Parecieramos entrampados en una disyuntiva qué consiste en mantenemos en el poder y allí se nos va el mundo.
La lucha que debemos librar es por construir una nueva sociedad, una más justa, más humana, más equitativa, más de iguales, y esa es precisamente la que hemos abandonado.
Nuestra utopía está fundamentada en la ética del trabajo y esa también la hemos abandonado. Se premia al hogazan y se promueve el ocio improductivo.
Insistimos, la clave está en recuperar la ética del trabajo, solo así se construye una sociedad estable y duradera.
Ha nacido un nuevo estilo de vida, el bachaqueo, y eso será difícil erradicar mientras no se asuma una conducta séria para evitarlo y sigamos apoyando la alcahuateria.
El populismo debe ser desechado, lo regalado nada nos cuesta y lo volvemos fiesta.
El trabajo creativo y liberador, es el que hay que fomentar. Lo que no es fruto de nuestro trabajo no genera conciencia social.
Un gobierno serio y responsable debe promover y apoyar la agricultura como elemento primario de sostén social.
Un estado que no es capaz de producir al menos el 70% de lo que consume no logrará jamás su independencia.
Debemos instaurar una política de estado hacia la las áreas productivas priorizadas. Hasta ahora estas políticas han sido veleta, que cambian al cambiar ministro, gobernador o alcalde.
Las políticas agrícolas deben ser construidas desde el campo, con los campesinos como prioridad. Los grandes empresarios del campo, pueda ser que ya tengan quien los defiendan.
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