El salario, la moneda y Curcio

Viernes, 12/03/2021 09:11 AM

I. El escenario

La opinión económica reciente en Venezuela resalta dos aspectos: a) la destrucción del salario; y b) la "dolarización". Otro tema, ya a nivel global, ha girado en torno a la batalla entre el dinero fiat (dícese dólar) y las criptomonedas (dícese bitcoin). Son dos asuntos contrapuestos. La dolarización en Venezuela y otras partes de América Latina entraña la regulación monetaria por las balanzas de pagos y del dominio de la Reserva Federal como emisor primario; ese mismo dólar está en la mira de los adeptos del bitcoin, acusando a la Reserva Federal de no ser más que una máquina de imprimir billetes para promover estafas Ponzi.

II. Curcio

Una tesis bastante difundida en algunos medios, como Aporrea, sobre el tema del salario y la inflación, es la de Pascualina Curcio, que resumo como sigue: la inflación y, a consecuencia de ella, el desplome del salario, siendo como es inducida por la guerra económica, debe ser combatida mediante la soberanía monetaria a través de una emisión capaz de estimular la demanda y, con ella, la producción. A partir de esta tesis, propone el aumento discrecional del salario y, además, pechar una parte de las ganancias de los capitalistas como medio para revertir la tendencia divergente entre la ganancia y el salario. Curcio es opuesta a una oficialización del dólar como moneda de curso legal. En contraposición a Curcio están quienes asumen, ortodoxamente, que la expansión del gasto público es la única matriz inflacionaria.

III. Otra vez el escenario

La penetración del dólar como patrón de medida y medio de circulación es un hecho. Desde luego, no consuma todavía un dominio circulatorio total, ni menos una adopción oficial que implicaría la liquidación del Banco Central. La masa principal de efectivo posiblemente proviene de Colombia, pero las transacciones electrónicas son ya de uso extendido y oficializado. Es palpable el incremento de las remesas entre el año 2016 y el presente. Estas remesas se abren camino en una jungla que comprende rutas despejadas y otras hechas a machete, formando una balanza de pagos subterránea. Significa que en Venezuela se ha formado un nuevo bolsón circulatorio con epicentro exterior, como sucede a gran escala en los países centroamericanos, y es probable que la circulación del dólar y de las importaciones haya venido cobrando más peso que las transacciones en divisas petroleras. Pero no encuentro estadísticas.

IV. El dólar y la estabilidad circulatoria

Los partidarios del dólar ponderan su estabilidad. No les falta razón. En los últimos 10 años (2011-2020), a tenor del índice inflacionario, el dólar ha comportado una tasa inferior a 2 % interanual [Cfr. Consumer Price Index del Bureau of Labor Statistics, U. S. Department of Labor]. El año pasado registró incluso una deflación inducida por el Covid-19. Dada la política de emisión monumental de la Reserva Federal, que provoca intereses nulos, es proporcionalmente baja. ¿Por qué? ¿A qué se debe que los pronósticos de "hiperinflación" del dólar no hayan ocurrido? Misterios de la ciencia. En verdad hay una respuesta ya trillada: el dólar sigue siendo la divisa de pagos y de reserva mundial. ¿Qué quiere decir esto? Que con el dólar se transan mercancías de todas partes, es el patrón internacional por excelencia. Pero lo más importante es que consiste en un medio global de emisión de deuda capaz de absorber una porción significativa de la oferta mundial y, particularmente, de las exportaciones de China. Hablando en criollo, los grandes capitalistas yankis que han invertido en China le fían a sus compatriotas yankis sus mercancías para que no se queden frías en los almacenes.

El dólar es un medio de "deficit spending" global que permite la absorción de nueva plusvalía y conjura el estancamiento deflacionario. Por ahora no hay otro. El dólar y China van de la mano. El bitcoin y las criptomonedas no tienen esa facultad reservada sólo al "dinero fiat". No pueden llegar a tenerla, siendo su filosofía circulatoria un patrón oro sin oro, y meros vehículos de especulación. Si el dólar se restringiera a ser exclusivamente la moneda de curso legal en EEUU (con las masas de emisión actual), desde luego la inflación sería bastante mayor. Pero el dólar, desde hace décadas, bajo Bretton Woods o ya como patrón puramente fiduciario, es un soporte del capitalismo global mediante la expansión constante de su sistema circulatorio (actualmente a través del quantitative easing), lo que se ha profundizado en la forma de creación de lo que Marx llamaba "capital ficticio". La emisión de la Reserva Federal no es, por ende, "inorgánica", de serlo sería claramente inflacionaria y promovería la disminución artificial del déficit comercial de Estados Unidos, que alcanzó 678.740 millones de dólares en 2020 (310.800 millones de dólares por déficit de tangibles sólo con China) [Crf. www.france24.com, AFP]. Pero estos no son problemas monetarios, son problemas del capitalismo.

V. La estabilidad monetaria y los salarios

Esos partidarios del dólar han hecho ver que el reemplazo del bolívar traería las condiciones necesarias para una recuperación económica y también del salario. Recuerdo que fue una bandera de campaña de Henry Falcón. Si así fuera de simple, que maravilla. Ponderan la dolarización en Ecuador como el ejemplo a emular. La inestabilidad ciertamente no es deseada por los patronos ni por nadie; sin embargo es el medio que disponen para mantener la tasa de ganancia contra el salario cuando cae el PIB, antes de tener que cerrar sus negocios. La defensa de la ganancia también ocurre contra el gasto público que se apoya en la emisión discrecional. La inflación no es, pues, un puro cambio paramétrico de escala por irresponsabilidad fiscal, es una expresión de la tensión entre el capital y el trabajo, y entre el capital y el Estado redistributivo. En Venezuela tiene como causa esencial reciente una contracción del PIB a partir de tres vectores directos: a) la guerra del capital trasnacional iniciada en 2012; b) la contracción de los ingresos petroleros de 2014-2016; y c) el asedio de Estados Unidos y aliados desde 2016. Un cuarto vector indirecto es la impotencia del gobierno por contrarrestar fehacientemente estos impactos mediante la articulación contingente de la fuerza productiva del trabajo a través del poder popular, y la formulación de políticas de contención no focalizadas en la pura esfera de la circulación.

