Los ocho y la falsa democracia colombiana

Viernes, 08/11/2019 01:37 PM

Hace varias lunas atrás cuando se dio la noticia para iniciar los acuerdos de paz y que la misma fue anunciada con bombos y platillos, por los voceros del gobierno de santos por un lado y por otro lado un amplio sector de las FARC. una noticia que el pueblo colombiano celebraba como el más grande engaño orquestado por las agencias de inteligencias internacionales; las cuales poco a poco fueron mermando a la insurgencia más antigua del mundo. Con golpes certeros que solo con el arte de la infiltración fueron posibles esos resultados. Ahora bien, el engaño obtuvo una gran fiesta donde seguro los cerebros de la inteligencia de la CIA, el MOSAD o el MI6 celebraron haber obtenido el triunfo para las trasnacionales económicas y financieras que operan en el país en donde sus gobernantes son más adeptos ideológica y económicamente a la propuesta del ALCA. Así mismo un negocio que no estaban dispuestos a perder y es el negocio de la guerra; armamento y los presupuestos para los más corruptos, mientras el pueblo seguía embelecido con unas negociaciones, seguidas por la entrega de armas y por último el circo electoral; con el perdón de los colombianos y colombianas de a pie.

Miles de colombianos jamás pensaron que el engaño se convertiría en pesadilla, donde el mismo estado seria el autor del terrible sueño que fue vislumbrado a futuro por muchos e ignorado por miles. Parte de esa pesadilla seria el asesinato selectivo, masacres colectivas, desapariciones y todos los crímenes que un estado amparado por la ley de la violencia iniciaría contra centeneras de ciudadanos que han engrosado las filas de los muertos que claman justicia; pero que esa justicia jamás llegara mientras el estado siga secuestrado por una oligarquía hambrienta de poder y que no está dispuesta a soltarlo.

Este escenario que muestra el estado colombiano y que es silenciado por los grandes medios de información, debe ser desmoronado. Ya no son siete sino ocho los menores asesinados en el bombardeo, en este falso positivo que fue anunciado con lujuria y canallismo tal como anunciaron cuando asesinaron a Raúl Reyes, violando la soberanía ecuatoriana. Esa misma sonrisa me hizo recordar al general Oscar Naranjo como cual casa recompensa, sonriendo ante las cámaras mientras Uribe daba parte del bombardeo ante los medios de desinformación; así mismo la presento el presidente Duque y sus voceros al anunciar que se trataban de un golpe certero a la disidencia o grupos residuales tal como el gobierno y sus agencias han denominado a la resistencia de las FARC que le dice no a las políticas emanadas por la oligarquía colombiana.

Ya no son siete son ocho los menores asesinados se despertó Colombia con esa noticia que fue soltada por un senador, ya no son siete son ocho los menores que junto a miles como ellos no han tenido justicia, ya no son siete son ocho los menores asesinados donde la justificación de los voceros del gobierno guerrerista fue decir prácticamente que si estaban en zona de guerra serian objetivo de las fuerzas "democráticas".

Este asesinato masivo por parte del estado colombiano debe ser llevado a las máximas instancias internacionales y que sirva como guía; para que se investigue de seguro los cientos de víctimas que han sido asesinadas desde que se firmó el llamado acuerdo paz, que no fue más que un acuerdo para el exterminio.

Como muchas de las victimas por parte del estado en Colombia. los organismos internacionales que enarbolan la bandera de una falsa democracia, se hacen la vista gorda y hoy dirigen la mirada hacia los lados; mientras el grito de un senador (que también tiene sus intereses) retumba los oídos de la oligarquía y siembra de esperanza muchos familiares de las víctimas de un para-estado que comienza a caer lentamente ante su propia sombra.

Ya no son siete son ocho los menores descuartizados y sus restos esparcidos por la onda expansiva y llenos de metrallas; son cientos de menores que por culpa de una oligarquía han caído como inocentes de la de la guerra que un estado no le da la garantía de vivir dignamente y por vivir en el campo se convierten en víctimas de un estado guerrerista que no sabe otra cosa sino es desaparecer, asesinar y bombardear.

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