En mis años de estudiante un artista venezolano se había convertido en símbolo de la resistencia frente a un país, sus obras estaban en caminos, puentes, espacios abandonados, caminos y autopistas. Juan Loyola tomaba como superficie para su obra los autos chocados, abandonados, convertidos en chatarra que estaban por todo el país, los gobiernos de entonces mucho menos insensibles por el arte, la ciencia, la educación y la cultura que el actual a veces detenían a juan y otras removían la pieza del artista "era una ofensa pintar los colores patrios en un objeto abandonado" lo terrible es que no era terrible el objeto en sí que antes de ser intervenido por Loyola era solo metal y oxido a la intemperie. Juan Loyola se anticipó al país que nos toca vivir desde Miraflores con un mapa de lo que queda se va coordinando que falta por destruir "ahora la libertad de expresión, ahora los caminos, ahora las universidades, ahora la salud, ahora los centros de investigación, ahora las reservas internacionales, ahora, ahora, ahora…" vivimos frente a una máquina que gobierna para destruir, para acabar, para desprestigiar, para silenciar, para chatarrizar inclusive la moneda: "Entre los años ochenta y noventa del siglo pasado, se destacó en Venezuela un artista transgresor e incómodo, tanto para las instituciones públicas como para la crítica de arte: su nombre era Juan Loyola. Nacido en Caracas en 1952, Loyola creció en Catia La Mar (Estado Vargas), y desde muy joven resaltó como un autodidacta en la escena del arte. Desde la isla de Margarita fue promotor, entre 1975 y 1976, de las ‘Plazas de los pintores’, pequeños espacios públicos tomados para exposiciones y ventas de obras de factura tradicional que tuvieron lugar en Porlamar, Barcelona y Puerto La Cruz. Pero fue solo a finales de la década de 1970 cuando arrancó su trabajo como artista, con un remedo de arte povera, las Cajas negras (1976-1979), ensamblajes de desechos industriales. Con una de estas cajas ganó su primera distinción en el IV Salón Fondene, en Porlamar (1979). Poco antes había convertido su tienda de ropa importada en un centro cultural y galería de arte llamado ‘La piel del cangrejo’." https://tropicoabsoluto.com/?p=1530
Nuestro símbolo monetario antes respetable, con poder de compra, que servía para adquirir bienes, para ahorrar, para esconderlo debajo del colchón hoy pesa menos que el humo, lo consigues como como papel en las calles, se fabrican artesanías, bolsas, se hacen recuerditos en alguna carretera perdida, se tira en los rellenos sanitarios, se utiliza en el juego de monopolio ya que vale menos que los "billetes del banco de la ilusión" ¿qué hacer con ese volumen de papel que está en todas partes y no sirve para mucho, qué hacer con masas y volúmenes de billetes que no valen ni la tinta con la cual fue impreso? La destrucción de nuestro símbolo monetario, de nuestra moneda no es culpa de ninguno de nosotros, es culpa de una política económica desastrosa, perversa, terrible, enferma. Yo voy viendo que cosa podemos hacer, como podemos demostrar nuestra indignación y que nuestros billetes tengan alguna utilidad que no sean solamente servilletas para limpiarnos después de comer un plato de caraotas o unas escuálidas albóndigas.
El arte tiene que tener una carga de provocación con lo existente, no podemos como artistas ser complacientes, hoy frente a un gobierno donde los hombres de uniforme desean uniformarnos a todos, donde la mirada del artista desea ser enceguecida, enclaustrada, llevada a espacios de oscuridad, donde el discurso no es ético y tampoco estético, donde las galerías está a punto de extinción, donde las librerías cierran, donde los cines sobreviven, donde el papel es un objeto suntuario, nos queda a los que creemos en otra mirada, que a pesar de un gobierno que acusa, señala, ignora, busca destruir y no construir, desea que sus órdenes desde un espacio como el llamado Cuartel de La Montaña ( sitio que deberá ser convertido en una escuela de artes para el oeste de Caracas) en todo esto yo solo voy haciendo mi parte y tomando los billetes fuera de circulación para varias cosas: Volantes u octavillas para agitación y propaganda exigiendo la libertad de trabajadores detenidos, como invitaciones para mis exposiciones en México, Colombia, Ecuador y como tarjeta de presentación .
Voy por ahí utilizando nuestra chatarrizada moneda como soporte, como superficie para informar inclusive con el propio objeto la situación social, política, económica que vive Venezuela. Vamos transformando un objeto inútil o sea una moneda que gracias o debido a los que emiten decretos, discursos patrióticos, retretas nacionalistas no vale nada en objetos que por lo menos tienen un valor que está más allá del numismático.
Yo por mi parte veo a Loyola como un inspirador, como un recuerdo vivo de una Venezuela donde el maestro tenía el coraje, el talento y las pinturas, las brochas y cierta libertad para demuestra su genio y su descontento en una Venezuela donde nos entendíamos entre civiles, donde "el genio cuartelario" no invadía los espacios de civilidad, de arte, de expresiones de sensibilidad y belleza. La marcialidad debe regresar a los cuarteles y nada más.