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Venezuela, tiene la suficiente materia prima para no especular con un dólar ficticio

Domingo, 08/12/2019 08:53 AM

Con todo ello, es fácil comprender que el número de futuros y opciones negociados a escala mundial en los mercados de materias primas se quintuplicase entre 2002 y 2008. El valor de los derivados de materias primas OTC pasó de 0,44 billones de dólares en 1998 a 0,77 billones de dólares en 2002, hasta más de 7,5 billones de dólares en junio de 2007.

Desde finales de 2001, los mercados de derivados de productos alimentarios, y los índices de materias primas en particular, comenzaron a ver una entrada en masa de inversores no tradicionales, como fondos de pensiones, fondos especulativos, fondos soberanos y grandes bancos que agruparon esos instrumentos y operaron con ellos. La razón de todo ello fue sencillamente que los demás mercados fueron agotándose poco a poco: los mercados .com se desvanecieron a finales de 2001, el mercado de valores poco después, y el mercado de la vivienda en Estados Unidos en agosto de 2007. A medida que iban rompiéndose las burbujas, los grandes inversores iban trasladándose a otros mercados, cada uno de ellos considerado tradicionalmente más estable que el anterior. Oro, petróleo y finalmente, alimentos.

En ninguno de esos mercados se produjo ninguna restricción de la oferta o expansión de la demanda que, siquiera remotamente, bastase para explicar en su totalidad los aumentos de precios. Se pensaba que los mercados de los alimentos serían rentables porque era imposible que se agotaran: se puede perder interés en muchas cosas, sí, pero siempre habrá que comer. Ciertamente, la inversión total en fondos indizados en maíz, soya, trigo y ganado vacuno y porcino pasó de 10.000 millones de dólares en 2006 a más de 47.000 millones de dólares en 2007.

La Unión Europea no ha hecho apenas nada para mejorar la regulación de los mercados financieros ni para acabar con la especulación alimentaria, ha hecho incluso menos que los Estados Unidos. Y esa irresponsabilidad es grave, no olvidemos que Londres, por ejemplo, es el mayor mercado de productos agrícolas básicos del mundo fuera de los Estados Unidos. A pesar de los diversos llamamientos que denuncian las repercusiones de la especulación en alimentos como la tramitada por el Gobierno de Francia ante la Comisión Europea, la reglamentación europea de las operaciones con materias primas sigue brillando por su ausencia. En julio de 2010, Andrew Ward, gestor de Armajaro, un fondo especulativo con sede en Londres, adquirió 1000 millones de dólares (779 millones de euros) en contratos de futuros para 241.000 toneladas de cacao. Esto representaba alrededor del 7% de la producción anual mundial de cacao y es suficiente para abastecer al Estado español durante dos años enteros. Aún es más sorprendente que los contratos eran sobre la entrega, lo que significa que Armajaro era el propietario de prácticamente todos los granos de cacao contenidos en almacenes de toda Europa. El hecho de que a estas alturas se consienta semejante acaparamiento resulta difícil de creer, pero es cierto.

He dicho cacao en una sola operadora internacional con sede en el Reino Unido, esa pequeña isla que acompaña a Escocia e Irlanda. Entiéndame, son con estos cuatro artículos con el mismo tema y acabo de decir cacao, acá en Venezuela lo producimos y lo compramos a precios exorbitante a una pequeña empresa venezolana o varias, que son estimuladas por el Estado Bolivariano mediante créditos, bueno, los ingleses adquieren cacao, se lo llevan, le venden a Francia y España y nos lo traen procesado en tabletas. De verdad somos unos sinvergüenzas y zánganos, no queremos producir.

Más allá de las actividades estatales, me uno a la campaña europea contra la especulación alimentaria dónde ya venían trabajando decenas de organizaciones de manera muy activa, especialmente en todos los aspectos relativos a la incidencia política en las instancias europeas en la tramitación de la Directivas de Mercados y Servicios financieros (MiDiF II).

Se trata de la Directiva Europea que pretende regular la especulación y que desde las organizaciones de la sociedad civil se visualizó como una oportunidad para poner freno al escándalo de la especulación alimentaria. Sin embargo, pese a que se partía de un planteamiento esperanzador, a lo largo del proceso regulatorio se ha hecho evidente la falta de voluntad política de la UE, y en el texto actual la balanza se inclina hacia el lado del poder financiero y especulativo.

Hay suficiente producción agrícola en el país y leche para el consumo, por lo tanto, las mafias civiles y militares especulan con la moneda nacional e internacional para especular y dañar lo que representa la unidad familiar.

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