El Petro trueca luchadores sociales en expertos en criptomonedas. ¡Vaya revolución!

Domingo, 05/01/2020 09:46 AM

En este mundo al parecer todo tiene cura y si no por lo menos abunda quien a uno le recomiende un remedio, si en eso no se corre riesgo alguno. No importa si en uno aquél no haga efecto; lo importante es la intención; la buena fe de quien por la gente se preocupa, intenta ayudarle, es importante y hasta admirable.

Por el asunto del Petro y los vericuetos por dónde éste y quienes lo reciben deben transitar para que surta efectos, han abundado las quejas, reclamos y solicitudes de explicación. Lo que es muy natural dado lo novedoso del asunto. Pues aparte de todo lo complicado que significa recibirlo y usarlo, se debe afrontar toda la maraña de trampas que se tienden en el camino. Quienes a tiempo, como sabiendo lo que venía, se armaron con el mecanismo de "biopago", a través del Banco de Venezuela, pero también con un arsenal de trampas. Como el de ofrecer cambiar el Petro por bolívares, lo que ya es en sí un buen negocio, pero a cambio de una comisión descomunal. Hasta 10 dólares han quitado a personas que acuden a cambiar su Petro. Las tiendas, almacenes, aplican sus trampas como colocarle el precio a las mercancías a quienes intentan pagar con Petro por encima del correspondiente si cancelasen con bolívares o dólares. Y el dólar, como vengándose de la competencia, optó por subir desmesuradamente.

Pero aparte de eso hay otros asuntos, como el relativo a intentar que a través de Plataforma Patria, mediante una subasta, nuestro 1/2 Petro sea convertido en bolívares y transferido a la cuenta del respectivo banco. Y allí no se acaba.

Esta suma de asuntos ha dado origen a una como nueva ocupación en Venezuela. Pues unos cuantos venezolanos, como buenos samaritanos, por las redes se ocupan de explicarnos el qué hacer ante cada asunto o dilema que surja con el Petro. Ahora mismo, aparecen muchos venezolanos quejándose que siendo empleados públicos activos no les ha llegado el 1/2 Petro de aguinaldo y, sin que haya pasado mucho tiempo, se han aparecido esos buenos personajes a explicar lo por hacer para que cada afectado se vea recompensado. Y parece eso una actividad como muy bien recompensada y no digo esto porque crea que quienes de ella se ocupan reciban alguna compensación material directamente o asociada a eso estrechamente. Sino porque quienes se ocupan de orientar a quienes piden explicaciones se ven muy recompensados, como que lo que escriben se les lee copiosamente y bien que eso merecen, pues es bueno el trabajo que hacen. Y eso que uno no sabe los efectos o resultados que podría traer viéndoles empeñados en colaborar en una tarea que contribuye a expandir las ilusiones, hasta al bien dormir, atemperar la ira y posponer las intenciones de reclamar los derechos. Sin contar que eso no es justamente lo que agobia al venezolano, pues sólo sirve para hacer creer que se aporta algo sustancial y quedar bien con el patrón. Lo que revela que los dirigentes políticos y de masas están siendo sustituídos por expertos en asuntos de criptomenadas y revolucionarios por agentes de cambio y expertos en informática.

Pero yo sigo empeñado en otra cosa. Uno es terco y hasta hecho a la manera de antes. Como que sigo creyendo que tengo derechos y uno de esos es que por haber trabajado como docente por 4 décadas, al jubilarme merezco una vida decente y digna. Esto significa muchas cosas, como buena alimentación, capacidad para movilizarme y poder desarrollar las actividades para las cuales todavía soy acto. También tengo derecho, como todos, a la salud. Esto implica acceso a medicinas, si no que me los suministre un ente público, por lo menos pudiera adquirirlas sin detrimento de mis otras necesidades y poder acceder a un hospital y clínica que disponga de los medios para atenderme.

