Tanto la epidemia como la pandemia son enfermedades contagiosas que se propagan, con la diferencia de que la primera se propaga en un solo territorio durante algún tiempo afectando a los habitantes de ese lugar, se propaga activamente debido a que el brote se descontrola y se mantiene en el tiempo. Mientras que la pandemia expande sus horizontes cruzando fronteras, comenzando a registrarse casos en diferentes continentes. Cuando la propagación es descontrolada, en cualquiera de los dos casos, puede colapsar el sistema público de salud. Cada enfermedad requiere una actuación específica en los ámbitos de prevención y tratamiento. De manera metafórica ocurre con la economía de un país: la invasión del dólar hizo estragos en países como Ecuador, Argentina, Bolivia y desde el 2002 en Venezuela, causando no solo graves daños a la salud de la economía y a las geopolíticas a desarrollar, sino también problemas de salud emocional a sus habitantes, puesto que ante un salario tan deprimente como el que se vive en Venezuela y una especulación por parte de la burguesía empresarial no controlada por el Estado, los venezolanos padecen hoy una crisis emocional de ira, de frustración, de miedo, que no pueden descargar tal vez porque aún confían que el Estado rectifique sus políticas cambiarias y monetarias, aunque pareciera que la propagación de la pandemia del dólar ya no tiene control, más deprime. En Venezuela el sector de la derecha y alguno que otro chavista pedían a gritos dolarizar al país; pero, una cosa es invocar el diablo y otra verlo llegar. Hoy día la dolarización es una muestra del gran desastre que tenemos, que el miedo y la desesperanza son incontrolables porque la mayoría de los venezolanos no tienen un ingreso que cubra una canasta alimentaria de 283,62 dólares (mes de octubre, según el CENDAS).
Es cierto que la cultura venezolana es la de un país consumista, producto del sistema capitalista que aún nos domina; pero las transacciones económicas y financieras solo se realizaban con nuestra moneda el Bolívar. La pandemia de la dolarización oprime y deprime a los venezolanos. Sin darnos cuenta se inicio desde que el presidente Chávez, de buena fe, quiso apoyar a la clase media-baja para que pudieran viajar a otros países, a través de los dólares CADIVI, el consumismo facilitó el gran relajo de comprar y vender en dólares; en donde, además, los grandes empresarios comenzaron a hacer su fiesta pidiéndole dólares al gobierno, para luego colocar los productos importados a precios del dólar negro (salvajismo éste que se mantiene), para estos fines nunca hubo control por parte del Estado. Esta invasión del dólar se acentuó con la migración de venezolanos a otros países para poder ayudar a sus familiares mediante las remesas; luego con la instauración del dólar en cualquier transacción por el gobierno; sin contar la transculturización que hemos ido adquiriendo poco a poco del norte que hace del venezolano no un sujeto sino un objeto del imperio para "mantenerlos entretenidos", como las celebraciones del Halloween, día de acción de gracias, el blackfriday, santa Claus, entre otras fiestas, que denotan que nuestro país está invadido por la cultura del consumismo, que perdió su soberanía con la imposición del dólar estadounidense y se contagió severamente.
Es una vergüenza que después de tanto luchar el presidente Chávez contra las políticas injerencistas del imperio, el gobierno del presidente Nicolás Maduro le haya dado un posicionamiento firme a la moneda del más acérrimo enemigo de la historia venezolana y que sus asesores económicos lo planteen como la solución a la inflación. Cada vez que sube el dólar en el mercado negro, Lorenzo Mendoza sube todos sus artículos de primera necesidad; los nuevos jeques árabes del mercado aumenten los precios de manera exorbitante; los dueños de clínicas, laboratorios y exámenes especializados devalúan el dólar a su manera, al mismo tiempo deprimen nuestra moneda y conducen al país a una hiperinflación inducida; acciones éstas que solo pueden ser frenadas por el gobierno pero se les adjudica la responsabilidad a un bloqueo económico, a la manipulación del dólar paralelo por la ultraderecha y a la oposición venezolana que apuesta al quiebre de la economía para tumbar a Maduro. Sin embargo, el gobierno venezolano puede y debe tomar otras acciones ante esta guerra no convencional y multidimensional. Es contradictorio que mientras otros países hayan eliminado al papel verde de sus operaciones mercantiles y económicas, Venezuela lo reivindique aquí como si fuese un aliado. Aunque no se haya concretado de manera formal su circulación, estamos a merced del imperio, ya que el gobierno estadounidense (ahora con el presidente Biden), impondrá las condiciones de la dolarización para tener unas "buenas relaciones bilaterales", como apropiarse de nuestras industrias, de nuestros recursos minerales, en fin, y cada vez que necesitemos a G. Washington será la Reserva Federal quien dé el visto bueno. Estamos en una verdadera guerra invasiva por parte de los EE.UU. y el jaque mate será la consolidación del sistema salvaje del águila, ya que el dólar ha invadido nuestra soberanía y sus consecuencias hasta ahora son nefastas que pudiéramos tener un desenlace como lo ocurrido en Argentina.
Los bolivarianos que nos duele la patria debemos reivindicar nuestra moneda el Bolívar y posicionarla como nuestra única moneda respaldada por el oro. El presidente Maduro tiene un papel determinante en esta exigencia, pues un comerciante ante el reclamo de un ciudadano de colocar los precios en dólares, dijo "yo pongo los precios en dólares porque el presidente Maduro me lo permite y es legal". Cosa que es cierta, lo que no es cierto es que ésta sea nuestra moneda nacional, que ganamos en dólares y que haber dolarizado la economía haya estabilizado la misma, por el contrario generó un caos. Es oportuno, además, que los ciudadanos entiendan por qué no se debe dolarizar nuestro salario, más allá de ser un acto inconstitucional y antipatriota, porque el único respaldo que tiene el dólar es "fiduciario" (bajo la confianza) y no bajo ningún respaldo en sus reservas como el oro, y los países potencias no confían en el dólar, por lo que el desplome de esta moneda es cada vez más inminente, su economía es la más endeudada del planeta y sus reservas internacionales no alcanzan para pagar ni el 2% de su deuda, y requiere sesenta y siete veces la cantidad de oro que tiene en reserva para saldarla, por eso recurren a métodos salvajes como invadir, expropiar, bloquear, asesinar, en nombre de la libertad, para darle a los estadounidenses lo que sus gobernantes no pueden edificar o construir, que buscar otras alternativas más humanas a su pueblo. No podemos seguir navegando en contradicciones con ministros y gobernantes que viven dentro de una burbuja y no saben lo que ocurre a su alrededor, que le hacen muchísimo daño a la Patria, a las familias que sufren y padecen el criminal Dolor del Dólar y nada tienen que ver con el bloqueo y/o con la ineficiencia de quienes rodean al presidente. Existe una indolencia de los entes responsables que permitieron la invasión de un enemigo como el dólar sin límites de ninguna especie, mañana pueden ser con los cañones, los marines, los cascos azules y nos acostumbrarán verlos como "necesarios". Este sigue siendo el Dolo(a)r de un pueblo que carga los vestigios de una esclavitud, subyugados a la miseria de la que el gigante Bolívar nos liberó y hoy unas ratas disfrazadas de rojitos se empeñan en retroceder. El proceso revolucionario urge de bolivarianos comprometidos con la Patria que no estén al servicio de los intereses del imperio.