¿Cómo desatar fuerzas productivas en la esclavitud moderna? ¿No importa lo necrosado del salario?

Martes, 03/09/2019 02:12 PM

Uno no es economista y es hasta torpe con los números; y las cifras nos dan piquiña. Pero a fuerza de vivir, ver cosas y hasta escuchar bastante, se le terminan de pegar. Así como se pega la sarna, en buena medida se pega el conocimiento o la información de tanto recibirla y procesarla; por más bruto que uno sea, aquel termina como imbricándose en esta acumulación de materia orgánica que somos. Entonces si no aprendemos por inteligentes lo hacemos a fuerza de llevar leña. No es el mejor método, hay unos más eficientes y hasta generosos, pero en algo "la letra con sangre entra". Eso sí, entra muy poco y "guerra avisada…..". Ser engañado hoy y también mañana por lerdo, inexorablemente enseña a distinguir el engaño y los engañosos. Es posible que un muy inteligente, nunca engañado, sin desarrollar eso que llaman instinto o habilidades para detectar engañosos, resulte en algún momento víctima de estos.

Comenzaré por plantear esta interrogante que pudiera ser odiosa. ¿Por qué en Cuba introdujeron reformas constitucionales para alentar a los inversionistas, grandes y pequeños? ¿Por qué razón tienden a cambiar lo que ellos llaman el "cuentapropismo" en lugar de la rígida y extendida propiedad estatal, hasta de un taller de peluquero masculino con apenas un peine, una navaja, tijeras y una silla? ¿Por qué procuran desde tiempos inmemoriales atraer capital externo? Los chinos, es bueno leer a Víctor Álvarez al respecto, señalan que el secreto está en "desatar las fuerzas productivas". https://www.panorama.com.ve/experienciapanorama/El-socialismo-con-particularidades-chinas-por-Victor-Alvarez-20180829-0064.html

Curiosamente, dicho así por darle valor al lenguaje coloquial y rico de mi pueblo, esa misma frase la viene pronunciando últimamente con profusión el presidente Maduro. Eso sí, este lo hace con fuerza y como quien acaba de salir del baño cual Arquímedes. Y dice Maduro, "desatando las fuerzas productivas haremos una Venezuela potencia." Eso es lo que Álvarez llama el socialismo con peculiaridades chinas" y es lo que en parte, después de tanto cavilar y desatar con demasiada timidez las ligaduras del pasado, parecieran haber empezado a comprender los cubanos y haciéndolo estos, lo comprende Maduro. Aunque como aquellos, todavía no acaba quitarse la argolla de los grillos.

Pasamos por alto nuestra realidad. ¡Qué vaina esa tan cruel y terca de ignorar la realidad que nos agobia y asumir como nuestra la que es de otros! Porque es como si esos otros para nosotros leyeran, solo que leen en sus libros y cuadros, mientras los nuestros dicen y muestran otra cosa.

La China de hoy, con su enorme "desarrollo de las fuerzas productivas", partió de lo que dejó Mao como que los cubanos de ahora, los de la reciente reforma constitucional y después de haberse enterado de lo que hicieron chinos y vietnamitas, partieron de lo que dejó Fidel. Y aquello que dejaron fue el resultado de aplicar la visión de entonces, en buena medida impregnada del estatismo y el ignorar principios fundamentales que el cambio, si se puede apurar, pero no dar saltos , como pretender construir sin crear las bases, caminos necesarios y menos destruyendo todo lo existente aunque sirva. Fidel mismo no cesó de reconocer que en sus tiempos de fogosidad e inexperiencia cometieron muchos errores, como la de desbaratar en buena medida "las fuerzas productivas". Vietnamitas y chinos en ese su afán de impulsar la producción tuvieron el cuidado de respetar la realidad, estuviese ella expresada en el mundo material, concreto y hasta en el de lo subjetivo, lo que un ortodoxo pudiera decir de otra manera. La realidad nuestra es otra; basta un simple ejercicio de revisar cifras, mirar furtivamente y borrar de la mente el cuadro que inventamos partiendo de paisajes ajenos.

