Pinochetismo económico y guerrista

Martes, 10/08/2021 03:42 PM

Hubo incontables oportunidades para este tipo de intercambios durante este período, muchas de ellas a través de Estados Unidos y con la implicación de la CIA. Una investigación del Senado estadounidense sobre la intervención en Chile descubrió que la CIA había entrenado al ejército de Pinochet en forma de "controlar la subversión". Está perfectamente documentado, además, que Estados Unidos asesoró a las policías brasileñas y uruguaya en técnicas de interrogación. Según un testimonio judicial citado en el informe de la Comisión de la Verdad, Brasil: "Nunca Mais" publicado en 1985, oficiales del ejército asistieron a "clases de tortura" impartidas por unidades de la policía militar durante las cuales se les mostraron varias diapositivas que ilustraban diversos métodos atroces. Durante estas sesiones se hacía venir a prisioneros para "demostraciones prácticas" en las que eran torturados mientras hasta cien sargentos del ejército miraban y aprendían. El informe afirma que "una de las primeras personas en introducir esta práctica en Brasil fue Dan Mitrione, un agente de policía estadounidense. Como instructor de policía en Belo Horizonte durante los primeros años del régimen militar brasileño, Mitrione recogió a mendigos de las calles y los torturó en sus clases para que la policía local aprendiera diversas formas de crear en el prisionero la contradicción suprema entre el cuerpo y la mente". Mitrione pasó luego a organizar la formación de la policía en Uruguay donde, en 1970, fue secuestrado y asesinado por los tupamaros. El grupo de guerrilleros revolucionarios izquierdistas planeó la operación para poner al descubierto la implicación de Mitrione en la enseñanza de la tortura. Según uno de sus ex-alumnos Mitrione insistía, como los autores del manual de la CIA, que la tortura efectiva no se basaba en el sadismo, sino en la ciencia. Su lema era: "El dolor preciso en el punto preciso en la cantidad precisa". Los resultados de sus enseñanzas se pueden ver con claridad en todos los informes sobre derechos humanos en el Cono Sur realizados en este siniestro período. Una y otra vez dan testimonio de los métodos caracteríscos codificados en el manual Kubark; arrestos a primera hora de la mañana, encapuchamientos, total aislamiento, drogas, desnudo forzado, "electroshocks…"; y en todas partes el terrible legado de los experimentos de McGill con las depresiones económicas inducidas deliberadamente.

Una aplicación más fiel de los experimentos de la CIA pudo verse en la prisión chilena de Villa Grimaldi, conocida por sus "cuartos chilenos", compartimentos de aislamiento hechos de madera y tan pequeños que los presos no podían arrodillarse, ni estirarse en el suelo. Los prisioneros de la prisión uruguaya Libertad eran enviados a "la isla"; pequeñas celdas sin ventanas en las que sólo había una bombilla, que siempre estaba encendida. Los prisioneros más importantes fueron mantenidos aislados durante más de una década. "Empezamos a pensar que estábamos muertos, que nuestras celdas no eran celdas sino más bien tumbas, que el mundo exterior no existía y que el sol era sólo un mito", recordó Mauricio Rosencof, uno de esos prisioneros. Vio el sol durante un total de ocho horas durante once años y medio. A tal extremo llegó el embotamiento de sus sentidos durante el tiempo de reclusión que "olvidé los colores; los colores no existían".

En la Escuela Mecánica de la Armada, uno de los mayores centros de tortura de Buenos Aires, la cámara de aislamiento se conocía como la "capucha". Juan Miranda, que pasó tres meses en la capucha, me contó era ese lugar oscuro. "Te mantenían con los ojos vendados y encapuchado y con las manos y las piernas esposadas, tumbado boca abajo en un colchón de espuma durante todo el día, en el ático de la prisión. No podía ver a los demás prisioneros, me separaban de ellos planchas de contrachapado. Cuando los guardias traían la comida, me ponían de cara a la pared y luego me levantaban la capucha para que pudiera comer. Era la única ocasión en la que nos permitían sentarnos; por lo demás siempre teníamos que estar tendidos". Otros prisioneros argentinos padecieron la desnutrición sensorial en celdas del tamaño de un ataúd, llamadas "tubos".

Lo único que aliviaba el aislamiento era todavía peor destino de la sala de interrogatorios. La técnica más extendida, usada en cámaras de tortura de los regímenes militares de toda la región, era el "electro-shock. Existían docena de variantes sobre cómo se aplicaba la corriente al cuerpo del prisionero; con cables al descubierto, con teléfonos militares, con agujas bajo las uñas, mediante pinzas colocadas en las encías, pezones, genitales, orejas, bocas, heridas abiertas; en cuerpos remojados con agua para aumentar la intensidad de la carga o en cuerpo atados a mesas o a la "silla dragón" metálica de Brasil. La Junta Militar argentina, formada en buena parte por rancheros, se enorgullecía de su particular contribución: los prisioneros eran atados a una cama de metal a la que se llamaba "la parrilla" y se les aplicaba la "picana".

El número exacto de personas que pasaron por la maquinaria de torturas del Cono Sur es imposible de calcular, pero probablemente esté entre 100.000 y 150.000, decenas de miles de las cuales fueron asesinadas.

Naomi Klein.

¡La Lucha sigue!

Nota leída aproximadamente 1875 veces.

Las noticias más leídas: