En el compendio para el EJE TEMATICO 4: "Critica de la economía política y emancipación del trabajo", reseñamos un artículo sobre la crisis capitalista publicado en la revista Cuaderno para el Debate No 6, que formó parte de nuestro ensayo: "LA RECONVERSIÓN INDUSTRIAL EN EL NUEVO MODELO DE ACUMULACIÓN". Ediciones Primera Línea. Caracas. Octubre 1990, siendo este artículo un resumen apretado de aquel texto.
PARTE I
El espejismo adeco de la "Gran Venezuela" y su conexión con el keynesianismo
La comparación histórica de los llamados "paquetes de ajustes", como reproducción de prácticas discursivas keynesianas o neo-liberales, coloca a la luz del día el predominio de la epistemología burguesa, que subyace en el recetario del ajuste aplicado en la IV república.
Subsumidos bajo esa racionalidad del capital que acabamos de reseñar, encontramos una serie de puntos de vista sobre la crisis, los cuales no superan el límite de lo "aparente". De allí que sea muy común encontrar un conjunto de explicaciones donde abundan las descripciones empíricas con abultados datos y estimaciones estadísticas, informaciones descontextualizadas, desagregadas y sin conexiones internas. Así por ejemplo se señalan variados indicadores donde se manifiestan los factores de crisis: inflación, desempleo, déficit presupuestario, déficit de la balanza de pagos, etc, y las explicaciones de rigor sobre las causas de tales fenómenos se circunscribe a los problemas de oferta y demanda, a los cuellos de botella en los flujos monetarios.
En tal sentido, debemos acudir a las experiencias histórico-concretas para revisar la ejecución las diferentes perspectivas que le sirvió de base a la tecnocracia adeco-copeyana como canon interpretativo, lentes, visión, concepción, en los cuales encuadraron los datos e indicadores sobre la recesión -inflación (desempleo, elevación de precios, déficit fiscal).
En términos muy puntuales podemos indicar los siguientes enfoques de la economía vulgar en torno a la crisis capitalista, empleados por los regímenes adeco-copeyanos, esbozando en esta primera parte el enfoque Keynesiano.
Durante la recesión de la década de los años 30, la política económica librecambista, basada en la Ley de Say que sostiene que el simple juego de la oferta y la demanda puede lograr el equilibrio económico, entró en bancarrota.
En la literatura sobre el tema, en la óptica liberal, se habla de la libre competencia, mecanismos de mercado, mano invisible que regula todo el proceso de producción, circulación y consumo de bienes.
El cuestionamiento a este presupuesto, bien caro al liberalismo desde la perspectiva burguesa, fue desarrollado por Keynes, quien formuló una teoría del ciclo económico donde sostiene que existe una tendencia secular de la demanda a declinar, a no coincidir con !a oferta, y es de allí donde provienen los desajustes.
Para evitar la caída de la demanda (capacidad de compra de los sujetos económicos) debe entonces intervenir un sujeto extra-mercado que no puede ser otro que el Estado.
De esta manera se puso en discusión la creencia, bien vieja y tradicional, de que el mercado regula el proceso económico.
En tal sentido, Keynes se definió como partidario de una creciente intervención del Estado, como agente regulador.
Particularmente sugirió una serie de medidas anti-crísis que ponen el énfasis en la ampliación de la demanda agregada a través del gasto público, es decir, utilizar la intervención del Estado para garantizar inversiones, compras, créditos, en momentos en que los capitalistas se abstienen de hacerlo porque ha bajado la tasa de ganancia y viene el proceso donde la producción y el consumo caen de forma acelerada.
El punto de partida de Keynes es que el ciclo económico y sus diversas fases: depresión, recesión, recuperación y auge, se origina por la disparidad entre el ahorro y la inversión.
La recesión será entonces consecuencia de una propensión (deseo, inclinación, motivación al ahorro por parte de los capitalistas, lo cual desestimula la inversión y la producción).
La propensión al ahorro está determinada por una serie de motivos: precaución, cálculos, avaricia, especulación.
Para combatir tal tendencia de los capitalistas, el Estado debe estimular la propensión al consumo y a la inversión, contrarrestando de esta manera el estancamiento de la actividad económica. En momentos de crisis existen mayores riesgos y crecen las mayores expectativas de fracaso, siendo lo más común la tendencia a esperar una mejor oportunidad y concentrarse en las especulaciones cambiarías donde se intentan aprovechar los diferenciales de las altas tasas de interés.
En esas circunstancias, el Estado debe implementar un conjunto de medidas (lo que ahora se denomina Paquete de Ajuste) fiscales, financieras y monetarias, que estimulen el consumo y la inversión. Y para lograr tal propósito debe manipular la tasa de interés hacia abajo, para abaratar el dinero y facilitar los créditos, igualmente debe generar una demanda adicional con el gasto improductivo del gobierno.
