Mientras el coronavirus unifica, el FMI divide a los “templarios”. ¿Será por “curpa e´ Chávez”?

Jueves, 19/03/2020 03:40 PM

Toda la vida, dicho así de manera coloquial y ligera, ese universo venezolano que, por comodidad solemos llamar izquierda, pues sus límites son muy difusos, sus lotes e individualidades, han andado en busca de algo de "donde pegarse para dividirse", con más interés que "hacer la revolución". Y ahora es peor, pues los límites, por imperiosa necesidad y realismo deben ser más amplios, sólo que se reúnen por tres o cuatro consignas, coyunturas muy breves y esporádicas, pasándole por delante a detalles sustanciales.

Y es que como dijimos en un artículo nuestro publicado años antes a "La vieja izquierda le encantaba dividirse. A ella bien se le podía aplicar aquel poema que el gran Aquiles Nazoa, dedicó a Betancourt. Por ser éste tan divisionista y cizañero, dijo nuestro gran humorista, cosas como:

"Dividió a los militares en pelotones de a seis."

Luego, más adelante, algo parecido:

"En un marroncito, puso a pelear,

En el fondo de la taza, la leche con el café".

Un viejo amigo, muy dado al humor negro y al sarcasmo, solía decir que la izquierda hablaba de las masas, pero en verdad no había nada que le molestase más que la gente; bastaba que llegásemos a ocho, para dividirnos en dos grupos de cuatro. Lo que es peor, agregaba, cada pequeño lote invertía su tiempo combatiendo al otro, en lugar del imperialismo y lo que ambos llaman clase dominante."

http://deeligiodamas.blogspot.com/2012/12/dios-ampare-chavez-e-ilumine-diosdado-y.html

Observen que en ese entonces dije "a la vieja izquierda", dando entonces por un hecho que "esa ceba", expresión muy usual de una buena amiga, había perecido. Pero no, revivió y es y sigue siendo hasta tan nociva como el coronavirus.

Y, es que en ella, muchas cosas hacen mella, como esas raíces moralistas que se pegan a la tierra y no dejan dar pasos firmes, coherentes y sensatos.

En verdad, Chávez hizo un milagro. Como que reunificó a buena parte de aquello que Caldera, quizás sarcásticamente, llamó "el chiripero" y mucho más. Por lo menos lo hizo para que su candidatura saliese triunfante en 1998. E hizo esfuerzos para que una incipiente unidad se mantuviese. Pero no tardó "la cabra en tirar pa´ el monte". Lo "resabiao" no se le quitó a esa gente que siguió siempre buscando como dividirse, su caldo de cultivo. Un pequeño grupo más hábil y sobre todo organizado y coherente, pero eso sí como ya dije, un pequeño grupo, menos individualista, para bien o para mal, mantuvo aquello que Chávez unió en un proyecto que desune. Y lo curioso, es que hasta ahora han tenido éxito para sus fines. Unen por un lado y por el otro desunen y marginan, sobre todo a quien no se somete al redil, para mantener el poder.

El coronavirus sin saberlo y ni siquiera esa fuese su intención, ha estado uniendo factores inimaginables contra él mismo. En ese mundo que, por distintas razones, impropiamente llaman la izquierda y que en vida de Chávez comenzó de nuevo a dividirse, sin que faltasen quienes desde adentro, a ese fuego echasen candela para sacar provecho, comenzó a producirse un acercamiento por razones de subsistencia o sea inherentes a la simple condición humana, hasta más poderosas que el antiimperialismo.

Y no podía ser de otra manera, cuando "hasta" Fedecámaras, prácticamente ha planteado al gobierno una tregua y por supuesto su plan. Y era de esperarlo. En el mundo europeo el coronavirus amenaza con dejar una secuela sin precedentes en el ámbito económico, como quiebras de negocios, pequeños y grandes, empresas y caída desmesurada de la bolsa. Hasta EEUU está bajo esa amenaza y por supuesto Venezuela, diríamos, con más razón. Eso obliga a Fedecámaras, por primera vez en los últimos 20 años, a intentar tender un puente entre ella y el gobierno. Y eso es lo más natural, lógico. Las diferencias de carácter cultural, ideológico o de clases, para decirlo de manera convencional, no deben impedir que esos factores lleguen a acuerdos por la supervivencia; pues de ningún lado, por separado, están en capacidad de dar las respuestas adecuadas. Entre el gobierno y Fedecámaras hay un mundo por explorar y posiblemente, diría por mi parte que sí, grandes opciones para llegar a acuerdos. Y conste, por lo que dijo la prensa, la iniciativa del acercamiento la tomó el organismo empresarial y el gobierno le pareció prudente responder de manera positiva.

https://www.panorama.com.ve/politicayeconomia/Fedecamaras-llama-a-lideres-del-pais-a-dejar-diferencias-ante-crisis-20200318-0070.html

El coronavirus se nos vino encima, no tuvo necesidad de poner de bulto debilidad alguna porque ellas están esparcidas por todos los espacios desde que empezamos a creer que la "la vida era un tómbola" y todo se resolvía con real de la renta petrolera; y además, nos metimos en la cabeza que ella entraría incesante, por sí sola en el carril y hasta aquello que "aunque no vendamos un barril de petróleo no habrá fuerza que nos pare en este empuje revolucionario que estamos imprimiendo".

