Sobre El imaginario petrolero de Cósimo Mandrillo

Miércoles, 14/08/2024 12:56 PM

Lo primero que hay que decir del poeta Cósimo Mandrillo es que su talento para la creación no juega carrito. Acucioso investigador y ensayista, lo percibimos hurgando siempre acerca de autores olvidados o poco estudiados, sobre movimientos y medios de expresiones literarias marginales; sobre nuevas publicaciones y tendencias o coincidencias temáticas en determinadas líneas de búsquedas de nuestros autores de poesía y narrativa de Venezuela, y más allá.

En ese, su trabajo persistente y serio, establece contactos, solicita y entrega materiales, lee y relee cuanto puede, para ir armando un corpus de notas, de piezas menores; que luego prefiguran una arquitectura muy ordenada, insisto, muy seria y reveladora, como corresponde a un intelectual, no sólo bien formado e informado, sino creador infatigable, inquieto y destacado.

Como profesor de la Universidad del Zulia, y como maracucho asimilado, pues nació en Taranto, Italia, en 1951, ha cumplido una valiosa labor académica, antes y después de su jubilación, no sin antes obtener maestría y doctorado en literatura en la Universidad del Zulia y la Universidad de Iowa de los Estados Unidos.

Bien con su obra poética, integrada por los siguientes títulos: Migra (1985), Poemas en lengua brava (1991), Parte de guerra (1988), Todo indicio de ti, Poemas de Sa´awa (2011), De la muerte y otros retazos; o con su valiosa obra dedicada a la literatura infantil, con los siguientes títulos: El árbol de jugar, El mundo es una piedra, El woma azul del tío Pici, Un campesino hermoso y con bigotes, y Conspiración en el mercado; en ensayo Vívora y barro: acercamientos a la obra de Gustavo Díaz Solís (2004), Literatura zuliana siglo XIX (1987), Antología poética de María Calcaño (1983, ), La ciudad de Udón (1988) y A boca de agua: ensayos sobre literatura zuliana (2008).

Su novela Conspiración en el mercado, publicada por Monte Ávila Editores Latinoamericana, apareció en 2021, recrea todo un mundo infantil, juvenil y ancestral de la cultura wayúu, en la imaginación de un joven viajero llamado Taluba, quien se aventura a salir de la Guajira para hundirse en el submundo del mercado de Las Pulgas de Maracaibo.

En noviembre de 2023, Cósimo Mandrillo ganó la VIII Bienal Nacional de Literatura Gustavo Pereira, con su libro de poesía Con voz de animal pequeño. También fue jurado del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, en 2005. Actualmente publica una columna semanal de notas literarias y culturales, que juegan a la gracia y al humor, en el diario Ciudad Caracas, titulada Palabrota o Palabrarota.

El imaginario petrolero, su más reciente título, editado por Monte Ávila Editores Latinoamericana, en 2023, es ante todo una obra de lo plural, de las visiones abiertas, de cierto imaginario temático expuesto con soltura, al aire libre, como se tienden los trapos al sol, en buen sentido de esa expresión; para dar cuenta detallada de asuntos de la casa, de la zulianidad, del acerbo local, las dimensiones de lo cercano.

Se inscribe este libro en esa narrativa que enfoca la perspectiva del tema petrolero en la literatura venezolana, desde la primera década del año 1900 hasta nuestros días, para buscar sentidos y puntos de coincidencia entre las distintas visiones poéticas y narrativas frente al petróleo y todo cuanto este mineral envuelve en su proceso de extracción, procesamiento y mercadeo, respecto a comunidades rurales y urbanas, de menudo alteradas en su relación tradicional del hombre con el trabajo, y por ende, con lo social, lo cultural y lo político. Al decirlo así, a grosso modo, se nos vienen a la mente, rápidamente tres obras referenciales: la novela Meme de Ramón Díaz Sánchez (1903-1968), publicada en 1936; la novela Oficina No. 1 de Miguel Otero Silva (Barcelona 1908-Caracas 1985), publicada en 1961; y la antología o compilación titulada Piedra de aceite, de Ramón Ordaz (1948), sobre la recepción del tema petrolero en la poesía venezolana, publicada en 2013.