Es decir, si el salario o lo correspondiente a la jubilación no alcanza los niveles para cubrir esas necesidades, debería haber una política estatal que lo haga. Pero resulta que ni siquiera el Clap nos llega y no nos va a llegar porque dicen que tipos como uno, por vivir en un espacio determinado, es invulnerable y siendo eso no califica. ¡Cuánto daría a esta altura de mi vida, cuando estoy por cumpir 82 años, ser eso que dicen soy! Algo así como blindado o mejor enchufado.

Mi salario o jubilación pareciera no ser un derecho o conquista por los tantos años trabajados y las luchas personales y gremiales, sino una dádiva, triste y hasta infame de mi patrón. Si hay algo bueno en eso, es el gesto de dármela, por lo menos así razona mucha gente que se dice revolucionaria y otros atributos, ahora trocada en experta en criptomoneda. Debo agradecerle a quien ahora cumple ese rol de gobernante por lo poco que me la manda, negándome lo que impone mi contrato de trabajo, mis años de servicio y escalafón. Nada me merezco, nada me gané. Debó conformarme, como un paria, haya un Estado que me asignó generosamente, sin haber motivos para ello, una pensión y callarme la boca y esperar que mi patrón o mi amo se conduela, porque es por demás generoso, y me la aumente para que no perezca de hambre. Vea la televisión y espere, ese momento llegará, cuando su patrón le diga cuánto debe recibir y de paso callar, pero aplaudir.

Y este reclamo mío, es lo peor, no hay quien lo atienda. No habrá gente del gobierno que intentando llamar la atención, como esos que se apresuran a explicar como proceder ante el Petro, asuman mi reclamo y hasta llanto, porque si bien pudiera atraerles lectores, entre estos habrían unos cuantos, de los que bastantes duelen, que se volverían rabiosamente contra ellos. Estas letras, estos reclamos, este recordar que no estamos sujetos a limosnas y manifestaciones de buena voluntad del poderoso, sino a los derechos laborales conquistados por nuestra trabajo y luchas, lejos de premios y lisonjas nos traerán rechazo, como que le hacemos el juego al enemigo. ¿Acaso la muerte apresurada, la miseria y la negación de derechos son mis amigos?.

Y no habrá en el gobierno quien salga a explicar, porque no tiene cómo y si alguien, algun fantasma que todavía por allí ronda, lo hace, ¡para qué le serviría mi agradecimiento! Si se metió en lo que no debía y los puntos le bajaron, justo donde interesa que le suban.

En la oposición tampoco encontraría eco. No se meta embuste amigo que se siente como yo. Ella, la dirigencia opositora, si algo no le interesa para nada, somos nosotros, los trabajadores activos y jubilados. Puede que diga algo por si acaso necesitan nuestro voto o respaldo, pero llegada al gobierno, en sus planes si algo no cuenta, pregúntenle al FMI, es eso de subir el salario a los trabajadores. Las recetas del FMI, los planes de gobierno de sus aliados, nuestra oposición lo es, y los aumentos salariales, los beneficios contractuales son como el aceite y el agua. Creer que un gobierno opositor, de esa oposición que encabeza Guaidó, comprometida de antemano con el FMI y Trump, estuviese dispuesto a mejorar nuestras condiciones de vida es ser demasiado lerdo.

El gobierno por su parte, según sus planes, no está en disposición de hacer nada significativo por nosotros, aparte que quien le acosa tampoco se lo permitiría. Por eso, desde el gobierno nadie aparecerá a explicarnos qué hacer para mejorar nuestra situación, porque por eso no prestan la atención que reclaman quienes eso quisieran hacer. En este caso lo tiene que hacer uno porque es nuestra vida y dólor; ya nadie se acuerda de nosotros y aunque seamos muchos, sabran dividirnos y callarnos. Pero si nos callamos es peor.

¿Quién me explica cómo hacer con esta vida de la que nadie se ocupa y miserablemente se me acaba? ¿Habrá por allí un experto en criptomonedas y vericuetos de la Plataforma Patria que me explique? Nadie, porque no premian. ¡Por favor! No me digan que busque trabajo.

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