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Seguirá Venezuela en el 2021: ¿Con esa pata hinchá?

Sábado, 02/01/2021 09:56 AM

"El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo". Gabriel García Márquez.

El criminal alza de los precios en el año 2020 fue superior al 3.000%, según expertos en la materia consultados. El bolívar colapsó, y millones de venezolanos huyen del país debido a la espantosa crisis socioeconómica, dejando en la huida un saldo lamentable de muertos, como el naufragio de Gûiria-Trinidad diciembre 2020.

El Bolívar, como moneda, se devalúa dos veces al día. Un cartón de huevos cuesta más de 3 millones de bolívares, o sea 3$.

El virus chino agudiza el drama obligando a los jóvenes, y adolescentes a huir del país.

Este Año Nuevo 2021: llegó sin grandes celebraciones debido a la criminal cuarentena aprovechada por la tragedia del coronavirus.

Con un año de coronavirus: Venezuela despidió el 2020 con centenares de muertos, y miles de contagios, el venezolano le tiene más miedo a la peladera de bolas, al hambre, la hiperinflación, y a la miseria, que al covid-19.

El gobierno es pésimo, y no es que uno critique por criticar, pero es como el pésimo alumno, que siempre anda con materias pendientes, ha sido incapaz, este otro año consecutivo 2020 que recién finalizó, de mejorar su calificación en el manejo de la economía, lo que están pendiente es de la politiquería de baja estofa. El otrora rico país petrolero cerro el año 2020 con una terrible hiperinflación, devaluación, pobreza extrema, y una población huyendo de la patria de forma imparable.

La maldición económica que sufre la población venezolana, ya no es novedad en una nación destruida por la marabunta revolucionaria, donde, además, de los apagones eléctricos, la pésima conexión a internet, y la escasez de gasolina, agua, el atraco militar en los puntos de controles de las carreteras del país son problemas diarios y, a la vez, el virus económico presente desde hace años, en un país que sigue con su pata hinchá a punto de gangrena. Los venezolanos nos estamos desgastando en una diaria lucha por sobrevivir ante el alto costo de los alimentos, medicinas, servicios médicos, y odontológicos, luego de una carrera de resistencia por más de seis años en la que cada amanecer surge una nueva dificultad en un país que, con un sistema de salud colapsado, y ahora sumado el confinamiento hambreador, debido a los embates de la pandemia del covid-19.

Especulación desbocada, un kilo de pollo cuesta cerca de los 3.000.000 de bolívares. Así, los precios de los alimentos, bienes y servicios se quintuplicaron varias veces a lo largo de este diciembre 2020.

Hasta noviembre, la inflación acumulada se ubicó en 3.100%, según datos de entes especializados, que siguen este indicador en vista del silencio del Banco Central (BCV), el encargado en Venezuela de publicar estos datos. La inflación por lo que se ve seguirá haciendo hace estragos en la Venezuela del 2021.

El gobierno con la mafia de comerciantes árabes, chinos, legitimadores de capitales, y especuladores de toda ralea, no descansan en la incesante subida de los precios, que sigue arruinando a los empobrecidos consumidores venezolanos, cuya compra es cada vez más pequeña.

El virus chino instauró un terrorismo con esta dolarización informal, al punto de que hoy, 7 de cada 10 operaciones se realizan con la divisa norteamericana en Venezuela, cuya Constitución Bolivariana de 1999 establece que el bolívar es la única moneda de curso legal.

Los venezolanos están cada día más ávidos de dólares, y más desesperados en salir de los bolívares, unos billetes que se devalúan a veces en cuestión de minutos.

la última semana del año 2020, el bolívar se depreció un 95%, para comprar un dólar estadounidense se necesitaban 1.062.380 bolívares.

En plenas navidades 2020, grupos de venezolanos en San Cristóbal, en el estado venezolano de Táchira salían a borbotones del país rumbo a Colombia, para ellos la Navidad en Venezuela murió.

La dolarización de facto es la respuesta de las mafias de especuladores, y lavadores de dólares dueños de bodegones, y markets, ante la destrucción del bolívar como moneda, que está dejando de existir, y solo queda para pagar pasajes.

Salarios miserables, un exiguo porcentaje de la población venezolana recibe dólares por concepto de remuneración laboral, junto a las remesas enviadas desde el extranjero, o por el uso de activos, lo que deja a millones de venezolanos sin acceso a los dólares, quedando o a merced del salario paupérrimo, y condenados a vivir en la pobreza extrema.

El sueldo mínimo, cerró el año 2020 en 1,21 dólares y, pese a un bono de otro 1,21 $, este fue devorado por la inflación, y la devaluación, ahora en enero del 2021, calculan que se ubicará por debajo de 1 dólar al mes, con lo que dará, solo para comer, una familia necesita más de 100 salarios, para medio paliar la sobrevivencia.

La dolarización terrorista o de facto, está causando un estrago genocida, ya que sigue agudizando la desigualdad social, entre aquellos que tienen dólares, y los que carecen de esa divisa norteamericana, avezados economistas opinan que la pobreza extrema ha alcanzado a cerca del 80% de la población venezolana.

Según sondeos realizados por organizaciones humanitarias que operan en el país aseguran que hay necesidades básicas insatisfechas en 1/3 de la población venezolana, donde ciudadanos venezolanos solo reciben un salario o una pensión, de menos de 2 dólares al mes.

La huida de venezolanos del país se ha vuelto masiva, como ocurrió en los últimos días de diciembre del 2020, crece el número de venezolanos que abandonan el país e incrementan la cifra que está llegando a los 6 millones de emigrantes, según datos que maneja la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Ni el quédate en casa, ni el confinamiento criminal sin alimentos, que amenazan con aplicar en este enero 2021, sumándole el coronavirus, el cierre de fronteras, y los puntos de atraco militar y policial en las carreteras del país, ordenado desde marzo del 2020 por el gobierno de Nicolás Maduro, ha logrado detener a miles de ciudadanos que, incluso caminando, y embarcados en precarios peñeros llegan a los estados fronterizos con Colombia, Brasil, y Trinidad para cruzar a través de pasos irregulares, y un bravo mar picado que se los traga en su desesperación, por no seguir soportando la tragedia que vive Venezuela.

El gobierno sostiene que las cifras de migración que reportan los países receptores de venezolanos están adulteradas, pero se niega a presentar un balance sobre estos movimientos migratorios.

Los que se van de Venezuela huyen de una economía que lleva más de 6 años de contracción, es decir, un país en el que cada vez hay menos oportunidades y en el que es más probable caer en la miseria que prosperar.

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