Carlos Lanz, “el debido proceso” o como los abogados encalamucan todo

Viernes, 15/07/2022 03:17 PM

En verdad, para decirlo yo, antes que me lo diga otro, los abogados me indigestan. Ellos, en buena medida, parecieran dedicados, más que aclarar, a enturbiar todo. Pues su meta, por aquello "del derecho a la defensa", es intentar ganar cada proceso. Una solución "satisfactoria" alcanzada por ellos, no es igual cuando se trata de un médico o un maestro. Estos trabajan para que todos ganen, por lo menos es la "idea". No uso otra palabra o valoración para evitarme unos chichones.

Pero mi "piquiña" con los abogados, me viene de la misma Escuela de Derecho de la UCV, donde pasé dos años sin aprender nada sustantivo, salvo lo relativo a aquellas clases magistrales de Federico Riu, un español republicano de muy baja estatura, pero gigantesco intelectual, con quien aprendí, pese mi tozudez, ordinariez de muchacho del barrio "Río Viejo", en el camino a "Las Palomas", de Cumaná, mucho sobre Federico Hegel. A él le hice preguntas hasta el cansancio sobre asuntos que leía, por su incitación, en la biblioteca de aquella universidad sobre el gran filósofo alemán, su idealismo y la dialéctica, lo que luego me llevó a Marx y su materialismo. De los demás, quede claro me refiero a los docentes y al Derecho mismo, el cual siempre anda curvado, "ni siquiera quisiera acordarme".

No obstante, nunca olvidaré una entrevista que le hicieron al Dr. Edgar Sanabria, entonces Secretario de la Junta de Gobierno que sustituyó a Pérez Jiménez y presidía el Contraalmirante Wolfgang Larrazábal, abogado de profesión, pero dedicado a la docencia como profesor de Derecho Romano también en la UCV. Contó el Dr. Sanabria al periodista, con notable disgusto, que sólo una vez ejerció como abogado y fue tan desagradable su experiencia que cambió de parecer. En ese único juicio, dijo, palabras más o menos, pues son muchos los años de por medio, "mientras yo alegaba fundamentos legales y razones sustentadas, mi oponente, uno de los peores alumnos que en mi vida he tenido, metía billetes en los bolsillos del juez".

Aquello, a un carajito como yo, que llegado a viejo sigo siendo más o menos lo mismo, tanto que me hace falta todo para lo que falta me hace, impactó tanto que abandoné los estudios de Derecho y más nunca he querido nada con eso, "ni que me regalen el título", para decirlo en lo que llamaría arbitraria y hasta soezmente, lunfardo venezolano. Opté por ser maestro y con ello he vivido feliz y orgulloso, porque creo, haber servido bien y como dijo alguien, pude, "como la garza, atravesar el pantano sin ensuciarme las plumas".

Pero, pese lo que más digamos, "llama la atención", para suavizar las cosas, es ese empeño del cual antes hablé, de los abogados, de enredar las cosas para "ganar el caso" y pocas veces para que la verdad florezca, aunque no sean mil flores como el poema de Mao, sino aunque sea una.

En el caso Lanz y lo que ahora se discute, de lo que ciertos abogados llaman o reclaman "el debido proceso", pasa lo que Kafka narra justamente en su novela "El Proceso". El acusado se defiende de algo que ni sabe que es ni de quienes. Todo es un enredo, como suelen ser las cosas del Estado.

Nunca olvidaré tampoco, al abogado Herman Escarrá Malavé, quien dio pie, pues nunca fundamento, para que la oposición golpista y guarimbera se dedicara a la tarea de tumbar al gobierno de Chávez, pues según él, entonces, ese artículo daba derecho para todo eso. Y siguió sosteniendo aquello hasta en una como cruzada que le llevó largo tiempo en la muy mala compañía de Pablo Medina, pese ya había de por medio una sentencia de la entonces Corte Suprema de Justicia, que nada tuvo que ver con lo divulgado o intentado imponer por ellos. Y no lo olvidaré, porque poco tiempo después, muerto Chávez, "como si nada", optó por decir lo contrario y cambiar de junta, pero no como resultado de un razonamiento jurídico sino por otra cosa, que pudo ser algo sentimental o romántico, lo que abunda en la tragedia.

Unos abogados, porque no es uno o una sola, a lo kafkiano, intentan enredar más lo de Lanz y lo hacen, más que en lo atinente al derecho, en lo político. Pasan por alto lo fundamental, la necesidad de buscar la unidad de las fuerzas populares, de la justicia en todo su esplendor, aminorar los odios subalternos que suman fuerza al enemigo. Pues este asunto más que de abogados, en lo atinente a quienes bien se sabe, los de los tantos que clamaron por el rescate de Lanz, todos lo saben, hasta el Fiscal mismo lo sabe, nada tienen que ver con lo delictual, es de la injerencia de la izquierda, de políticos por la unidad.