Llegado aquí, ya que hablamos de esclavitud, recuerdo que en el discurso de Abraham Lincoln en el momento decretar el abolicionismo, dijo entre tantas cosas, dirigiéndose a quienes eran el objetivo inmediato de aquella ley, palabras más o menos, "vayan y reclamen salarios justos". El capitalismo, y estamos viviendo en él, a menos que sigamos cayéndonos a embustes, requiere mercados que consuman lo que produce e intenta sacarle beneficios para seguir en su ley. Si no hay mercados tampoco habrá forma de desarrollar "las fuerzas productivas". Justamente por eso se produjo el abolicionismo en EEUU y hasta la guerra de Secesión. Y no se puede pasar por alto, porque eso sería una mentira demasiado infantil, las relaciones económicas a nivel internacional se rigen por las normas de capitalismo. ¿No es eso lo que caracteriza la llamada guerra comercial de hoy entre China y Estados Unidos?

Es elemental que debemos desarrollar "las fuerzas productivas", eso no es nuevo entre nosotros, está en nuestro viejo discurso, ni era necesario copiarlo de ninguna parte. Está asociado a la vieja aspiración de sustituir el rentismo, diversificar la economía, soberanía alimentaria e independencia económica. Aunque parezca cursi y pasado de moda, recordemos aquello tan viejo de "Sembrar el petróleo". No era necesario nos lo dijesen chinos o cubanos o que nosotros nos metiésemos en la prueba de ellos para copiarla. De donde ese discurso es muy viejo, retomarlo no es malo, pero sí lo es proceder como si estuviésemos descubriendo el agua caliente.

Pero volviendo a Lincoln, ¿cómo desatar las fuerzas productivas con un mercado interno menguado, donde los trabajadores casi estamos al nivel de la esclavitud? ¿Cómo lograr esa meta si el salario mínimo no alcanza para adquirir un kilo de carne y en consecuencia ni siquiera lo indispensable para dos días? ¿A quién le van a vender carne los ganaderos y carniceros? Pudiera ser cierto aquello de "hay miradas que matan", pero no lo de "viendo se come" o con ver es suficiente.

Desatar las fuerzas productivas para la exportación, mercados que pudieran adquirir lo que se produce, requiere mano de obra y ¿cómo entusiasmarla, impedirle se vaya al extranjero, si su ingreso no le permite siquiera recuperar las energías perdidas en el trabajo diario? ¿Cómo aspirar que un trabajador se esmere en la producción si sus hijos carecen de lo más elemental?

Según un reporte, la canasta básica, elemental, demanda unos 300 dólares mensuales de ingreso, mientras el salario mínimo venezolano de ahorita es de 1.6 de la divisa norteamericana, mientras el ingreso mensual de un profesional al servicio del Estado anda en los 9 dólares. ¿De dónde saldría el entusiasmo? Por favor, ahórrense los discursos decadentes e insensibles de quienes no pasan dificultades.

Por supuesto, eso podría lograrse, teniendo un mercado exterior dispuesto a comprar lo que produzcamos y un régimen que someta a la población trabajadora al sacrificio y le niegue toda opción distinta a lo que él se propone. Pero no creo que esa sea la realidad venezolana, aspiración de los venezolanos y ni siquiera está en la buena fe de quienes gobiernan. Pues, en nuestro caso, "desarrollar las fuerzas productivas" no sólo requiere mercado que consuma el producto, interno y externo, sino una masa trabajadora ganada para la tarea y eso empieza porque tenga capacidad para satisfacer sus necesidades. Es un asunto de la dialéctica donde lo material, cultural se envuelven y condicionan. Volvemos, como tantas veces, a recordar a Berthold Brecht, "lo primero es el comer".

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