"Las nieves del tiempo platearon mi sien, sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada..."

(VIDEO) En pleno aguacero, personal Jubilado de la Cancillería denuncia maltrato e irrespeto en la entrega de bolsas de comida

Domingo, 02/08/2020 06:07 PM

Jubilados de la Cancillería hacen cola bajo la lluvia para recibir bolsa de alimentos
Credito: aporrea tvi
Someten a riesgos a personal jubilado de la tercera y cuarta edad en la entrega de alimentos en la Cancillería
Credito: aporrea tvi
Personal jubilado de la tercera y cuarta edad hacen largas colas por muchas horas bajo la lluvia para recibir las bolsas de alimento
Credito: aporrea tvi
Hambrientos, agotados, sin poder ir al baño, sin sentarse soportan largas horas de espera jubilados de la Cancillería por bolsas de comida
Credito: aporrea tvi
Largas colas deben hacer los jubilados de la Cancillería para poder obtener la bolsa de comida
Credito: aporrea tvi

Los que una vez fueran trabajadores de la Cancillería de la República, empleados de la cancillería, obreros, personal administrativo, embajadores, sufren el continuo calvario a que son sometidos por la dirección de Recursos Humanos de ese Ministerio. Al contrario de los empleados activos a quienes le entregan la bolsa de manera puntual y eficaz, a los adultos mayores los convocan a las 9 de la mañana, y aunque la mayoría llega antes de las 6 am, tienen que hacer largas filas que se extienden por todas las calles alrededor de la Cancillería.

Ellos deben madrugar cuando les avisan para recoger la bolsa de alimentos que son distribuidos al personal jubilado, la mayoría, personas de la tercera y cuarta edad, con problemas de salud. Deben estar de pié por mas de seis horas bajo el sol inclemente, a la intemperie. Si uno hiciera una toma desde arriba, podría ver cabezas grises y blancas, como dijera Gardél, "la nieve del tiempo platearon sus sienes". Los mayores resisten estoicamente, el sol, la lluvia, pero lo que dicen costarle mas es el maltrato; el personal que los regaña y obliga a alinearse contra la pared, como si fueran niños, cuando después de tantas horas ya languidecen de hambre y de cansancio.

Este jueves 30, pudimos llegar y observar con nuestros propios ojos a varios que se les doblaban las rodillas, a lo mejor a causa de la artrosis, otros con la urgencia prostática no sabían que hacer. Una señora de cabello rojizo se cansó de esperar y decidió retirarse sin la bolsa que le hubiera servido para aliviar su ingesta proteíca por lo menos por 20 días a un mes, "estirando para que rinda" como expresó otra señora debajo de su parasol. Aunque la mayoría pertenece a la población de alto riesgo, lo único que los protegía era el tapabocas y los guantes. Lo demás es la incertidumbre, el descuido e indiferencia de una institución a cientos de personas que brindaron los mejores años de sus vidas, aunque para algunos jóvenes aún consideren que "ya no son productivos", como se los han hecho saber.

Como la cola se hace por el primer número de la cédula, desde los que no llegan al millón que son los primeros atendidos, luego prosiguen con la 1, 2, 3,  y así sucesivamente. Por otro lado organizan a los discapacitados, quienes también deben esperar de pie. No hay sillas, no hay techos, no hay personal de primeros auxilios, para atender cualquier emergencia, que en mas de una ocasión ha sucedido, algunos se han desmayado, y es que hay personas con casos de cáncer, diabetes, hipertensos, asma y todas las enfermedades típicas de las personas mayores.

Las colas atraviesan la avenida Urdaneta y suben hacia el Ministerio de Finanzas y terminan mas arriba de la iglesia de Nuestra Señora de Altagracia. Una señora como de 78 años, aproximadamente, delgadita, nos contó que su famila estaba enferma como de gripe y que ella debía salir, a pesar de la pandemia y cargar ella solita todo ese peso, sin terminar de hablar, de pronto llamaron, a uno de los números de la cola en donde decidimos ponernos, y todos empezaron a paso apurado, casi corriendo a cruzar la calle para llegar hasta el lado de la Cancillería que da hacia la Av Urdaneta. Al llegar allí, ya casi a las 12 del mediodía, comenzaron los gritos, "pónganse pegados de la pared, corranse hacia atrás", pidiendo un orden que ellos no dan como ejemplo. Lo peor estaba por venir, de repente empezó a llover, de a poquito, al rato cayó lo que llaman un "palo de agua", muchos prevenidos sacaron sus paraguas y otros ya lo tenían para protegerse del sol. Sin embargo muchos no tenían nada, como un pobre señor que solo tenía su gorra de visera de protección y se empapó como un pollito, no obstante la solidaridad se hizo presente y los que pudieron compartieron su techo, bolsas de plástico, y cuanto objeto improvisado para protegerse de la lluvia.