El Estado, para estimular !a inversión privada y crear un clima de expectativas, hace gastos en infraestructura, trata de garantizar facilidades crediticias, asume los gastos de reproducción de la mano de obra (educación, salud, vivienda, transporte, etc.). Pero cobra mucha importancia dentro de la óptica keynesiana, la aplicación de un conjunto de medidas que pueden reanimar el ciclo económico desde un punto de vista coyuntura!; para ello dirigen el esfuerzo hacia las ramas de la actividad económica que son aceleradoras-multiplicadoras del estímulo productivo (el efecto expansivo de la inversión monetaria). Por ejemplo, si se estimula la construcción de obras públicas, carreteras, escuelas, viviendas, ello genera una demanda de la industria que produce insumos para la construcción: cemento, pintura, cabillas, etc. De allí se origina un alza en el nivel de empleo, y por ende, en la capacidad adquisitiva de quienes trabajan en dichas ramas.
Este es el llamado efecto multiplicador de la inversión pública. Claro está que aquí se parte del presupuesto ideal de que al inyectar una mayor masa monetaria se estimularán los sectores productivos que no estén usando su capacidad plena, o que ampliarán el plantel industrial o harán nuevas inversiones.
Pero en la práctica suele ocurrir otra cosa:
* Un mayor estímulo a la inflación.
* Crecimiento de las importaciones.
Esas estrategias de ampliación de la demanda y el encadenamiento del efecto expansivo multiplicador, fracasaron por lo siguiente:
* Se ignoró el rasgo esencial de la producción capitalista: el comportamiento de la tasa de ganancia y la acumulación como fin de la economía.
* La rigidez estructural de la oferta para poder responder rápidamente a estímulos monetarios, ya que existen deformaciones sectoriales entre la agricultura-industria, servicio-comercio.
* El carácter parasitario y rentista de nuestra burguesía.
PARTE II
Reedición del liberalismo: la versión copeyana de la "Escuela de Chicago"
Contemporáneamente, las teorizaciones entorno al neoliberalismo han sido hechas por la llamada "Escuela de Chicago", bajo la inspiración de los trabajos de Miltón Friedman. Con una nueva jerga y un nuevo cliché, se repite la vieja creencia de la mano invisible del mercado como mecanismo para arreglar los desajustes y fluctuaciones temporales de la producción.
En EEUU, en la década del 80, los alumnos de la Escuela de Chicago retomaron la añeja propuesta de los economistas vulgares -al decir de Carlos Marx- con un nuevo nombre: "Economía de Oferta" (Supply Side), ubicando las causas de la crisis en los siguientes factores:
* Un exceso de participación e intromisión del Estado.
* El elevado gasto público.
* El déficit fiscal.
* La regulación de precios.
* El proteccionismo estatal.
En tal sentido, el recetario de esta tendencia para salir de la crisis prescribe las siguientes medidas:
* Limitar la participación estatal, estimular la competencia, reducir el déficit fiscal, racionalizar el gasto público.
* Estimular la producción y la productividad.
* La liberación de las barreras: bajar aranceles, eliminar los subsidios, atraer las inversiones extranjeras.
Podemos observar que tales medidas han venido formando parte del "Paquete de Ajustes" que el FMI impone para negociar las deudas y nuevos empréstitos.
Los técnicos del gobierno de Luis Herrera Campins en el año 1983, inspirados en los esquemas de la "Supply Side", aplicaron una política con líneas de acción de: liberación de la oferta y restricción de la demanda.
Comúnmente se dice que el keynesianismo es inflacionista, y que el neoliberalismo es recesionista, porque uno manipula la inflación y el otro el desempleo y los bajos salarios.
Concretando esta estrategia por el lado de la oferta, LHC aplicó este plan, el cual se basó en:
* Liberar los precios, buscando elevar la oferta interna de los bienes.
* Bajar los aranceles, eliminando las barreras proteccionistas, y por la vía de la competencia internacional, obtener una mayor eficiencia y calidad de la producción nacional, aprovechando las llamadas ventajas comparativas.
* Contraer el crédito y la liquidez monetaria, estimulando altas tasas de interés, y la reducción del gasto público.
Todo esto fue lo que se denominó "el enfriamiento de la economía". Pero en realidad los resultados en la aplicación del paquete neoliberal en e! gobierno de LHC, fueron los siguientes:
* La liberación de precios, que supuestamente estimularía la inversión en los sectores donde anteriormente existían precios regulados(aumentando la productividad y por tanto abaratando los precios) desconoció el comportamiento de la tasa de ganancia al igual que CAP, y desestimó la estructura monopolista en el mercado nacional.
