El caso Carlos Lanz devela las contradicciones de las teorías conspirativas

Domingo, 10/07/2022 03:39 AM

La revolución la hacemos seres humanos, por eso debemos esforzarnos para alcanzar un grado de perfección inspirado en nuestros ideales. Sin embargo, cuando es muy exigente ese grado de perfección mucha gente hace trampas, y sustituye lo que realmente son y pueden hacer para acercarse a él, por una imagen más perfecta de sí mismos en sus discursos. Y como en el discurso y su lógica, la perfección es posible, por puro desearlo terminan creyéndose su propio cuento, que sus vidas son sus bellos discursos; es decir, que la perfección revolucionaria es igual a sus razonamientos, a sus palabras, a la publicidad engañosa que propagan. En los discursos comunicacionales, en las honras a los difuntos y apología a los caídos, en las justificaciones y explicaciones profusas, todo puede ser perfecto a la vista y al oído, justo y lógico, pero si no concuerda con la realidad, con la evidencia de la realidad, nunca será perfecta la palabra, será una palabra deshonesta y una gesto imperfecto, la mueca de un farsante.

El problema de muchos de "nuestros revolucionarios" es que no han superado el momento de los discursos, con los cuales pretenden sustituir las prácticas de vida y las prácticas políticas. O mejor dicho, no han superado sus prácticas de vida aliviada, cómoda, disociados de sus discursos, argumentos y razonamientos, muy exigentes para otros y pulcros. No son Cristo, pero hablan como si lo fueran, tampoco Bolívar, el Che Guevara y Fidel Castro, pero en sus escritos parece como si lo fueran. Y, por último, no terminan de entender a Chávez, pero les vale más que sea eterno como un santo a que sea eterno como un humano esforzado. Chávez, dejó un legado teórico, producto de su trabajo, experiencia y del ejemplo de su evolución política y personal: el Plan de la Patria, un postulado de principios teórico y un plan de acción política a la vez, ellos prefieren una estatua, una frase, un epitafio, el carapacho de una consigna, a un gran líder vivo, de carne y sangre.

El asesinato de Carlos Lanz ha develado parte de lo fatuo que son los revolucionarios de papel, cuando todo lo resuelven en el papel sin ver o verse el corazón, inclusive dentro de sus propios discursos se contradicen. La vulgaridad del crimen del profesor Sanz ha puesto en evidencia lo desconectados que están de ese sentido de perfección, de esa unidad entre la palabra y la acción que debe estimular a un luchador honesto que, sin ser perfecto busca la perfección.

Solo basta leer el enredo teórico que ha producido en ellos el no poder definir la atrocidad del crimen dentro del ámbito de la falsa revolución madurista. Por un lado está el crimen y su móvil, la trama de corrupción de la cual se acusa a Mayi Cumare, la mujer de Lanz, y por el otro está la víctima, el revolucionario "irreprochable", que, sin embargo, en vida no fue capaz de denunciar (que nosotros sepamos) tal trama, quizás ocupado en salvar al mundo con sus teorías conspirativas de las guerras de cuarta generación del imperio. Frente a este dilema el "comité por la liberación de Carlos Lanz" (y un resto de acompañantes igualmente perplejos) ahora no sabe cómo justificar, ni siquiera su propio nombre: ¿liberación de Carlos Lanz… de qué o de quién?

Antes que nada tienen que salvar la reputación del viejo camarada revolucionario como un "enemigo personal" del imperio. Luego queda salvar la de su mujer, militante del PSUV y de su hija, y después buscar la manera de no responsabilizar al gobierno, puesto que ellos –el Comité y seguidores – creen que éste (Maduro y el madurismo) es víctima de una guerra de 4ta generación, y no autor, dueño y señor de su propia cagada.

El gobierno no es responsable directo del asesinato, aunque sí es responsable del estado de descomposición de nuestra sociedad presente, convertida en un cultivo de mercachifles aprovechadores, ladrones y tramposos, y de futuros esclavos en las "maquilas" que se nos avecinan. La exposición del fiscal sobre las causas que llevaron a asesinar a Lanz es un "autogol" que se dio el gobierno. Y si quieren responsabilizar de algo al gobierno en este asunto, para los que así lo piensan, debería ser por haber acabado con la obra de Chávez y retrotraído el país a una sociedad de forajidos, y de haber usa al señor Carlos Lanz, como distractor de esa traición.

Pero a este "comité por la liberación de Carlos Lanz…", ahora se le enreda el papagayo tratando de defender a la víctima, a los autores del crimen, y al gobierno de maduro y su Fiscal, no sabe dónde está la víctima y dónde el victimario.

Desde un principio, la tesis de que el gobierno estaba detrás del asesinato de Lanz no era creíble, puesto que el mismo gobierno usó al profe revolucionario como distractor de sus pifias, aprovechándose de sus tesis conspirativas "de cuarta generación"; Carlos Lanz trabajó para el gobierno de Maduro, no lo iban a matar siendo tan útil (de ahí el enredo de los defensores de la conspiración "de 4ta generación", que ahora no saben cómo defender a unos y a otros: víctima, victimarios y gobierno). Quedaron atrapados en su propia trama de culpables y razones, en un torbellino de papeles, de discursos sin sentido, sin asidero en la realidad, defendiendo un gobierno, conscientes o no – igual como lo hiso Lanz en vida –, traidor a la revolución socialista, al socialismo y a Chávez, y a la vez condenando un crimen, el cual parece ser tan vulgar como doméstico, humano, igual al cometido por Edmundo Chirinos sobre su joven amante; un asesinato sin la dignidad de haber sido Lanz víctima del imperio y su maldad de 4ta generación, sin haber muerto "de pie y en combate" por ese motivo, como dijera alguien por ahí.

Por supuesto que al gobierno no le convenía que se supiera la verdad, porque esta verdad es real, es demasiado humana y está muy vinculada a la sociedad capitalista que ellos aúpan con verdadero entusiasmo, con el único entusiasmo del que son capaces.

VIVA CHÁVEZ, EL HOMBRE Y SU OBRA.

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