Venezuela no está dolarizada como creen unos y aspiran otros sin entender que sustituir oficialmente nuestro bolívar por el dólar de EEUU implica ceder nuestra soberanía, quedar bajo la tutela de la Reserva Federal, bizarro banco central privado estadounidense. Lo que sí está, es tomada por una libérrima circulación de esa divisa, inserta en la guerra multifacética emprendida contra nosotros. Práctica que ha trastocado el imaginario y la conducta de una importante proporción de venezolanos, al revitalizar nuestra tendencia a desvalorizar lo propio, fieramente combatida por nuestro Comandante Chávez.
Bastante se ha escrito sobre el impacto macroeconómico de esa circulación, por lo que en este espacio voy a ilustrar con algunas conversaciones la acelerada re-naturalización de la cultura dólar:
- Comerciante informal y cajera de panadería: Aquí está su vuelto. ¿Cuánto es? No quiero bolívares, me los llevo en chucherías. Llévese un refresco, esta mañana me pude comprar uno con dos billeticos que me dieron de propina.
- Señor mayor y cajera de súper mercado: señorita tengo 20 dólares pero solo puedo gastar 10 ¿me los cambiar ahora o cuando pase a pagar? No cambiamos ni damos vueltos en divisas. Disculpe…
- Señora humilde a un vigilante: …y yo que siempre cargo dólares en la cartera…
- En un mercado popular: ¿cuántos arroces por unas carotas? Déjame ver a cuánto está el cambio. Son casi 3 arroces por el kilo de caraotas. Entonces dame además una tetica de sal…
De allí se pueden deducir al menos dos efectos peligrosos de esa re-naturalización que incitan a conseguir dólares a como dé lugar. El primero: tener dólares o utilizarlos como referencia nos hace sentir importantes y no tenerlos nos hace sentir inadecuados. El segundo: esa tenencia dinamiza el consumismo innecesario pues psicológicamente pagar en dólares parece más económico que hacerlo en millones de bolívares.
¿Qué hacer ante el crecimiento exponencial de esta perversión?
- Entender que es un fenómeno inducido para profundizar y expandir nuestra dependencia cultural, cemento intangible de nuestra dependencia tecnológica/financiera del hegemón estadounidense.
- Investigar los montos, el origen y el destino final de las divisas para poder controlar y detener prácticas corrosivas. Tanto de las que circulan entre comerciantes que cobran en dólares y euros pero registran las transacciones en bolívares, como de aquellas que circulan en efectivo entre trabajadores rasos e informales, obreros, y demás grupos poblacionales de bajos ingresos, bases de cualquier proceso revolucionario.
- Revisar la política monetaria. Contrastar las metas esperadas con los logros económicos obtenidos y con los daños culturales que está causando que, de consolidarse, requerirán muchos años y más de un Chávez para su reversión.