Cualquier discusión sobre el mejor, el número uno, el mayor goleador, el más grande, toda estadística que se haya hecho o esté por hacer en el futuro queda sin sentido ante la verdad verdadera: Pelé no le debe su fama al fútbol, el fútbol le debe su universalización a Pelé. Cualquier jugador por muy lejos que haya llegado, por muy estrella que sea ha navegado sobre ese océano creado por Edson Arantes do Nascimento.
El fútbol tuvo un origen aristocrático, pero pronto por la cantidad de jugadores involucrados al mismo tiempo en un terreno de juego se fue democratizando. Primero solo estaban presentes los jugadores, luego estos y los ex jugadores que iban a disfrutar de los nuevos que jugaban y a darle consejos.
La fiebre cundió en Gran Bretaña, hacia el año 1880, y las clases altas y medias apostaron a la conformación de clubes, con sus uniformes, campos, y reglas uniformes, con la consecuente aparición de los aficionados. De la pasión de las clases más acomodadas, pasó a ser practicado por los trabajadores ingleses en las fábricas, donde se reunían cada sábado, aprovechando el tiempo libre. De los equipos de trabajadores, aparecieron los clubes de las ciudades. Allí tuvo su primer ataque por la aristocracia, dado que el pueblo trabajador había hecho del deporte de los 22, el juego preferido del pueblo.
Para 1900, el fútbol empezaba a dar paso en países distintos a Gran Bretaña, y fue aceptado en los Juegos Olímpicos de París. La FIFA nació en 1904, pero fue sólo en 1930 cuando se celebró el primer campeonato mundial del balón pie en Uruguay. A partir de allí el fútbol sin todavía la magia satelital iba copando espacio en Europa y América, en especial en Suramérica, donde países como Argentina, Uruguay y Brasil lo hacían su deporte consentido y se iba popularizando en los sectores más pobres de esas naciones, que pronto contagiaron a toda la subregión.
Entonces llegó la década de 1950, comenzando con el Maracanazo que eliminó a la gran favorita de siempre, Brasil, ante la primera campeona mundial, Uruguay. La radio era la estrella del mundo, el gran vehículo que hacía llegar lo que sucedía en este ir y venir de los veintidós jugadores y los ya miles de aficionados que se identificaban con aquellos atletas.
Entonces llegó un niño limpiabotas
Para esa década, un niño limpiabotas jugaba en sus ratos libres, garabateaba con pelotas de cartón, hule, y hasta con mangos. Era tan bueno que para que el equipo contrario no se retirará, sus amiguitos le pedían que arqueara. Tenía un padre que lo hizo adorar a la selección nacional y al Santos, predestinándolo a estar ligado por siempre, desde los 15 años al Santos y desde los 17 a la Verde Amarella.
El muchacho negro, "la Perla Negra", llegó con su arte al futbol grande de Brasil, y en 1958, el mundo entero lo observa ganar la Copa Mundial. Se convierte en el gran ejemplo de los niños pobres del mundo. Su imagen se va haciendo común en las televisoras de señal abierta, en los principales diarios; su nombre se multiplicaba en las radio emisoras. Todos hablan de Pelé (en hebreo "Milagro o maravilloso"), del Rey Pelé.
Fue junto al boxeador Mohamed Ali, un fenómeno universal en todos los países del orbe, en especial los del Sur. Todos querían verlo, todos querían ser como él. Para los países de América que no clasificaban al mundial, hinchar por Brasil era como hacerlo nacionalmente, porque Pelé se hizo tan familiar que era visto como un connacional. Igual fenómeno sucedió en África, a la cual visitó en varias ocasiones, en una de las cuales se reunió con Mandela de quien dijo "Nelson Mandela fue una de las mayores influencias en mi vida".
En 1974, el mundo extrañó a Pelé en el Mundial de Alemania- tenía solo 34 años, en plenitud de facultades, y fue campeón mundial de 1970, en México-. El mundo entero anhelaba despedirlo, aclamarlo, pero Edson Arantes do Nascimento no era ajeno a lo que sucedía en su país, aquejado de una férrea dictadura.
"La dictadura estaba exigiendo demasiado al pueblo" "La hija de Geisel (el dictador) me contactó y me pidió volver a la cancha y jugar la Copa de 1974. No acepté por un solo motivo: yo estaba infeliz con la situación de la dictadura en el país…En apoyo al país, yo rechacé, porque estaba muy bien y podía jugar en alto nivel"
Pelé se retiró en 1977, cuando aún todos querían verlo jugar su último mundial; enfrentó con estilo el racismo, pero hasta los más racistas sucumbieron ante su talento y diplomacia. Ha sido objeto de todos los reconocimientos deportivos, nacionales y mundiales. Su figura ha inspirado a millones de jóvenes a jugar fútbol. Él universalizó el deporte preferido de los pueblos del mundo.
"He jugado en todas partes. Sólo me queda jugar en la luna".