Y nadie sensato debería a salir a condenar al gobierno por abrirse frente a la propuesta de Fedecámaras para conversar y encontrar puntos de coincidencia, pues pese haya quien sostenga lo contrario, por esquemático, manualismo y sectarismo, si existen y posiblemente más de los que uno pudiera imaginarse. Y lo mismo podría decirse de quienes dentro de la oposición, como esos que lo único que les parece sensato es una invasión gringa, guerra civil o golpe de Estado, salgan a apostrofar a los empresarios por esa gestión.

Formamos parte, sin duda alguna, de quienes creen que el FMI no sólo está bajo el control del gran capital occidental y su política destinada a favorecerlo. Por eso sus contraproposiciones a quien ose pedirle créditos a largo plazo, como le pasó a Macri en la Argentina, a CAP en Venezuela, van acompañadas de opciones que les garanticen el pago puntual de intereses y el regreso seguro del capital y medidas que aumentan la explotación de los trabajadores y al pueblo todo, en veces hasta llegar a límites inhumanos.

Pero llegado aquí, es bueno recordarles a quienes se definen como "chavistas", una especialidad de la izquierda venezolana, que Hugo Chávez no retiró a Venezuela del FMI, pese todo su discurso. Maduro, a lo mejor, por esa usual práctica suya de mantenerse "fiel" en lo formal, en el discurso, al ex presidente, también nos mantuvo dentro del ente financiero.

Pareciera contradictorio que mientras se hablaba por demás fea y negativamente del FMI se formaba parte del mismo. Pero así fue. Y si de él formas parte, se supone tienes derecho a "usarlo" y hasta aprovecharlo.

Posiblemente, hasta ahora, muchos habíamos pensado en un Chávez por demás idealista, soñador, de esos que creyó que el socialismo era cosa de soplar y hacer botellas y que se podría cambiar por los dólares que en buena cantidad le reportó la renta petrolera, como lo reconoce Luis Salas, pese diga que con CAP fue proporcionalmente mayor, no tuvo nada de pragmático, "realista" y calculador, dándole a esta palabra el sentido más sano.

Por algo Chávez no se retiró del FMI, pese tanto lo vapuleó y definió como el eje del mal. Posiblemente alguien le advirtió de la conveniencia de no hacerlo, de mantenerse dentro de él por "un por si acaso" y además se encargó de explicárselo a sus íntimos, entre estos Maduro.

Resulta que el FMI tiene en sus entrañas –sí allá adentro- una cosa que se llama IFR o "Instrumento de Financiamiento Rápido", cuya finalidad es "proporcionar rápida asistencia financiera a los países miembros". Según lee uno por los medios, ha "reemplazado la política de asistencia para emergencias del FMI y puede utilizarse en una amplia variedad de circunstancias". No estaría sujeto a intereses ni a ningún condicionamiento.

Siendo así y estando Venezuela en el FMI, porque insisto, Chávez no nos sacó de él y Maduro posiblemente advertido tampoco, parecería como demasiado moralista, simplista y hasta tonto perderse esa ventaja.

Arriba, cuando aludí a las propuestas de Fedecámaras al gobierno, puse entre comillas la palabra hasta. Y lo hice porque Maduro al hacer referencia al asunto expresó en su habitual lenguaje nada diplomático, "hasta con Fedecámaras he hablado". Omitió que fue el organismo empresarial quien tomó la iniciativa y dos veces uso la palabra hasta, que en el contexto, toma un significado muy particular; el que le darían los moralistas y los adormecedores de culebras. Pareciera que hasta en el mismo gobierno hubiese dudas o mejor estuviese atado a los complejos, herejías propias de los extremistas.

Pero un asunto tan simple, como este de apelar al FMI del cual formamos parte y por tal tenemos derecho, como un crédito que no nos compromete a nada, pareciera volver a disparar las alarmas moralistas entre la izquierda y predisponer sus tendencias a su habitual gusto por la división. ¿Por qué no pedimos antes, en los tiempos de Chávez, nos saliésemos de ese organismo?

Otras serían las circunstancias, si el FMI, saliéndose de sus obligaciones, pusiese condiciones no inherentes al IFR y además infamantes, agresivas y el gobierno las acepta. Hay que ser sensatos, realistas y dejar de asumir estos asuntos nuestros, del hombre, como si fuésemos miembros de una cofradía religiosa o una sarta de moralistas sin rumbo, asidero ni responsabilidades.

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