Desde hace años, no cometeré el exceso de decir, "de los tiempos cuando era niño", porque en eso entonces le tecnología no había llegado hasta allí, pero si son unos cuantos, técnica y maña de las que aquí hablo existen. Pero "veinte años no es nada". Si no pregúntenle a los del gobierno, que en eso andan justo hace veinte años y están, después de tanto nadar, en la orilla; porque cuando aquel audaz capitán dejó el barco, la primera borrasca que se vino y luego las otras y las otras lo fueron reculando o mejor empujando a navegar en la dirección de la popa hasta depositarle en donde ahora está y como está, en estado deplorable. Sólo los gritos de quienes le manejan se escuchan que siendo emitidos para alentarse entre ellos, hasta uno llegan como de quienes piden ¡¡¡auxilio!!! Los tripulantes y los viajeros están como atónitos, bocas abiertas, viendo tanta impertinencia e insensatez, porque lo participativo y protagónico, creyéndolos innecesarios y hasta estorbosos, desde tiempo atrás, cuando la nave se acercaba a unos areccifes, los del puente de mando tiraron por la borda.
En esos mismos 20 años, pues apenas en el 2000 llegó a la alta dirección del Partido Comunista Chino, Xi Jinping le dió un impulso consistente y titánico al ritmo de crecimiento que ya traía la economía de aquel inmenso y súper poblado país, lo que es distinto a ponerse a repartir la renta o comerse a pedazos la gallina de los huevos de oro, que hasta a los gringos, tienen como con la boca abierta y el presidente Trump todavía no puede asimilar. Tanto que acude a medidas proteccionistas para defenserse de las ventajas del país asiático y luego debe suspenderlas porque el "cuero se levanta por la otra punta".
El 1/2 petro está encriptado y exhibido en un escaparate de paredes de cristal para que "su propietario" lo mire como crece y engorda mientras sueña con un futuro promisor, o como decía aquella canción que cantó el caraqueño Rubén Osuna, de quien nadie se acuerda, "Un día llegará!, o llegue un gobierno que a aquello, por virtual, lo mande al rincón de los recuerdos, el mismo donde se guardan las cintas de grabación, los cd, casettes y los reproductores de los mismos y todo cuanto la velocidad tecnológica desecha. Y entonces uno, si todavía vive, contará a sus bisnietos historias hemosas como aquella bella joya que tuve y solo podía verle tras los cristales, en la pantalla del monitor y gozaba en sus seniles eyaculaciones, contabilizando como crecía su valor. Hasta que de repente, todo se apagó.
Pero, para que nada de eso suceda, les brindo lo que se me ha ocurrido. Nada invento, pues no tengo talento para eso, simplemente tomo de lo que hay, me copio, como hace buena parte de la gente con prestigio y hasta mando. Lo único que hice fue recordar a Houdini, el escapista austro-húngaro y le combiné con tantas películas de esas en las cuales los bancos y museos se valen de los rayos laser para asegurarse de ladrones. Y particularmente me apoyé en una película protagonizada por Robert de Niro, donde roba algo así como un valioso bastón de mando por el cual pagaban una fortuna descomunal.
Por supuesto el recurso de De Niro o de quienes hiceron esa película, no es nada original, pues parecidos han sido utilizados en cientos de ellas. Entonces yo veo a mi medio petro, como De Niro al ansiado bastón, dentro de cuatro paredes de vidrio, en el centro de un amplio salón en el cual se exhibe. De día, mientras la vigilancia humana y electrónica están activas y en abundancia, aparte de la tambien abundante presencia de gente que allí acude a lo mismo, mirar y admirar aquella pieza y las tantas que en el museo abundan, De Niro o su personaje observa todos los detalles del espacio para afinar los detalles de su fechoría. Está allí como uno, cuando abre el computador o el teléfono, entra en la Plataforma patria, constata que allí está todavía el 1/2 petro exhibido, a nadie se le ha ocurrido quitárnoslo, de manera que no salgamos a chillar; luego constatado aquello vamos a la plataforma del Banco de Venezuela y miramos como nuestra media moneda encriptada sube de valor. Y uno se desborda en alegría y se llena de sueños mezquinos por segundos y hasta siente la tentación del tacaño.