De hecho los sectores que producen bienes de consumo masivo - fundamentalmente los bienes tradicionales: alimentos, vestidos, calzados- están signados por una baja rentabilidad y de suyo los capitalistas no tienen propensión hacia la inversión ya que no hay rentabilidad. Por ello la liberación de precios y los otros estímulos a la oferta no alcanzaron el objetivo de elevar la producción, sino que se tradujo en una elevación de precios de la escasa oferta interna, además de que los mismos productos que fueron liberados gozaron de las rebajas arancelarias, es decir, fueron importados y vendidos más caros aprovechando tal liberación, porque son los mismo grupos importadores los que tienen el control de la producción agrícola e industrial.
* La contracción del crédito y de la liquidez monetaria, trajo como resultado la asfixia financiera de la pequeña y mediana industria.
* La demora y la paralización de los pagos, el lento crecimiento de las ventas como producto del enfriamiento de la demanda, profundizó la contradicción del aparato productivo. Aquí es importante puntualizar que la crisis que hemos venido padeciendo combina la recesión con la inflación simultáneamente, lo que obstaculiza la puesta en práctica de los paquetes de ajustes.
De allí que hayan aparecido nuevos términos para describir dichos fenómenos:
a-. Stagflación, que significa estancamiento de la producción con crecimiento de los precios.
b-. Slumpflación, que señala un proceso de retroceso del aparato productivo, y al mismo tiempo crecimiento de los precios.
Esto es los que se conoce como "pantano de la recesión-inflación", que hasta ahora no ha podido ser superada, colocando a los paquetes de ajustes ante una paradoja:
Sí bien se trata de reactivar el ciclo a través de la demanda agregada -vía gasto público-tal como vimos en el enfoque keynesiano, ello se convierte en una propagación y multiplicación de la inflación porque aumenta el circulante, y se amplían los medios de pago, pero no la producción en forma simultánea, lo que conduce al encarecimiento de los pocos bienes y servicios que existen.
Si por el contrario, se trata de reducir el gasto público (en un país donde el gasto público es el principal componente de la demanda) y restringir la liquidez (es el recetario de la Escuela de Chicago), ello tiene efectos anti-inflacionarios, pero al mismo tiempo genera contracción, lo que profundiza aún más el proceso recesivo.
Por ello, después de haber aplicado estos lineamientos, LHC preparó el terreno para lo que más tarde sería el Viernes Negro, es decir, la devaluación del bolívar y el control de cambio.
Entre el Keynesianismo y la Escuela de Chicago existen variadas diferencias en cuanto a donde poner el acento al resolver los problemas de la crisis orgánica. Estos son:
* Para los keynesianos, lo principal es el mercado interno, concretando la política de sustitución de importaciones, lo cual hace obligante la aplicación de políticas de redistribución del ingreso, intentos de alcanzar el pleno empleo y una política salarial expansiva. Esto hace que tal política aparezca como progresista y sea avalada por los sectores de la izquierda reformista y socialdemócrata.
* En el caso de la administración de LHC aplicó un paquete de ajuste neoliberal, sin poder modificar la rigidez estructural del aparato productivo -a pesar de un incremento en los precios del petróleo y la consecución de nuevos empréstitos-, y al final de su gestión se agravaron los déficit, acompañados en ese momento con una fuga masiva de capital, quiebras y ruina de la pequeña y mediana industria, y el crecimiento del desempleo
* La propuesta de Friedman y sus alumnos de la Escuela de Chicago se concentra en la promoción de las exportaciones no tradicionales, insertándose en el mercado mundial, reduciendo los costos de producción, lo que comúnmente se traduce en: desempleo, bajos salarios, eliminación de la seguridad social, nuevo régimen de prestaciones, nuevas normas de contratación.
* Por lo general, en el plano político, la propuesta de Friedman requiere de un gobierno de fuerza que logre mantener el control social. Por ello se asocia a los sectores de derecha y reaccionarios.
PARTE III
Paquetes de ajustes burgueses y las propuestas anti-capitalistas
En la actual coyuntura, cuando la crisis orgánica del capital se profundiza, las previsiones de Marx sobre las contra-tendencias que promueve el capital ante la caída de la ganancia, son impulsadas ahora de una manera salvaje como política anti-crisis, con sus devastadoras consecuencias: intensificación de la explotación del trabajo, incremento del desempleo, desvalorización del salarios y eliminación de seguridad social, haciendo actual la consigna SOCIALISMO O BARBARIE.
De allí que frente a este proceso de deterioro de las condiciones de vida y trabajo de la población, existen un conjunto de planteamientos que responden a las diversas ópticas y a los intereses en pugna.