En el primer capítulo de su obra, titulado "Petróleo y literatura en Venezuela", Cósimo Mandrillo aborda la repuesta que asumen algunos de nuestros creadores frente a la irrupción del mineral extraído del subsuelo para condicionar nuevas formas de vida, de ser y hacer el país moderno venezolano; hasta entonces caracterizado por medios de producción agropecuarios, más no industriales, no de la cabria, del hierro y el metal acerado: de la maquinaria, del aceite y el ruido infernal de los camiones, orugas y demás herramientas de trabajo.

No es de manera fortuita que el poeta Udón Pérez (1871-1926) le metiera el ojo avizor, cuestionador y de acendrada crítica al pozo Barroso 2 de 1922, entreviendo dos o tres años después de ese hecho histórico, las consecuencias que han derivado siempre de la explotación petrolera para las sociedades tradicionales del país, sus modos de vida y sustento; sus derechos humanos esenciales, sus costumbres y tradiciones, sus esperanzas y demandas más caras; y todo el legado de tristezas, derrotas y sinsabores que se traducen en apremios y avatares durante el desarrollo de la actividad comercial del famoso bitumen.

De ahí que la narrativa dedicada al petróleo caracterice personajes, masculinos y femeninos, situaciones de calle y de laboreo, acciones políticas anti imperialistas y de rechazo al visitante foráneo, particularmente al extranjero, quizás con un sentimiento de extrañeza, de dolor ante la injusticia, y de resistencia ante el ejercicio del poder por medios de mando; y por medios de imposición y dominio económico. Cuestiones estas que Cósimo Mandrillo entrevé igualmente en la novela Cubagua, de Enrique Bernardo Núñez (1895-1964), a propósito de la explotación perlífera en la ciudad primigenia de Nueva Cádiz, y sus mares en derredor, entre 1500 y 1530, aproximadamente.

Al establecer un corpus temático acerca de El imaginario petrolero en la poesía venezolana, Cósimo Mandrillo nos remite de inmediato a la obra de José Tadeo Arreaza Calatrava (1885-1970) El canto al ingeniero de minas (1924), cuya exaltada emoción por aquella irrupción "milagrosa", sólo era posible de entender en el sueño que abrigaba el autor, y la gente, respecto al desarrollo del país; la gran riqueza material que se avistaba en el horizonte, en términos de futurismo, avance, modernidad y progreso. Ideales que el tiempo y la realidad se encargaron de fustigar y enclavar en el alma nacional con amargo sabor de lo contrario: derrota de los sueños, atraso, pobreza y mayor dependencia económica.

Esa "idílica perspectiva", señala Cósimo Mandrillo, no va ser la constante en los demás autores respecto al tema del petróleo en Venezuela. Y con razón.

Otros autores asumen el petróleo como catástrofe, más que como ilusión. Ismael Urdaneta (1887-1928), por ejemplo, repatriado y enfermo en sus años finales, se reencuentra con un Lago de Maracaibo "que concentra casi la totalidad de la explotación petrolera venezolana en sus inicios", si consideramos que se refiere a los años 1926 a 1928, aproximadamente. Más adelante, al dar cuenta del petróleo como denuncia, Cósimo destaca Agua y cauce (Poemas revolucionarios), 1937, de Miguel Otero Silva. En los sucesivos pasajes de su libro, el autor nos muestra a Hesnor Rivera (1928-2000), y a José Gregorio Vílchez (1965), en cuanto al lenguaje y toma de conciencia del tema petrolero en el Zulia.

