Salud Mental Colectiva y Decolonial

Día de la Resistencia Indígena o Día de Abya Yala Soberana

Viernes, 18/10/2024 05:18 AM

El sábado próximo pasado, se conmemoraron los 532 años de lo que por largos años en la escuela nos enseñaron como el descubrimiento de América por Cristóbal Colón y Día de la Raza, desde entonces comenzaron las mentiras, saqueos y atrocidades en Abya Yala (tierra madura, tierra plena), eran como los aborígenes de entonces denominaban estas tierras, que a decir, de Enrique Dussel (1994) no fueron descubiertas, sino “encubiertas”, tituló su obra escrita para conmemorar los 500 años de ese acontecimiento: 1492 El Encubrimiento del Otro”. Hacia el origen del mito de la Modernidad; desde entonces los nacidos en estas tierras, tenemos la impronta histórica imborrable de ser “pueblos conquistados, colonizados y aún hoy colonializados”. 

Se nos impuso una cultura, una lengua y una religión, mediante genocidios, etnocidios (desaparición de pueblos enteros de aborígenes), epistemicidios (desaparición de saberes ancestrales y lenguas nativas), historicidio, se ocultó nuestra historia y nuestra cultura, culturicidios…y todos los “icidios” que se nos ocurra, se dieron y se siguen dando en estas tierras. El conquistador español  no encontró pueblos salvajes y atrasados, sino civilizaciones bien establecidas: mayas, aztecas e incas, en tierras andinas. En tierras costeras caribeñas y atlánticas civilizaciones de grandes navegantes, comerciantes y guerreros. 

Se nos colonizó imponiéndonos su orden político, su estructura de Estado moderno y burgués, polarizó la población en civilizados españoles y sus aliados “criollos” y bárbaros, las poblaciones aborígenes y africanos eslavizados mediante la “trata de persona” de los europeos civilizados. Luego de trescientos años, mediante las guerras independentistas, logramos la libertad y soberanía del Imperio Español, ahora el Soberano no era el Rey de España, sino el pueblo soberano.

 La conquista y colonización prosiguió por otros medios, la colonialidad como cara oculta de la modernidad capitalista europea y anglosajona. Mediante un patrón ideológico, -entendemos lo ideológico en sentido marxista, como falsa conciencia, ocultamiento, enmascaramiento de la subjetividad, la explotación del trabajo y  extractivismo mineral, tecnológico y cognitivo-, haciendo realidad una sentencia del Libertador Bolívar, “nos han dominado más por la ignorancia que por la fuerza”. La colonialidad del poder es un patrón ideológico de ejercicio del poder político como dominación vertical autoritaria y poco democrática, es gobernar “no obedeciendo al pueblo” que mediante el voto, delegó en Presidentes, Gobernadores, Alcaldes y legisladores en los ámbitos nacional, regional y local, gobernar “obedeciendo al pueblo”.

La colonialidad del saber como imposición de saberes del conquistador y el colonizador sobre nuestros saberes ancestrales, imposición desde Universidades Inglesas, Francesas, Alemanas y Anglosajonas, la colonialidad del ser, como alienación ideológica de la subjetividad, fuimos y somos subalternizados, inferiorizados y no reconocidos como iguales a ellos, mediante la “diferencia colonial”. Esto es a grandes rasgos lo que nos ha acontecido en 532 de haber sido “encubiertos”.

Hagamos algunas consideraciones aproximativas sobre la situación actual de nuestros pueblos y comunidades aborígenes: Se tienen información de la existencia de entre 37 y 51 etnias aborígenes, las más numerosas son: Wayuu (Zulia), Pemón (Bolívar), Warao (Delta Amcuro), Yekwana (Amazonas), Piaroa (Amazonas), Yanomami (Amazonas). Información demográfica no oficial, estima que la población aborigen de Venezuela se encuentra entre 700 y 800 mil personas, lo que represente un 2,7% de la población total de Venezuela.  Los pueblos aborígenes confrontan problemas significativos relacionados con el acceso a servicios públicos, tierras, educación, salud; el reconocimientos de sus derechos humanos y constitucionales en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es un avance, pero en la práctica, existen muchas trabas para hacerlos efectivos, algunos pueblos aborígenes siguen luchando por el reconocimiento de sus tierras habitadas ancestralmente. Las tasas de mortalidad infantil por desnutrición, enfermedades infecciosas y las diarreas son altas. Padecen enfermedades como malaria, tuberculosis, enfermedades gastrointestinales, enfermedades respiratorias; muchos pueblos aborígenes habitan en zonas aisladas, con escasa infraestructura para servicios públicos básicos, como vivienda, alimentación, agua para consumo humano, aguas servidas y letrinas.

