Si Maduro ganó las elecciones ¿por qué tanta aprensión para mostrar las actas o contar los votos? Es psicología elemental, el gobierno se siente pillado en falta y otra vez tumba el tablero, voltea la mesa. Pero, mejor comenzar por el principio de debacle madurista.
Todavía, si aceptamos los resultados anunciados por Amoroso que muestran una diferencia de solo 700 mil votos entre un candidato y otro, maduro perdió las elecciones de cualquier manera, más si a eso le sumamos al rechazo que hoy está fuera del país. De ganar unas elecciones con una diferencia tan insignificante, después de 24 años de gobierno revolucionario, Chávez hubiera entregado el gobierno sin problemas, hubiera aceptado las evidencias de un fracaso. Afortunadamente para la memoria de Chávez no fue éste su caso.
Pero después de su muerte su sueño, su proyecto, su ensayo socialista fue truncado por el madurismo y volteada la tortilla hacia la cara capitalista, poniendo “la torta” social desde el primer año de gobierno madurista entregando nuestra soberanía al capricho de los privados, viejos y nuevos ricos, falsos productores, empresarios de maletín, banqueros ladrones (valga la redundancia), y a manos de una burocracia corrupta e inútil. 11 años demoliendo la moneda y el sueldos de los trabajadores, haciendo crecer el bolsillo de los ricos a más no poder, a niveles de Ferraris y mucho más (en la historia, la única “revolución llamada socialista” con un “mercado del lujo” boyante), sobre el sacrificio continuado de los que menos tienen y más necesitan. Así comienza el final del madurismo.
Aquí hay que reprocharle al chavismo de Chávez, y a la izquierda que se opone a maduro por traicionar el legado de Chávez, que no haya mostrado la audacia (que no es coraje) de Mariacorina. Así sea por mandato de USA, la mujer ha demostrado ser audaz, se mueve, pareciera que está en todas partes, cosa que no han podido hacer otros desde la izquierda y desde el chavismo, salvo dignas excepciones que todos conocemos. A los que no aparecen y han aparecido para denunciar la traición y la persecución madurista habría que dedicarles aquel famoso poema que habla del miedo y la indiferencia: “se llevaron a los obreros,
pero como yo no era obrero, no me importó…”, hasta que el “tun tun” toque a su puerta.
Hay que pelear con un escudo moral, sin miedo. Si el madurismo tiene miedo es porque no tiene moral con qué defender una trampa, un secreto, una mentira. El inconstitucional recurso de amparo introducido en el TSJ es una salida infantil por lo burda que es, comparable con el robo que hizo Bush a Al Gore en EU en el año 2000. La lógica madurista es “si ustedes lo hicieron, nosotros también lo podemos hacer”, como si eso salvara el hecho de la trampa, limpiara la trampa y la burla al voto de los electores. El sistema electoral de EU está hecho para que venzan siempre los más pícaros en contra de la voluntad de los “pendejos”, aun así Bush pierde las elecciones, y el madurismo usa el mismo “recurso” para robarse unas elecciones que de todas perdió, ¿dónde está la moral en esto?
Maduro perdió las elecciones, básicamente por haber traicionado el legado de Chávez, porque desperdició 11 años de gobierno financiando al capitalismo y la corrupción, usando el pretexto de la paz y las sanciones, y la excusa de desarrollar las “fuerzas productivas”, las mismas que ahora se hacen dueñas del país y llenan sus cuentas de bancos sobre la miseria de los trabajadores, el robo de sus beneficios laborales y de sus sueldos – cualquier economía capitalista “crece” de esa manera, es Marx de librito: trabajo vs capital –, fuerzas “productivas” anarquizadas y santificadas por maduro, acabando con todo lo hecho por Chávez y más, con toda forma de institución.
Si en la cuarta república la ley era la ley de la constitución burguesa, con maduro la ley no existe, nuestra constitución ha sido la más violada de todas las constituciones gracias al giro capitalista y de desigualdad social que tomó el gobierno madurista en estos 11 años; para gobernar “en” capitalismo había que violarla, cambiarla o desaparecerla.
Es terrible acostumbrarse a mentir pero, peor aún, acostumbrarnos a que nos mientan, a ver la mentira como algo natural, a que los líderes prometan y no cumplan sus promesas, y que prometamos y no cumplamos las nuestras, nuestra sociedad está paralizada de tantas mentiras, nada vale, nada existe, todo es una oportunidad de ganar dinero, indiferentes al destino del resto de la sociedad. Para muchos el tiempo cura las heridas, pero más que una cura se trata de acostumbrarnos a la corrupción moral, a la voluntad de ignorancia, al discurso huero de los seudo políticos, la costra que esconde la infección moral. Frente a la mentira hay que vencer el miedo con coraje, con un “escudo moral”, hay que vivir lo más cerca posible a la verdad. El reto que tenemos por delante es un reto moral, además de político ideológico, el capitalismo arrastra el planeta hacia su final de forma acelerada y la gente es indiferente, como pacientes terminales. Nos toca a nosotros los socialistas ponernos por encima del cinismo y el escepticismo vano de muchos intelectuales, salvar a la humanidad todos los días con un escudo moral, resistir sin miedo, que la mentira capitalista no nos convenza, así se vista de colores y fantasía.
VOLVAMOS A CHÁVEZ