Al parecer el aguacero hizo que se moviera la fila mas rápido, ya casi en la entrada había una dama delgada, enjuta, como de 65, alta y de cabello gris que le blandía a un  funcionario el informe que demostraba que era asmática y que no podía mojarse, el trabajador le devolvió esa mirada impertérrita de los servidores públicos. Un poco más allá, detrás, en esa especie de rebulú que siempre se arma en cuanta cola hay del gobierno, había otra señora muy elegante, bien maquillada, pulcra, sesentona bien conservada, tratando de convencer a los cancerberos de la entrada, de como ellos, los jubilados, eran sometidos a tal humillación, que no tenían donde protegerse de la lluvia, con las mismas respuestas aprendidas de tanto repetirlas de funcionarios muy parecidos a los personajes del film "La muerte de un burócrata".

Al recoger sus bolsas con medio cartón de huevos (sin doble cartón ni  estar atados) son urgidos a salir los mayores que como pueden se apuran,cuidando de no resbalarse, en eso estaba un señor, tratando de no caer, en una mano llevaba la bolsa y con la otra sostenía el medio cartón, pero no pudo mantener ese malabarismo y se le cayeron los huevos al piso, ante el terror de los demás, que imaginamos, sacaron la cuenta del valor de cada huevo estrellado contra el piso. Otros, al menos, en esos momentos, algunos muchachos de la Cancillería colaboraron ayudando a cargar sus bolsas y huevos a quienes no pudieran con tan compleja carga, hasta la entrada, de allí en adelante, la suerte fue la compañera de cada quien.

Tiene que ser mucha la necesidad para someterse a tanto vejamen, a tanto irrespeto, a tanta desconsideración, a tanta falta de piedad con la gente más vulnerable al covid-19, quienes han denunciado tantas veces este abuso, como que si ser mayor es un pecado, un estorbo para los que toman la decisión de proveerles de esta bolsa proteica, cuando en otros estados socialistas se les brinda y protege con buenos seguros y atención médica, buena alimentación; en fin la seguridad que requieren para tener buena calidad de vida en los últimos años de lo que les toca transitar.

Los jubilados del Ministerio de Relaciones Exteriores, demandan no un mejor trato, ellos exigen que les den el trato que se merecen, que les corresponde por haber servido tantos años a la Institución, al país. Solicitan que sea revisada esa agenda y les programen la entrega de la bolsa de una manera mejor planificada y que sean tratados con respeto, que no se les violen sus derechos. A Recursos Humanos que les dé orientación al personal, que los conciencie y sensibilice en el trato a las personas de la tercera y cuarta edad. Ellos no deberían esperar mas de una hora. Tal vez si los atendieran por el número de cédula cada día, sería mejor, o citarlos a determinadas horas para que no esperen tanto, otra opción sería cambiar a un espacio donde puedan sentarse, tener a la disposición sanitarios, ya en esas condiciones podrían esperar, pero por ahora ni una cosa ni la otra. Lo que reciben son maltratos y violación de sus derechos humanos, todo esto ajeno a lo que dicta nuestra Constitución.



Volver
Carlos Gardel-Alfredo Lepera

Yo adivino el parpadeo
De las luces que a lo lejos
Van marcando mi retorno
Son las mismas que alumbraron
Con sus palidos reflejos
Hondas horas de dolor

Y aunque no quise el regreso
Siempre se vuelve al primer amor
La vieja calle donde el eco dijo
Tuya es su vida, tuyo es su querer
Bajo el burlon mirar de las estrellas
Que con indiferencia hoy me ven volver

Volver con la frente marchita
Las nieves del tiempo platearon mi sien
Sentir que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Que febril la mirada, errante en las sombras
Te busca y te nombra
Vivir con el alma aferrada
A un dulce recuerdo
Que lloro otra vez

Tengo miedo del encuentro
Con el pasado que vuelve
A enfrentarse con mi vida
Tengo miedo de las noches
Que pobladas de recuerdos
Encadenan mi soñar

Pero el viajero que huye
Tarde o temprano detiene su andar
Y aunque el olvido, que todo destruye
Haya matado mi vieja ilusion
Guardo escondida una esperanza humilde
Que es toda la fortuna de mi corazón

Volver con la frente marchita
Las nieves del tiempo platearon mi sien
Sentir que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Que febril la mirada, errante en las sombras
Te busca y te nombra
Vivir con el alma aferrada
A un dulce recuerdo
Que lloro otra vez

Nota leída aproximadamente 17940 veces.

Las noticias más leídas: