El Arado y el Mar

El Chile de Neruda, de Miguel y Allende no es el Chile de Iquique

Miércoles, 29/09/2021 12:43 PM

La noticia llega como una daga clavada en el vientre: en Iquique, pueblo de Chile, la canalla quemó un campamento de refugiados venezolanos que huían de las bestias hijas de la ignorancia y el metal. Se toparon con el ser humano del capitalismo, conocieron la furia demencial del egoísmo.

La lava que brotó en Iquique viene de lo profundo de las cloacas del capitalismo y lo representa, es su emblema. El capitalismo se sustenta en el egoísmo, y este egoísmo impregna todas las extensiones de la vida humana, desde la relación más personal, la relación íntima de la familia, el matrimonio, hasta la relación de los miembros de un país, la geopolítica entre naciones, todo está teñido de egoísmo.

Los clásicos dicen que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, y no les falta razón; aunque se podría decir, igualmente, que la historia de la humanidad es la historia de la lucha del egoísmo contra la conciencia fraternal, de pertenencia a la sociedad, al todo, y también no le faltaría razón. La historia entendida como la lucha contra el egoísmo es una visión más profunda de la historia, supera la interpretación fría de la lucha de clases y le da un sentido más humano, más real.

Los grandes, los gigantes de la historia, entendieron este nivel de la lucha humana, y rompieron con la política egoísta en todos sus ámbitos. Bolívar rompió las cadenas del pensamiento localista, supo que el amor a la Patria sólo era posible, sólo era verdadero si se amaba a toda la humanidad. No se conformó con liberar a su amada Caracas, luchó por liberar a todo el Continente, su pensamiento voló más allá. Martí nos dijo que "Patria es Humanidad", hermoso pensamiento donde brilla la grandeza de la Patria. La historia nos enseña que el pensamiento egoísta que se encapsula en el amor mezquino, ensimismado a la Patria, desemboca siempre en la barbarie, en la bestialidad, es un falso amor a la Patria. Así sucedió con el Socialismo en un solo país, ya Trotsky lo había profetizado. Así sucedió y sucede con los amores perversos a una Patria, a una raza superior.

Todos estos pensamientos antiegoístas tienen su fuente originaria en las prédicas de Cristo: "Amaos los unos a los otros" es el mandamiento central de la batalla contra el egoísmo. Y es la esencia del pensamiento revolucionario: propiedad social de los medios de producción, de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad, lo que dota a este mandamiento cristiano de una base material. Y es así, el Socialismo verdadero (no el falsificado), es el territorio de unión de la espiritualidad de Cristo con su base material. La consigna de Patria Socialista o Muerte no es un capricho. Nos dice que sin el amor universal que supone el Socialismo, no es posible la Patria.

La lucha por el Socialismo no es un mero asunto político, sobre todo una batalla por la humanidad, por su sobrevivencia, por su humanización, como dijo el clásico, por la salida de la prehistoria y entrar en la verdadera historia. La tragedia de Iquique es parte de esta lucha que dura siglos, es el enfrentamiento del Chile con amor universal, el de Neruda solidario con las mejores causas de la guerra civil española; el de Allende humanista, el de Miguel resistiendo con su vida a la bestia fascista, Chile el que tocó el cielo con los dedos del pueblo unido, solidario con el Che, a él debemos la vida de sus guerrilleros y la recuperación de su diario. Enfrentado al Chile del egoísmo bestial.

El madurismo, militante del egoísmo que guillotinó el ensayo Socialista de Chávez, aparece ahora lamentándose por lo de Iquique, como si no tuviera nada que ver con el dramático éxodo venezolano, escurriendo su responsabilidad directa con la tragedia venezolana.

¡CHÁVEZ HUMANISTA!

¡VIVA CHILE!...

 

 

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