Compatriotas venezolanos,
Hoy se ha dado un paso trascendental en la defensa de nuestra soberanía, con la aprobación de la Ley Orgánica Libertador Simón Bolívar contra el Bloqueo Imperialista y en Defensa de la República Bolivariana de Venezuela. Esta ley representa un acto de justicia histórica frente al asedio político y económico que ha golpeado a nuestro país durante años, dejando claras consecuencias sobre nuestra población más vulnerable.
Como Andrés Giussepe, presidente de la Asociación Civil Víctimas de la Guerra Económica y miembro del Bloque Histórico Popular, quiero ser categórico: soy un "chavista no madurista", opositor al gobierno de Nicolás Maduro. Sin embargo, mi posición política no implica en modo alguno apoyar ni avalar acciones políticas, económicas o militares que atenten contra la soberanía de nuestra patria. Ser oposición no es ser antipatria. Ser crítico al gobierno no es traicionar el deber moral y patriótico de defender nuestra nación de cualquier agresión externa.
Esta ley, aunque pueda ser debatida en algunos de sus alcances, contiene un mensaje fundamental: la soberanía de Venezuela no está en venta ni es negociable. Quienes promuevan sanciones o bloqueos internacionales contra el pueblo venezolano no solo atacan al gobierno de turno, sino que condenan a nuestra población al hambre, al aislamiento ya una crisis prolongada. Rechazo categóricamente cualquier iniciativa que implique agresiones externas contra nuestro país. Nuestra soberanía es un asunto de honor patrio y de dignidad nacional.
No obstante, también hago una llamada de alerta. Venezuela vive momentos donde la línea entre justicia y autoritarismo puede volverse difusa. Esta ley no debe convertirse en un instrumento para perseguir a quienes, desde una oposición legítima y crítica, luchamos por una nación más justa y por el fortalecimiento de la democracia en nuestro país. Es vital que se respete el derecho a disentir y que esta legislación se aplique exclusivamente contra quienes, de manera deliberada, comprometan los intereses de la patria en favor de agendas extranjeras.
Hoy, más que nunca, debemos entender que las diferencias internas deben resolverse dentro de nuestras fronteras, con diálogo, respeto y justicia, nunca con agresiones externas. Los problemas de Venezuela los resolvemos los venezolanos. En el espíritu de Bolívar, reafirmamos que nuestra independencia y soberanía son sagradas. Ser patriota no es apoyar ciegamente un gobierno, pero tampoco es entregar a nuestra nación a intereses foráneos.
Por eso, desde mi posición de opositor crítico, respaldo el espíritu de esta ley: proteger a nuestra República y garantizar que jamás se traicione la dignidad de nuestro pueblo. Al mismo tiempo, estaré vigilante para que este instrumento no se convierta en una excusa para perseguir o llamar voces legítimas de disidencia o de crítica constructiva.
Hoy decimos: ¡Viva la soberanía nacional! ¡Viva el pueblo de Venezuela que lucha con dignidad y firmeza! ¡Viva una Venezuela libre, justa, democrática y soberana!