En esa perspectiva, podemos sintetizar las posturas en tomo a las crisis capitalistas de la siguiente manera:
1. Respuestas que se orientan por los enfoques keynesianos o neoliberales, con ajustes inflacionistas o recesivos (o una combinación de ambos), buscando relanzar la tasa de ganancia hacia arriba, y haciendo caer sobre los .sectores populares el peso de la reanimación del aparato productivo: desempleo, carestía, impuestos, etc.
2. Propuestas reformistas que se apoyan en las ideas fatalistas de que no se puede hacer nada sino aceptar el ajuste; por ello lo que se plantea es administrar la crisis, buscando compensar el impacto de las medidas haciéndolas más graduales y protegiendo a los sectores vulnerables con estrategias de sobrevivencia: beca escolar, bonos de desempleo, hogares de cuidado, etc.
3. Propuestas también de corte reformista, pero con un acento más nacionalista y anti-imperialista. Se trata de la tesis de "salvación nacional" en el contexto del sistema capitalista. Se reviven las viejas consejas de los frentes populares y de las alianzas con la burguesía nacional, tal como lo postuló el stalinismo hace muchas décadas. La base material de este enfoque está en las contradicciones que confrontan algunos grupos y fracciones del capital, como son los pequeños productores y los sectores monopolistas conectados históricamente con la política de sustitución de importaciones, producción para el mercado interno.
4. Propuestas anti-capitalistas, las cuales parten ubicar las raíces genético-estructurales de la actual crisis.
El conjunto de análisis de los programas de ajuste, el contexto actual de sus indicadores estructurales (de formaciones sectoriales, rigidez del aparato productivo, subutilización de la capacidad instalada, sobre-diversificación de bienes), y sus expresiones coyunturales (desempleo, inflación, pobreza crítica) nos están indicando que cada día tienen menos oxígeno las salidas reformistas, sobre todo si tomamos en cuenta la pérdida de dinamismo de la renta petrolera -la cual tratan de relanzar con !as políticas de apertura- y de los mecanismos del endeudamiento.
Cuando examinamos el keynesianismo y neoliberalismo, señalamos las razones que conducen a que tales programas de ajuste fracasen a la hora de eliminar las causas estructurales de la crisis, pero esto no incapacita al bloque en el poder para equilibrar las cuentas nacionales o reactivar algún sector económico. Cuando decimos que no hay salida, queremos significar el hecho de que la solución de algunas de las dificultades macroeconómicas -por ejemplo el déficit fiscal- se va a lograr sobre la base de pechar más a la población, rebajar los costos salariales (lo que va a implicar la eliminación de la actual seguridad social y el régimen de prestaciones) utilizando nuevas formas de contratación como las que se vienen utilizando para que el trabajador no acumule las prestaciones, a través, por ejemplo, de una tasa de rotación en el empleo.
Tal contexto ofrece, como nunca, condiciones para una impugnación a fondo de la dominación, y crea un cuadro favorable para la insurgencia de una opción anti-sistema, la cual tiene como requisito inexcusable el no confundirse con las propuestas reformistas (programa de ajuste, pacto social, concertación nacional, salvación nacional).
Tanto en el conjunto de la situación mundial como en nuestra sociedad particular, cada día cobra mayor vigencia el proyecto de emancipación del trabajo:
A. La superación de la escisión entre trabajadores y los medios de producción .
B. La abolición de la ganancia sobre el proceso de trabajo, eliminando la extorsión del trabajo, el lucro como meta de la producción, colocando en su lugar las necesidades históricas y culturalmente determinadas por los pueblos.
C.- Dirección conscientes y planificación democrática del proceso productivo.
D.-Control de precio y de cambio, ejercicio participativo de la contraloría social.
Para el logro de tales objetivos de suyo se comprende que hace falta una revolución, donde los explotados y oprimidos conquisten y a la vez construyan un nuevo poder, a través del cual podamos transformar las actuales estructuras de dominación.
Esta es la utopía concreta por la cual luchamos hoy, involucrando en nuestra perspectiva los siguientes proyectos:
- La gestión directa del trabajo, articulada por el control directo de los trabajadores de la producción, la distribución, el consumo, y la autogestión de este proceso.
- El desarrollo de la multilateralidad del trabajo concreto como de los valores de uso, es decir, del trabajo directamente social sin la mediatización de relaciones mercantiles, o de la estructura y los patrones de consumo, impulsando en su lugar necesidades más radicales o auténticas.
- La abolición de la racionalidad burocrática, construyendo un nuevo modo de producir conocimiento que ayude a eliminar la división social del trabajo, la jerarquía y el monopolio del saber.
- La emancipación de la sensibilidad, lo que nos conduce a la revalorización del afecto, el diálogo, la cooperación y la solidaridad, como principios humanistas.