Sí, es posible, eso lo saben ellos, los abogados mejor que uno, quizás el Fiscal cometió algunos deslices y hasta, por lo mismo, pudiera hacer aparecer a muchos inocentes responsables en algo que nada tienen que ver con sus actuaciones. Es el resultado de un asunto mal manejado, poniendo las diferencias políticas superables de por medio como barreras infranqueables y en base a hipótesis supuestas. Y entonces ellos se verían cómo el acusado en "El Proceso" de Kafka, defendiéndose sin saber de qué y de quiénes. Y el Fiscal mismo pudiera sentirse mal viéndose acusar o señalar con el dedo hacia el vacío.

A la izquierda le encanta dividirse, es en ella eso como un placer. Aquiles Nazoa, escribió un poema humorístico, como todo lo de él, acerca del placer divisionista de Betancourt. En ese poema dijo que "dividió a los militares en pelotones de a seis y en una taza puso a pelear "la leche con el café". Pienso, desde años ha, que ese poema le queda de primera y por demás ajustado a la izquierda. Como decía un viejo amigo, "no nos gusta crecer, apenas llegamos a 8 nos dividimos en dos lotes de a 4.

Y mientras Chávez hizo lo imposible y hasta con relativo éxito por unir a la izquierda, muerto él, volvimos a lo de antes y juramos que haciendo eso luchamos contra el imperialismo.

Un delincuente de apellido Castellanos confesó su participación en el crimen de Carlos Lanz y señaló como autora intelectual a su esposa, la señora Mayi Cumare y como cómplice a Tito Viloria. La señora Cumare, creo haberla visto en un video que nadie ha desmentido, admite su culpabilidad o responsabilidad en el hecho.

Por los detalles, yo que nada sé y poco quiero saber de derecho, no tengo duda del valor de esas confesiones. Hay, por lo menos, dos responsables confesos. Pero también, por mi experiencia política y la información que manejo, la misma a la que todo el mundo tiene acceso, estoy convencido que en ese pequeño universo donde convivían la víctima, Carlos Lanz, Mayi Cumare, sus hijas, Tito Viloria y otros más, había un proyecto político, digamos una fracción, de eso que tanto le gusta a la izquierda y lo hay en la derecha y en donde haya juntas humanas. Esto explica muchas cosas que lucen inexplicables. Hasta esas que aluden a la moral y las malas y buenas costumbres. Y ese proyecto, como es habitual en la izquierda, como también en la derecha y en los grupos humanos, porque así funciona la vida, en un momento dado entró en crisis.

No todos, solo unos pocos, quizás ni siquiera todos los nombrados como la hija e hijastra de Lanz, son culpables de los delitos a los que hace referencia el Fiscal, así quiero pensarlo por motivos humanos y hasta divinos. Pero hay, en ese grupo, responsables, pues están confesos y otros acusados de manera directa por estos. No es un invento del Fiscal lo que confesaron Castellanos y Cumare.

Hay mucho de verdad y justicia en el reclamo por el manejo inadecuado, indelicado, dado a todo el grupo, bastante numeroso que, en justicia y por solidaridad, se conformó para reclamar por la aparición con vida de Carlos Lanz, donde debe haber muchos muy cercanos a él y hasta participantes en su proyecto y bastantes de la izquierda. No es un secreto y menos nada extraño ni inmoral que, en un partido, haya grupos con sus proyectos particulares, pese coincidan en mucho con el resto de la gente. Eso se parece a la vida. Así es en la derecha y en el mismo PSUV abunda de eso que en los tiempos de la IV República llamaban "las tribus".

Por supuesto, cada grupo tiene sus intenciones y valores.

Entonces de lo que se trata, justo en esta coyuntura nacional e internacional, más después de haber vivido tantas experiencias negativas, es hacer esfuerzos inmensos por la unidad del movimiento popular y no andar jorungando en la basura para lanzarla al rostro de unos a los otros. Es absurdo y hasta también criminal, manejar este asunto de muy baja humanidad, de manera que lejos de servir para unir a los combatientes por la verdad y la justicia, termine haciendo más daño del que ya se ha hecho.

Los culpables fundamentales están confesos. No hay duda quienes en parte, hasta ahora, están probadamente detrás de lo de Carlos Lanz y, en lo que a mí respecta, se trató o trata de un proyecto político grupal que estalló en crisis. Faltan algunos que, en el proceso, que no será el de Kafka, quedarán al descubierto, sin necesidad de volver eso un conflicto innecesario entre la izquierda porque unos abogados, del lado del gobierno o no, por aquello del debido proceso", intentan enredar algo que está claro como "la luna llena", para decirlo como gustaba a Chávez.

Y la gente de la izquierda, de un lado u otro, de los tantas aristas que ella tiene, no debe caer en la tentación de poner el mayor interés en las formalidades o preciosismo jurídico que en lo que concierne a la política y la unidad y que disputar por unas formalidades o expresiones inadecuadas e indelicadas, resultantes de lo tenso del asunto

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