Llama muchísimo la atención lo dicho recientemente por el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve durante la quinta asamblea virtual de la Comisión Étnica para la Paz y Defensa de los Derechos Territoriales, allí el clérigo dijo que, desde el gobierno de Iván Duque, "existía una venganza genocida contra los procesos con las Farc y el Eln". Inmediatamente con gestos de altanería la vocería gubernamental salió a desautorizar lo dicho por el religioso que viéndolo de cerca no se escapa de la realidad.
Por otro lado, es innegable que Álvaro Uribe, el ‘amo y señor’ del partido de gobierno, quien llevó al poder a Duque, ha sido el principal enemigo del Acuerdo de Paz y que la posición del partido de gobierno ha sido la de negar todos los acuerdos.
Los colombianos no pueden quedarse callados ante las alarmantes estadísticas que a diario ocupan las principales páginas rojas del mundo entero. Es evidente que la ‘malcriadez’ del gobierno de turno contra el Proceso de Paz, alimenta a los responsables de esos viles asesinatos.
Estos hechos deben dejar de contabilizarse como una cifra más de la violencia, merece un trato aparte, cada crimen tiene una plan perfectamente orquestado y dirigido para evitar que el país neogranadino viva en paz, quítense las caretas los genocidas viscerales, esos mismos que tratan de desviar los posibles acuerdos a la Paz. Colombia está desangrada por tantas muertes y violencia desmedida, es hora de pasar a la historia como garante del acuerdo hacia una verdadera tranquilidad que tanto anhelan los colombianos y colombianas.