Una materia pendiente de la política económica es contener la depreciación o devaluación de la moneda venezolana. Los ataques especulativos contra la moneda o bolívar, que causan su depreciación permanente e impactan sobre los demás precios de la economía, con la excepción notable del salario (¿?), son una gran preocupación para los venezolanos. Las autoridades económicas no han podido hasta ahora encontrar una estrategia eficaz, para generar confianza y demostrar que vamos por buen camino en materia económica o que, al menos, nos movemos en la dirección correcta.
En una buena parte, ello se debe al ataque despiadado del gobierno gringo y de sus aliados en la oposición fascista que han impedido, entre otros impactos, mejorar la situación de la producción interna de petróleo y derivados, y realizar las exportaciones de la industria petrolera nacional; al tiempo, que contribuyen a generar un ambiente general de desconfianza, abatimiento e incertidumbre en la población. Esta situación, obviamente, limita la disponibilidad nacional de divisas y da pie a la especulación con el precio de las mismas.
En un mercado de divisas con una oferta limitada, debido a que el Estado encuentra restricciones para producir y exportar la producción derivada de la actividad que históricamente provee a los venezolanos de divisas. Repito, en ausencia de una oferta de divisas por parte del Estado, es la oferta del sector privado la que está marcando el precio o valor interno de las divisas y este sector privado, con el deseo de especular y obtener el máximo rendimiento de las divisas que posee, eleva y revisa regularmente al alza el precio de las mismas de manera muy sustancial, afectando los precios y el poder de compra de los venezolanos. Todo esto además en un contexto de formal liberación del mercado cambiario que hace más volátiles los movimientos del tipo de cambio.
Sin embargo, es notable que existen individuos, empresas o particulares que poseen gran cantidad de divisas, sobre todo, en inversiones en el extranjero; en el pasado, aunque no tan lejano, algunos de estos particulares y empresas aprovecharon los bajos precios, subsidiados por el Estado, de la divisa o moneda extranjera y adquirieron grandes cantidades de la misma previendo la futura devaluación del bolívar, lo que les permitiría realizar importantes ganancias al comprar divisas estatales y venderlas, luego, pero ya formando parte de su propio patrimonio. En forma gruesa, estimamos que los montos actuales de estas fortunas equivalen, como mínimo, a unos CUATROCIENTOS MIL MILLONES DE DOLARES ESTADUNIDENSES. Como comprenderán todos -muy pronto- basta una pequeña parte de esta fortuna (apenas un 10% diríamos) para estabilizar la situación de la economía venezolana.
El bloqueo gringo, solicitado por sectores apátridas de la muy vergonzosa Asamblea Nacional extinta (tan extinta como la Constitución de la Cuarta República, como subrayara oportunamente el Cmdte. Chávez al tomar posesión de su cargo de presidente en 1999) impide también acceder a otras fuentes para recibir divisas, como pudiera ser los créditos o asistencias de organismos internacionales, previstos para circunstancias como la venezolana, de crisis de su balanza de pagos o crisis financiera.
Por ello, los venezolanos -unos más y otros menos, claramente, esto no incluye a Guaidó y la Asamblea vergonzosa- nos hemos visto obligados a implantar acciones heroicas. Un plan económico integral es necesario; como características principales de este plan, nos permitimos nuevamente subrayar la necesidad de medidas fiscales, que pague más, quien gane más. Si hay quien cobra en dólares, debe pagar impuestos en dólares. Poseer un banco es un privilegio, para mantener ese privilegio, los bancos deben cumplir con requisitos; por ello, es necesario que eleven sus niveles de capitalización. Además, a fin de desmotivar la especulación con la divisa, es necesario elevar la tasa de interés (en ausencia de otras medidas), esto con el propósito de atraer ahorros o capitales que quieran invertir en Venezuela.
Invertir en Venezuela es una opción muy atractiva hoy día, para los dueños de los capitales. Invertir en Venezuela es rentable y barato. Si, sorprendente barato, sobre todo para quienes perciben ingresos en dólares. Para los más pobres, no hay otra opción; necesario es vencer.
Es necesario tomar las decisiones. Es necesario dejar de ser tan egoístas y contribuir a mejorar la situación de los venezolanos prontamente. Un acuerdo básico es imprescindible, uno que ponga en primer lugar los intereses de quienes son más vulnerables. Los más pobres no pueden quedar al margen.
Nuevamente, llamo a votar este 6 de diciembre, con el propósito decidido de contribuir a la realización de estos acuerdos. Sin olvidar, que una Venezuela más justa y próspera nos conviene a la inmensa mayoría, sino a todos. Por lo que tú más quieras, vota este 6 de diciembre.