En esa misma perspectiva del petróleo y la poesía, la antología Piedra de Aceite de Ramón Ordaz, publicada por el Fondo Editorial del Caribe, con prólogo del poeta Fidel Flores (El Tigre, 1955), muestra textos, a parte de los mencionados autores, de Antonio Ciliberto Pérez, Andrés Eloy Blanco, Agustín Silva Díaz, Jacinto Fombona Pachano, Francisco Lárez Granado, Carlos Augusto León, Juan Liscano, Justo Simón Velásquez, Juan Darío Parra, Aquiles Nazoa, Francisco Gutiérrez, Benito Raúl Lozada, Luis Beltrán Mago, Asdrúbal Duarte, Pedro Gamboa, Guillermo Ferrer, Jesús Rosas Marcano, Helí Colombani, J. M. Villarroel París, Carlos Contramaestre, Antonio Pérez Carmona, Víctor Valera Mora, César Rodríguez Castañeda, Pablo Mora, Ramón Ordaz, Víctor Bravo, Adolfo Segundo Medina, Julio Jiménez, Josu Landa, Jesús Salvador Rodríguez, Simón Petit, William Guaregua y José Pérez.

El imaginario petrolero presenta cuatro partes o unidades de contenidos, de gran interés para la lectura y el análisis literario, para la valoración de obras y autores que son fundamentales en la historiografía cultural del país. La primera parte se titula "Petróleo y literatura en Venezuela", como dijimos al inicio; la segunda "Región y literatura", para dar cuenta del Rómulo Gallegos (1884-1969) de Sobre la misma tierra, de Tierra del sol amada (1917) de José Rafael Pocaterra (1889-1955) ("una novela poco menos que desconocida en el Zulia, incluso entre quienes se cuentan en el grupo de los cultores de la zulianidad o de los que desde una perspectiva más científica intentan explicar ese innegable sentimiento étnico existente en la región"); la novelística de César Chirinos (1935-2023), con quien "hemos estado en deuda, antes que nada, por no haberle dado hasta hoy el lugar que por derecho le corresponde en el decurso y valoración de nuestra novelística"; y los asomos de vanguardia en Mercedes Bermúdez de Belloso.

La tercera parte del libro se titula "La poesía viaja sola", en la cual nos acerca a tres poetisas que ocupan un espacio especial en nuestras letras, a saber: Miyó Vestrini (Nimes, Francia 1938-Caracas, 1991), María Calcaño (1906-1956) y Lydda Franco Farías (1943-2004), más unos apuntes muy personales sobre la percepción que hace Cósimo Mandrillo acerca del tema de lo político en la poesía de Gustavo Pereira.

La cuarta, y última, parte de El imaginario petrolero se intitula "Echar el cuento". Está compuesta por ensayos que el autor ha realizado sobre determinados autores y obras, en ese, su afán de lector acucioso, inteligente y agudo frente a los detalles y los signos relevantes de cuentos, novelas, poemas o ensayos. Aparece aquí un trabajo sobre Ciudad abandonada en el fondo de mi corazón, de Laura Antillano (Caracas, 1950), narradora con quine no sólo mantiene un vínculo afectuoso de hermandad, sino el intercambio de muchos puntos de vista sobre trabajos de investigación y creación, particularmente en lo que respecta al tema de la literatura infantil. Igualmente escribe aquí sobre Romance de la mía gente de la escritora falconiana Josefina Jordán (1937-2015); sobre "el juego de las oposiciones y la apología del deseo en el cuento "Ven Nazareno" perteneciente al libro clave de Gustavo Luis Carrera (Cumaná, 1933) Almenas de sal (1972); así como unas importantes notas que Cósimo Mandrilló nos leyó en Caracas en 2022 a propósito de una nueva obra, póstuma, curiosamente inédita y extraordinaria, de Antonio Márquez Salas (1919-2002), la novela Viaje a Thule (2022). Y cierra con una interesante reseña crítico-analítica del libro de relatos de Jorge Rodríguez Gómez, La piel del lagarto, que comprende una recopilación de sus cuentos desde los años ochenta hasta el presente.

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