Carnicería

Martes, 09/02/2021 02:31 PM

Ante la inútil jubilación en mi condición de académico trasnochado, después de ejercer la docencia durante 25 años en la Universidad de Oriente, y esperar como mendigo hambriento que el opulento ministro César Trómpiz se digne pagarme mis prestaciones sociales después de cuatro años de espera (me jubilé el 12 de agosto de 2016); decidí abrir una carnicería en la localidad campesina-"petrolera" de Pariaguán, al sur de Estado Anzoátegui, epicentro hace algunos años de mal llamada Faja Petrolífera del Orinoco "Hugo Rafael Chávez Frías".

Pariaguán es hoy día la Faja de las Miserias del Mundo. Se percibe aquí la pobreza extrema de la gente, el hambre y el abuso de los comerciantes inescrupulosos. Como me vi obligado, por las premuras materiales, a vender mi vehículo en noviembre de 2019, decidí comprar algunos de los equipos necesarios para abrir una carnicería. Alquilé y acondicioné un pequeño local frente al Grupo Escolar "Romualdo Delfín Gómez", el mismo colegio donde estudié la primaria entre 1975 y 1980, cuando el mundo era otro. Ahí fueron mis maestros Yraida Pérez de Cermeño, José Féliz Rivas, Luis Rafael Mijares y el recientemente fallecido periodista Jesús Farías, entre otros reconocidos educadores. Mi padrastro era funcionario de la Policía Metropolitana, PM.

Mis mejores amigos de infancia fueron, el actual capitán del Cuerpo de Bomberos de Pariaguán Enrique Pineda, y el licenciado Florindo Faé Bruno Silva. Aquí empecé a esbozar mis primeros escritos. Comencé a garabatear algunos cuentos que luego publicó el diario Antorcha.

Pariaguán es en este inicio del año 2021 un poco de todo. La carne se expende aquí a diferentes precios: Bs. 5.600.000 en un sitio donde extorsionan al público por disponer de Biopago, lo cual no tiene razón de ser. Bs. 5.400.000 en otro, por cuanto el local cuenta con un punto de venta alquilado. Bs. 5.300.000 porque le da la gana al dispensador, y si no le gusta el precio no la compre. Arrogancia mediante y prepotencia campante, otros comerciantes imitan esos precios, y ninguna de las casi sesenta carnicerías del pueblo expende el producto por debajo de los cinco millones de bolívares. Sin embargo, yo vendo la carne de primera entre Bs. 4.700.000 y Bs. 4.900.000. Ya mi local está dando dolores de cabeza a los usureros de la carne, y satisfacciones a mis clientes.

He participado en dos oportunidades en la Feria Campesina que organiza la Asociación de Productores Agrícolas y Campesinos de Pariaguán (ASOPROCAFAC) los días sábados, en el sector Los Cocos, vendiendo la carne al precio mencionado, y la gente se sorprende de la calidad y precio de la carne. Nada de grasa, pellejos y porquerías en la carne molida, por ejemplo. Nada de huesos blaaancos, sin carne, para engañar a la gente y sustrarerle malamente sus pocos dineros. Se vende carne y huesos de primera a precio justo, y punto.

Con esto demuestro que sí es posible ayudar al pueblo a mitigar sus necesidades de alimentación, si sacrificamos un poco el margen de ganancias, y evitamos la ambición desmedida, la usura, la canalla.

Como no dispongo de capital para invertir en la compra de varias reses, he puesto en mi Estado de WhatsApp la solicitud de un socio comercial que esté dispuesto a asociarse conmigo para poder comprar reses en pie para mejorar los precios, vender trastes o vísceras, y satisfacer la demanda de carne que tengo apenas comenzando.

Estoy sacando fiado el ganado al canal en el matadero local al pecio de 1,5 dólares el kilo, para pagarlo en cuatro días. La última res que vendí, un toro de muy buena carne, que pesó 199 kilos, tuvo un costo al canal de 298 dólares.

El dueño del animal sólo me dio cuatro días para el pago del mismo. Es decir, tuve que producir 533 millones de bolívares en tan sólo tres días para honrar el compromiso, porque el primer día se pierde en despresar la res, limpiar y clasificar la carne. Adicionalmente, tuve que pagar mucha plata para que otra carnicería picara los huesos y moliera cuarenta kilos de carne, por cuanto no he podido comprar la sierra ni el molino por falta de capital. Me urge un socio, por favor, que invierta tan sólo mil dólares en mi humilde carnicería. Interesados escríbanme al 0412.0869701.

Sorprende, sin embargo, la normalidad con que la gente paga la carne en divisas. "Señor deme cinco dólares en carne"; "Señor, cuántos kilos de carne y de costilla puedo comprar con diez dólares?"… Como los dueños de las reses en el matadero exigen el pago del ganado al canal en dólares, resulta muy conveniente que el cliente pague en divisas, pero escasean los billetes de un dólar, de dos, de cinco y de diez para dar vueltos.

