Crítica ácida

Inclemente intención afecta al deporte venezolano

Lunes, 26/08/2019 08:27 AM

No fue noticia notable ni la “analizaron” en espacios deportivos como debieron hacerlo por imparcialidad, una información oficial que como siempre manipularon factores comunicacionales privados, que adversan a la revolución bolivariana, se trata de la respuesta que dio a un incidente en los Panamericanos de Lima, el Ministro para la Juventud y el Deporte, Pedro Infante, calificando de hecho grave lo sucedido con la atleta de nado en aguas abiertas Paola Pérez.

“A nosotros nos enseñaron a ser responsables, me correspondía y lo primero que hice fue llamar a Paola, para tomar correctivos”. En un video difundido por Paola Pérez sobre su jornada deportiva en Perú, se refirió a que existía mucha división y una especie de lucha de poderes, y escribió “Me acaban de negar el uso del traje de neopreno por no cumplir con la regla de dotación especifica, por ignorancia me toca competir con traje normal”,

El Ministro Infante afirmó que la partida financiera para la compra de los trajes de baño adecuados, había sido asignada, y aseguró tener copia del cheque a la empresa que suministra este equipo, y finalmente sentenció lo siguiente “se le abre una investigación administrativa al personal implicado en esta situación, y a la Federación de Deportes Acuáticos”. Como era de esperarse las redes opositoras contrarrevolucionarias amargadas hicieron fiesta.

Recordé que a mediados de los ochenta del siglo pasado, con motivo de un campeonato mundial de ciclismo, entrevisté por radio al pedalista Fernando “Canario” Correa, quien contó que el gobierno de entonces le negó una bicicleta ideal para la competencia y compró una más barata, igual sucedió con las pantalonetas de competencia, baja calidad e incómodas en la ingle. Al compromiso mundial viajaron más delegados burócratas, que técnicos y ciclistas. Puro turismo oficial al que no criticaba ni investigaba la prensa.

No se trata de “mal de muchos consuelo de tontos”, sino que no hay comparación entre lo actual, y aquella “democracia perfecta de América”, la venezolana, impune ante los corruptos nacionales y extranjeros, soterrados torturadores y asesinos, represivos y controladores de la libertad de expresión, donde hubo censura disimulócrata. Fue la Venezuela de novelas y Misses, “modelo democrático” sin soberanía, puesto al servicio geopolítico gringo. Un manchón histórico al que humoristas suramericanos referían: “Venezuela vaca lechera de EE UU”, que les dábamos leche negra, PETROLEO, y la pobreza era peor que la de ahora, eso sí, muy bien disimulada por medios de comunicación social del cuánto hay p´a eso.

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