El economista criollo pronostica qué vendrá después que pase el coronavirus

Sábado, 28/03/2020 07:43 AM

Se estima que la situación de emergencia por el Coronavirus puede durar unos 45 días como escenario básico. De seguro muchos morirán si los Gobiernos no toman las medidas planificadas de cumplimiento y de disciplina cívica del protocolo de resguardo público, medidas sanitarias e inversión en pruebas de laboratorio y medicamentos para las personas detectadas como contagiadas.

Un enemigo letal es el tiempo que dure la pandemia mientras aparece la cura definitiva y preventiva. Con la sociedad paralizada, agotándose las reservas de alimentos, inventarios energéticos y otros bienes y servicios esenciales, se profundizará la crisis económica mundial.

La demanda agregada caerá, los ingresos por concepto de exportaciones también lo harán, por tanto, los ingresos fiscales disminuirán. Eso repercutirá en el empleo, por ende, en los ingresos familiares.

En ese contexto, el reto de los gobiernos será garantizar que los mercados de alimentos estén bien abastecidos, evitar el colapso en el sistema de salud y sanitario, y asegurar una medida de protección al empleo y a las pequeñas y medianas empresas. De esa forma, se evitaría una implosión social. De lo contrario, muchas personas jurídicas morirán en lo económico, que se manifestará por medio de la quiebra masiva de aquellas empresas endeudadas o dependientes de las ventas para mantenerse abiertas, pagando nóminas, créditos, alquileres, condominio, etc. y que fueron obligadas a cerrar para evitar la propagación del COVID-19.

Esta situación tendrá una fuerte repercusión en el mundo bursátil o financiero, porque pocos querrán emitir acciones para la inversión productiva, mucho menos para especular, aumentando la oferta de bonos y acciones, la baja de las cotizaciones y la quiebra de grandes empresas.

Ahora bien, lo ocurrido conllevará a prever soluciones a corto plazo en función de satisfacer necesidades humanas básicas y esperar un nuevo escenario global posible. Se develará el responsable de la creación y expansión del COVID-19 a nivel mundial. Entraremos en tiempos de la caída del imperio estadounidense, del dólar como patrón dominante en el mundo económico y energético, del reajuste del mundo financiero, pero también vendrán tiempos de reflexión racional, de la búsqueda de una gobernabilidad global más humana y una menos inhumana como la ocurrida en Italia y en EE.UU. en la actualidad, donde sus gobiernos prefirieron dejar morir gente que a empresas.

En fin, vendrán tiempos de la política responsable, con mayor responsabilidad hacia la persona humana, donde la gente gane mejor calidad de vida y salud sin descuidar a las personas jurídicas y sus ganancias, siendo estas últimas igual de necesarias.

En ese sentido, los dos modelos que se pondrán a prueba tendrán que ver hacia donde dirigen la política económica y social (la socialpolitik): ¿a salvar personas o a salvar empresas?, ¿qué valdrá más para la economía mundial del futuro: los trabajadores o el capital financiero?, como el dilema teórico aún vigente y a resolver por ambos modelos en disputa.

En la mayoría de los países del mundo globalizado, de nuevo entrará en juego la necesidad de intervención del Estado en la economía para detener las fallas que se generarán en los mercados producto de la pandemia mundial.

Ahora, el rol del Estado debe ir más allá de establecer mecanismos para asignar derechos individuales y grupales (materia legislativa), sobre todo los de propiedad; a sus derechos contra la violencia, al robo y al fraude (actividad policial); hacer valer los contratos entre privados (actividad judicial), y a defenderlos de agresiones extranjeros (actividad de defensa), finalmente, garantizar algunas inversiones sociales y de infraestructuras públicas mínimas, por medio de la recaudación de impuestos.

No obstante, los Gobiernos entrarán a planificar y ejecutar medidas efectivas y eficientes para contener los efectos del Coronavirus y sus secuelas económicas, aplicando políticas de estímulo al empleo y protección al sistema bancario para financiar a los empresarios que "generen empleos".

La estrategia para reactivar las economías a nivel mundial será aplicando medidas anticrisis parecidas a la actual. Por ejemplo, las aplicadas luego del crack de 1929, de la post guerras mundiales (1era y 2da), de la Crisis del Petróleo de 1972 o la crisis de los bonos basura de 2008. La estrategia en esos casos fue por medio del estímulo del consumo y la inversión real, y eso sólo lo puede lograr el Estado.

Recordemos, que tanto el New Deal (Roosevelt, entre 1933 y 1938), el Plan Marshall (1948), impulsaron fuertes reformas de leyes bancarias, programas de asistencia social, programas de promoción de empleos, políticas de protección social y programas agrícolas. Aprovechando la asistencia financiera internacional, distribuyeron importantes recursos y dieron poder organizativo a los trabajadores, valga decir, realizaron inversión social. Asimismo, por medio de ingeniería financiera, los Gobiernos se garantizaron fuentes de acceso a recursos financieros a través de diversas instituciones gubernamentales.

La gran pregunta en el mundo monetario será ¿qué nueva forma de dinero entrará en circulación?, entendiendo el dinero como el eje central que organiza la vida económica de cualquier sociedad productiva: el financiamiento, la producción y la distribución. ¿Saldrá el dólar fortalecido u otra moneda? ¿Emergerá una alternativa real al petrodólar? ¿China le dará una patada a la mesa del sistema financiero mundial?

Un escenario posible es que China y otros países industrializados aprovecharán las bondades de la desglobalización y la quiebra de empresas y conglomerados transnacionales, porque la pandemia del Coronavirus ha demostrado que muchos países son muy vulnerables e inestables económicamente al demostrar que sus propias compañías no logran satisfacer las necesidades materiales de su población de origen producto de la Globalización.

En ese sentido, muchos líderes políticos del mundo industrializado y emergente no tendrán miedo de establecer límites a la globalización una vez haya terminado la crisis del Coronavirus. Asimismo, muchos gobiernos intervendrán en la economía, ahora no solo para salvar bancos, empresas u aerolíneas, ente otros, sino también se verán obligados a otorgar beneficios sociales, reducir impuestos y distribuir alimentos a precios accesibles y subsidiados para su población en estado de vulnerabilidad económica.

Como vemos, será el inicio del fin de las castas financieras mundiales, de la rebelión de las masas trabajadoras que exigirán a sus gobiernos que los escuchen, que tengan mayor organización y participación en sus sociedades, que inviertan en ellos, del no desvío de las democracias y la no confiscación del poder por grupos monopólicos e intereses transnacionales.

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