Otra limitante que tengo es que no dispongo de fondos para comprar un dispositivo de punto de venta, cuyo costo oscila entre 200 y 600 dólares. Así mismo, necesito el Biopago, cuyo costo está en 120 dólares según me indicaron en el Banco de Venezuela de Pariaguán.

Materia aparte merece la actuación carroñera, ratera y oprobiosa de los cuerpos de policía de Pariaguán, tanto de la policía municipal como de la policía estadal. Estos zamuros del oportunismo y la extorsión se pasan todo el día dándole rondas a los negocios del pueblo para pedir harina, pan, carne, queso, arroz, golosinas, Coca-Cola, frutas y demás vainas a costa de lucir sus uniformes y pistolas.

Nunca están cerca del comerciante cuando nos adviene un malandro, un delincuente de postín para asaltarnos, pero pasan hasta once veces diarias por el local mío pidiendo que les regale carne para el almuerzo, lo cual resulta falso, puesto que esa carne de mi trabajo y de mi sacrificio se la llevan a sus amantes de postín, y la utilizan para beneficio propio. Este descaro es inadmisible. Hago un llamado a quien competa en el alto gobierno para que le meta el ojo a los cuerpos policiales de Priariaguán.

Yo estoy dispuesto a donar carne y huesos de manera a la policía municipal, a la policía estadal, al CICIPC, Guardia Nacional, Cuerpo de Bomberos y Protección Civil, siempre y cuando sus directores me envíen un escrito haciendo la solicitud respectiva, debidamente firmada y sellada, para justificar estas donaciones, y para que mi contador lo considere como desgravámenes por donación, cuando se haga la respectiva declaración de ISLR en 2022. Esa es la manera correcta de proceder.

Hay un caso ominoso que quiero hacer llegar hasta el Fiscal General de la República, Poeta hermano Tarek William Saab.

El pasado 27 de diciembre de 2019 cuatro funcionarios de la policía estadal, que funciona cerca de la Plaza Miranda de Pariaguán, irrumpieron en horas de la tarde en la Licorería "Napo" del sector Paguancito, y sometieron a punta de pistola al regente encargado, a quien mantuvieron de rodillas durante una hora, con un arma apuntando a su cabeza, bajo amenaza de muerte si denunciaba este atropello.

Le sustrajeron cervezas y botellas de ron que luego dejaron tiradas en la calle para peor humillación, y le sacaron de su cartera 120 dólares. Luego del chantaje y el abuso policial, hartos de cervezas y golosinas, se marcharon a reírse de la injusticia.

Esta clase de perros con uniformes que no se aparezca por mi carnicería a hacerme la misma gracia, porque van a tener que volarme los sesos, porque yo no me voy a dejar humillar por un policía bribón, hampón de oficio, sin ninguna ética ni moral por ese trabajo tan digno cuanto respetuoso con el ciudadano, que debe ejercer un policía. Así me lo enseñó mi padrastro durante los más de 30 años que fue policía aquí en Pariaguán.

Estoy igualmente dispuesto a invertir en la venta y distribución de aliños, verduras y frutas en esta localidad, considerando que existe un mercado altamente especulativo como consecuencia de revendedores de mercancías, so excusa de la escases de gasolina y la pandemia del Covid. Por ejemplo, hay quienes compran el kilo de ajo al mayor en El Tigre, ciudad que está a media hora de Pariaguan, en Bs. 1.500.000, y lo revenden en Pariaguán en Bs. 5.000.000. Para peor suerte, hasta cobran al cliente la bolsa donde meten el producto.

Como no hay fiscalización ni control de precios en esta comunidad, nuestras viejitas, abuelas y madres, deciden aliñar sus comidas con el orégano del patio de sus casas, y alguna hoja de cilantro que nace al pie de sus bateas de lavar la ropa. A mi me parte el alma la canalla tan miserable, cuanto impune, de estos comerciantes inescrupulosos. ¿Y dónde está el accionar "revolucionario" de nuestro alcalde Ángel Vásquez ante estos atropellos al pueblo de Pariaguán? ¿Por qué no organiza ferias campesinas a precios solidarios? Ayude hermano a la gente a mitigar el hambre que nos carcome día a día. Usted sabe que esto que digo no es mentira. Se puede hacer mucho con un poco de voluntad. Yo estoy dispuesto a ayudar y muchos más seguro lo están.

Le recuerdo a mis amigos lectores, en la vida y la poesía: Solicito urgente un socio financiero para invertir en mi humilde carnicería. Interesados pueden escribirme a mi correo personal, con absoluta confianza: elpoetajotape@gmail.com, siempre con el deseo de trabajar con honradez y justicia social. Como debe ser.

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