Desde 2022 hemos afirmado que el gobierno Maduro/PSUV está de salida, y que en medio de esta tragedia histórica fraguada desde 1998 hasta hoy, Nicolás Maduro Moros debe renunciar a la Presidencia de la República. Lo reitero, en toda su dimensión y conociendo las consecuencias institucionales, que no tienen por qué ser ningún desastre adicional. Suficientes prevenciones constitucionales hay: si no, debemos garantizar una elección presidencial de la forma menos imperfecta posible, conociendo bien las dificultades y también las pretensiones de quienes todavía creen que el poder es eterno, igual que Blanca Ibánez creyó que los cinco años del periodo presidencial de Jaime Lusunchi eran una eternidad.
Al enemigo acorralado, "puente de plata": El gobierno de Maduro/PSUV está muerto históricamente, y así hay que tratarlo.
Maduro y su entorno se auto derrotaron con la carga de pudrición cívico-militar mafiosa heredada de la era Chávez, durante cuyo gobierno se cometieron los más grandes expolios de la vida republicana de Venezuela desde 1811 hasta el presente.
La era Maduro comenzó el 8 de diciembre de 2012, cuando su mentor lo designó heredero al regresar sumamente enfermo de Cuba, con el nefasto acuerdo secreto construido con Fidel Castro, quien le sobrevivió 4 años y 8 meses.
El sorprendido y aturdido Vicepresidente Ejecutivo de entonces, cabalgó en su encargaduría presidencial -de hecho- hasta el 5 de marzo de 2013, cuando el moribundo gobernante dejó de existir, hace ya una década.
La estructura corrupta del gobierno de Hugo Chávez comenzó a fraguarse desde 1998, cuando Luis Miquilena y José Vicente Rangel capitanearon la incorporación de reconocidos corruptos como "financistas" de la campaña electoral presidencia, entre ellos Tobias Carrero Nácar y Pedro Torres Ciliberto, socios-testaferros del siniestro trío Chávez/Miquilena/Rangel. Ya en 1999 y 2000 se olfateaba el expolio, el modo corrupto e inmoral de gobernar: los bisoños "comacates" comenzaban a lucrar a manos llenas sin contrapeso moral ni administrativo; adquirieron todas las mañas y experticias administrativas podridas de los corruptos del bipartidismo que desbocó desde 1973 hasta 1993 y desparramó hacia 1998, cuando comenzó la más nauseabunda traición moral al pueblo venezolano, la decencia pública y los compromisos de sana administración vigentes en la Constitución y las leyes. En eso estamos hoy.
La situación actual es tan grave, que Venezuela es un país desestructurado, el pueblo-víctima está empobrecido y desesperanzado como nunca, 7 millones de compatriotas deambulan por el mundo, más salarios y pensiones para "esclavos" que generan desnutrición, enfermedad y muertes prematuras.
Mientras, l@s saqueador@s de las arcas públicas se pavonean orond@s y pendencier@s desde el Palacio de Miraflores hasta las cuevas de sus testaferros, prevalidos de la impunidad que les garantiza el cómplice y podrido Sistema de Justicia, bajo la mirada inocua de la Asamblea Nacional, recinto parlamentario dónde abundan pudrimillonarios muy conocidos y descarados junto a polítiqueros de oficio.
Como "no hay mal que por bien no venga", a est@s vagabund@s l@s ha vencido lo que llamo "la sobre confianza de los delincuentes": el pueblo defraudado está abandonando en masa al podrido gobierno de Nicolás Maduro, Cilia Flores, Diosdado Cabello y el PSUV. Los satélites micro partidistas del pomposo "Gran Polo Patriótico" son nada, apenas un atajo de pedigüeños con banderas mohosas y pestilentes.
Por eso, es lógico afirmar que el gobierno venezolano actual está muerto históricamente, sin exageración alguna: lo saben hasta sus otrora mejores aliados, desde Cuba y Nicaragua hasta China, Rusia o Irán. Sus diplomáticos no son ciegos ni sordos, y sus reportes quedan para los historiadores del futuro, a quienes corresponderá desentrañar y evaluar las miserias del presente.
"Puente de plata" significa hoy, aquí y ahora, acompañar a "bien morir" al desvencijado gobierno madurista-cilista-cabellista. No desde la quietud, y menos desde la indiferencia: la mayoría independiente, honesta, laboriosa y solidaria que de mil maneras expresa su inconformidad ante el fracaso de los dos polos de la destrucción nacional se hará sentir desde la protesta socio-laboral y la filiación voluntaria a la fuerza alternativa que debemos construir juntos hacia el triunfo presidencial de 2024. Intentan reinstalar la polarización para seguir destrozando a Venezuela, algo extemporáneo.
El de Maduro es un pobre gobierno con burócratas civiles y militares pudrimillonarios, saqueadores, codiciosos, inmorales. No tienen por qué seguir gobernando a nuestra patria. Será imposible que Maduro y su podrido entorno gobierne durante 18 años, sumando los seis del próximo periodo presidencial, para el cual aspira reelegirse terca y mañosamente. Será imposible también, que el PSUV gobierne y siga destruyendo a Venezuela durante 32 años (1999/2031). Eso no ocurrirá. No lo permitas.
Reflexionemos y asumamos nuestras responsabilidades.