Pero De Niro tiene un plan para sacar en la soledad de la noche aquel bastón de allí. Nosotros ninguno para hacer que el 1/2 petro deje de ser un sueño y sirva para algo real, urgente y necesario, pues las carencias son tales que no tenemos de verdad sustento para hacernos rico y liberarnos, siendo trabajadores y para más vainas jubilados, con esa como inusual estrategia revolucionaria, que es la misma que inventaron los adecos en la ferrominera y hasta en la antigua CANTV, estimulando y entusiasmando a los trabajadores para que invirtiesen sus prestaciones y hasta aguinaldos en acciones de esas compañías. De donde los trabajadores, de explotados y sujetos a expropiación del valor agregado o el plus valor, dicho así como el tipo que no quiere que le entiendan porque sería rebajarse, se tornarían en socios, propietarios y capitalistas, lo que sin duda sería todo un cambio revolucionario. ¿Si en el pasado eso se hizo, por qué no ahora estando en etapa de trancisión y en camino al socialismo, aunque la barca recule y la popa termine en la orilla misma de la playa?
El bastón que De Niro robó, de noche, en la soledad del salón, estaba protegido por una maraña de rayos laser que, como sabemos, no son percibidos a simple vista. Para llegar aquél, una vez en las puertas del salón, había que ver con claridad los rayos, para lo que fue necesario unos lentes especiales, que al parecer no existen pero hay quienes dicen o creen que sí y para penetrar entre el entramado de rayos, actuar con la plasticidad de una serpiente o la habilidad de Houdine.
T
odo eso hizo De Niro, sin apelar a lo poco exquisito y nada emocionante de apagar la fuente que emitía los rayos. Entró y salió serpenteando, contorsionándose, ayudado por sus lentes.
Justo cuando llego a mi 1/2 petro o al espacio donde me lo tienen encriptado, después de haberme informado acerca de su valor del día y sacado cuenta para saber cuánto subió desde el día anterior, le veo como De Niro al bastón, custodiado por una maraña de rayos laser y apenas intento meter la mano para tomarlo, lo que no es delito porque es mío, suenan las alarmas y los rayos me aprietan y empujan hacia afuera. La página se cierra o mejor no se abre y me dice hasta con sorna "por aquí no entras", busca tu cachachá en otra parte.
Ahorita no hay quien me lo compre estando allí. Pues si bien allá dentro sube como la espuma, en la calle nadie lo quiere y quien pudiera animarse a comprármelo, aun teniendo sus medios para sacarlo y hasta lograr que se lo hagan real de lo verderaro y real de dinero no virtual y en bolívares, sabe que eso le costará bastante, lo haría a cambio de una comisión jugosa.
Entonces la solución es como demasiada obvia si quiere sacar su 1/2 petro de dónde ahora está sin pagar comisión. Cómprese sus lentes apropiados, esos que permiten ver la trayectoria de los rayos laser; lo malo es que hay quienes dicen que no existen y si se encuentran deben costar un ojo de la cara porque son importados. Y una vez que los tenga, vuélvase culebra para llegar hasta allá y regresar vivo y sin que nadie le pille. No se confíe por aquello que en Venezuela los corruptos tienen rueda libre y Guaidó hace y deshace a su gusto, porque los organismos del Estado son relancinos y como demasiado avispados cuando se trata de impedir que los pendejos intenten haya justicia.
Y después de tantos cuidos para salir de todo aquello con vida, vendrá otra tarea complicada, que por ahora no es asunto nuestro, como encontrar un alma nada despiadada que no le vuelva su petro una cosa fofa y luego se lo espaturre cuando se caiga.