Hay escasez de recursos educativos e infraestructura adecuada, la brecha educativa entre la población indígena y la población general es grande. La protección social contenida en la Constitución Bolivariana es letra muerta, La situación política, económica y social del país ha generado migraciones internas y hoy existe población indígena en “casi” todos los estados del país en condición de calle y en paupérrimas condiciones sociales. La acción del Ministerio del Poder Popular para los Asuntos Indígenas, brilla por su ausencia, pareciera no existir una articulación complementaria y necesaria con los Ministerios del Poder Popular para la Salud y la Educación, lo único que tienen resonancia son la marcha nacional que se hace todos los años en la Capital de la República, como acto simbólico de verdadera “resistencia indígena” a la que haremos referencia en los párrafos que siguen.

El líder originario guatemalteco Ollantay Itzamna, Defensor de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos desde Abya Yala, sostenía recientemente (octubre de 2024): “Soberanía es el poder que no admite otro poder por encima, la soberanía es el máximo poder que asiste a los pueblos para decidir su destino, La resistencia se refiere al acto de aguante constante y duradero que los pueblos sometidos, realizan para no desaparecer biológica y socioculturalmente”. También Ollantay manifestaba que si la “resistencia no es transformadora, construye soberanía y no tienen como horizonte de sentido la decolonialidad, es dominación.” Creo que con esas precisas, exactas y aleccionadoras palabras, sobran las justificaciones y excusas, no basta con conmemorar el “Día de la Resistencia Aborigen” porque ni siquiera es denuncia, es complicidad ideológica, es decir, la colonialidad en su máxima expresión política, académica, social, económica y cultural, eso es lo que hay que develar, el grado de abandono, olvido y maltrato de nuestros compatriotas antepasados y actuales, parece que las voces de protesta son mudas o los decisores políticos padecen el Síndrome de  Shakira, están sordos, ciegos y mudos.

Si somos críticos, luchadores sociales transformadores y éticos, tenemos que levantar no solo la voz de protesta, sino presentar proyectos de protección social, porque estos compatriotas se encuentran en situación de ayuda humanitaria, así como somos humanitarios internacionalmente, requerimos urgentemente de la corresponsabilidad humanitaria, Estado/pueblo para ayudar a estos compatriotas, auténticos habitantes ancestrales de los territorios que hoy llamamos Venezuela. Esta situación no es responsabilidad únicamente de un ministerio, ministra o ministro, pero, sí es cierto,es que el Ministerio del Poder Popular para los Asuntos Indígena tiene que ser vanguardia en esta lucha de todos los días, visibilizar las acciones político estratégicas que se adelantan para mejorar y superar la situación de abandono, descuido e invisibilización de los pueblos y comunidades indígenas; no valen la Constitución y leyes, si no las convertimos en acciones políticas estratégicas, los contenidos Constitucionales y de las leyes, deben ser complementadas con políticas públicas integrales, interculturales para con los ancestrales habitantes de estos territorios, que luego de 25 años de proceso bolivariano, sus resultados son pírricos. 

Lo que está en juego es la vida, la salud y la educación de estos compatriotas venezolanos. La identidad nacional, la corresponsabilidad, la soberanía en sus siete dimensiones constitucionales de acuerdo al artículo 326 constitucional y lo esencial en el artículo 3 de la Constitución Bolivariana: “Los fines esenciales del Estado venezolano son la dignidad y el desarrollo de la persona…y eso se logra con educación y trabajo. La Constitución Bolivariana es la única en nuestra historia republicana de 25 constituciones previas, que fue aprobada mediante el voto mayoritario de lxs venezolanxs, con el 72% de los votos del padrón electoral, tenemos una gran deuda histórica y social todavía, con nuestros pueblos y comunidades aborígenes.

No podemos seguir hablando bajo la gramática del colonizador, es necesaria la revisión semántica del epónimo de nuestro Continente, somos Abya Yala, no somos indios, indio es el gentilicio de quienes nacieron y conviven en ese gran país asiático  la India, somos aborígenes, el “Día de la Resistencia Indígena” hay que cuestionarlo, porque la categoría resistencia ha entrado en el relato de nuestros aborígenes como una “virtud loable para referirse al aguante, brío, a la pujanza de los pueblos originarios, para seguir soportando la dominación política, imposición académica y alienación ideológica” de la subjetividad de nuestro ser, a través de la colonialidad.

Debemos y tenemos que conmemorar el Día de la Soberanía de Abya Yala, para ello debemos formarnos histórica, política y culturalmente, organizarnos y movilizarnos para tener “conciencia de clase”, como paso inicial a nuestra verdadera emancipación y liberación definitiva. De igual manera tenemos que cambiar tantos epónimos de ciudades, plazas, avenidas, cerros y comunidades de nuestra Patria que le hacen honor a la conquista, colonización y colonialidad, perpetuando la dominación vertical como poder político, imposición de conocimientos, en lugar de propiciar encuentros de saberes, para bien de la humanidad y continuar siendo “sujetos sujetados” con el cuento que somos resistentes y debemos seguir soportando desigualdades, injusticias y exclusiones, esos son los desafíos que nos esperan, en este mundo de geopolítica laberíntica, que lo que ofrece es más guerras, genocidio como solución a los males que nos aquejan y con ello enmascarar la crisis del modelo civilizatorio de la modernidad capitalista unipolar.  

 

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