, cursillo que sobre Carrera Administrativa se dictaba entonces en el Instituto Nacional de Bibliotecas, instituto donde en los ‘80 creó, de hecho, la Sala Indigenista de esa institución, y ejercía el profesorado en el Centro de Lenguas Indígenas del Instituto de Investigaciones Históricas de la Ucab. Entre 1959-1962, regresa a México donde ya había recibido titulo de Post-Grado en Antropología Lingúistica, para optar al Master en la misma materia.
Nuevamente en Venezuela y ahora definitivamente, fue asombroso su trabajo de campo que lo llevó a crear Diccionarios de lenguas indígenas, entre ellas, Manual Glotológico del Idioma Warao en el que su bisabuela de 102 años, lo ayudó también con sus recuerdos y saberes. Manual Glotológico de Idioma Panarih, Estado Bolívar, versión de las regiones de El Tigre, El Mato y Perro de Agua. Manual Glotológico del Idioma Hapotein, (Yaruros) Estado Apure.
En esos tres diccionarios, cada palabra fue estudiada minuciosamente por Daisidau en sus categorías gramaticales, fonética, formación silábica y un etc., enorme, por tratarse de casi 4000 palabras las que componen estos diccionarios que para su logro metódico y científico no permite delegación alguna en la investigación. De ahí, la enormidad de su hazaña científica de búsqueda y recolección de términos de las hablas en cada región incursionada por lo que tuvo que convivir en las churuatas en cada una de las zonas estudiadas.
Gobernadora del Estado Delta Amacuro, Lic. Lizeta Hernández.
Grosso modo, lo narrado del científico humanista Daisidau Tahera, hijo de Ana Luisa Olivares y su padre Dau Tahera y su nombre indígena auténtico es Tahera Daisi (Árbol Frondoso) y no Pedro Juan Krisólogo Bastardo, durante toda su vida ha tenido que cargar y esconder un apellido que no admite y que no llegó a encontrar forma alguna de deslastrarse de la bastardía del Bastardo.
En 2007 entrevisté a su esposa Desideria Garrido Vayo en busca de un mayor conocimiento del único venezolano y, además indígena warao, que ocupó una silla en la Academia de la Lengua Venezolana, para incluirlo ese año en mi libro "Miguel de Cervantes y Andrés Bello, Colosos de la Lengua Castellana", que publiqué con motivo de los cuatrocientos sesenta años del nacimiento de Don Miguel de Cervantes y Saavedra, los cuatrocientos un años de la publicación de la primera parte de El Quijote y los ciento sesenta años de la aparición de la oportuna "Gramática de la Lengua Castellana destinada al uso de los Americanos" de Don Andrés Bello. (I.S.B.N. 978-980-12-2813-4) .
En esa obra dedicada a recordar a dos grandes de la lengua castellana me permití incluir, como figura prestante de las lenguas indígenas venezolana, al Antropólogo, Lingüista, al Historiador indigena nacional, al investigador, al periodista en informática, a Daisidau Taherta por el desconocimiento que se tuvo de él durante su existencia debido a ese birlibirloque de confusiones en su identidad.
Cuando el Presidente de la Academia de la Lengua lo presenta en el acto de su ascensión como miembro de número de la institución, se refiere a Krisólogo "que es así como lo llamamos amigablemente", En el documento que produce la Academia posteriormente para dejar constancia del evento institucional, en la portada se le presenta no como Pedro Juan Krisólogo Bastardo tal como aparece registrado oficialmente, sino Pedro Juan Krisólogo Bastard. Él mismo, en todas sus obras, en todas, y en su multitud de escritos público escritos, se firmaba Krisólogo B.
Cuando hablé con su esposa Desideria en su apartamentico en una calle de Chacao y me dió copias fotográficas de Daisidau de unos cuatro años de la mano con la monja que lo rescató y de otras que las publiqué también en el libro, le pregunté la razón del por que se apellidaba Bastardo. Me dijo que hubo un Bastardo académico y por eso lleva ese apellido. Yo lo conocí. Se trata del Dr. (creo que José Luis) Salcedo Bastardo. También valdría la pena preguntarse. Echas a un lado su identidad y es Bastardo y no Salcedo tu primer apellido el que le colocas precisamente a un indígena?
Creo, gobernadora Lizeta, que es hora y tiempo propicio, cuando la revolución bolivariana revoluciona y rescata de su olvido a figuras que dejaron historia, que se rescate igualmente a Daisidau Tahera (Árbol Frondoso) y sus restos sean sembrados en Araguaimujo para que los pueblos guaraunos se sientan felices de tener su héroe y no precisamente productores de muerte sino de sabiduría.
Además, estimada Gobernadora, el famoso escultor Colina le hizo un busto que hace fila en el Paseo La Hoyada en Caracas y el escritor Roberto Hernández Montoya dijo que sólo están allí para que sepamos que no debemos tropezar con ellas.
Esa estatua, Gobernadora, pudiera sembrarse también en el sitio donde cayó su madre y, él, para bien de los pueblo indígenas venezolanos, nació por una segunda vez para el hacer por su gente y por la paz y no por la guerra.