La caída del PIB produjo una desalarización como resultado directo del estado de sitio económico. ¿Qué quiere decir esto? Que los agentes de poder del capital trasnacional tomaron la decisión de suspender en Venezuela el proceso de reproducción normal del capitalismo petrolero y cualquier esquema alterno. Para ello diseñaron una estrategia de implosión en tres grandes vertientes: a) el retiro de capital productivo para formar una monstruosa capacidad instalada ociosa; b) la asfixia de PDVSA; c) el bloqueo de fuentes de financiamiento y medios de pago. Esto desató un bucle de contracción. El gobierno ha procurado confrontar el asedio mediante la alianza con Rusia, China e Irán. Pero los capitales rusos, chinos e iraníes exigen garantías, toda vez que ellos también están en conexión orgánica con el capitalismo de Occidente y dependen de los servicios de corresponsalía. Los gobiernos pueden ser solidarios, pero ningún capital apuesta al internacionalismo proletario.

VI. Capitalismo suspendido

Bajo un capitalismo en suspensión, la política monetaria pierde asidero porque la moneda no es más que la contraparte circulatoria del metabolismo del capital. Algo de este orden fue lo que ocurrió durante la República de Weimar en virtud de las condiciones impuestas en Versalles. La contracción catastrófica del PIB, la defensa de la ganancia privada y la conservación circulatoria del gasto público han entrado así en combinación para desencadenar la hiperinflación, devastando la línea secular de tensión del salario, especialmente en el sector público. El capital que permaneció en el país se reduce a una residual corporativa multinacional, algunas manufacturas nacionales, comerciantes y banqueros que han apostado a altas tasas de ganancia como contrapeso de las severas condiciones de demanda. Entonces, modificar el patrón monetario, que ha dado tanta lidia en los medios, implica la presunción de que la estabilidad de la moneda, por necesidad, tiene que revertir la debacle y que el dólar es garantía de esa estabilidad… cuando no el petro, cuando no el oro…

VII. La recuperación de los salarios

Para Curcio los salarios se recuperan mediante el aumento puro y simple antepuesto a una oferta oligopólica, cartelizada y retraída, un detalle que no brilla en sus análisis. La tasa de cambio, la oferta mercantil, la base monetaria y la liquidez forman una sinfonía patética. El encaje legal había marcado un tempo andante, pero vuelve a ser vivace. Curcio ha propuesto también una estabilización del bolívar basada en el patrón oro, pues Venezuela produce oro. El gobierno lleva años aumentando el salario nominalmente. El PCV lucha ahora por el salario. Hemos retrocedido a las décadas de los 80-90. Aquí la construcción del poder popular salió del interés general o se redujo a lo retórico; prima ahora nuestra supervivencia como asalariados. La lucha dejó de ser emancipatoria, ahora es económica, reivindicativa. En verdad hemos enterrado a Chávez. Lo enterró el gobierno, lo enterró el PCV, lo enterró Curcio, cada quien a su modo. El enemigo ha conseguido doblegarnos el lomo: "tontos, ahora clamen por la supervivencia, muerdan el polvo de la humillación. Soy el alfa y el omega de vuestra condición de miserables tercermundistas, vuestro amo, quieran o no." Moraleja: el que tiene la osadía de superar al capitalismo termina implorando por el capitalismo.

VIII. Implorando por el capitalismo

La materialización de estabilidad monetaria, bajo el dólar o cualquier otro signo (algo técnicamente insulso), congelaría el salario promedio en función de las altas tasas de ganancia de la economía de mercachifles que rige actualmente en Venezuela. Simple. Miremos a Ecuador, donde el salario promedio es una hilarante fracción del de Estados Unidos [14 %, cfr. Wikipedia]. Pero las mercancías allí no registran esa brecha. Veamos algunas referencias: el precio del kw/hora en Ecuador, para los residenciales subsidiados, está entre 8 y 9 centavos de dólar [Cfr. https://www.elcomercio.com]; las tarifas en Estados Unidos van de 8 a 17 centavos [Cfr. Wikipedia, Precios de la electricidad]. El estrato subsidiado en Ecuador paga cerca de un 53 % del rango superior de Estados Unidos y alrededor de un 68 % tomando las medias. El kg de ternera en Ecuador registra 6,4 dólares [Cfr. www.eluniverso.com]; en Estados Unidos, 12,60 dólares [Cfr. www.preciosmundi.com], un 53 % sobre este último. Considerando una lista de 17 rubros perecederos de consumo final [www.preciosmundi.com], la componente entre Ecuador y Estados Unidos es de 58 %; representa, para el primero, 8 % sobre el salario promedio, mientras para el segundo es de 3 %. La brecha neta de esta pequeña muestra es de 174 % para los asalariados ecuatorianos, es decir, lo que a un asalariado promedio yanki le cuesta 1 dólar, a un ecuatoriano le cuesta 2,74 dólares. ¿Cuál sería el average para nosotros?

La estabilización en seco no es una dificultad técnica, es socio-política: le arrebataría al Estado el medio de respaldar potencia de demanda aprovechando el "efecto Cantillon", dejándolo más atado de manos de lo que ya está. No hay renta petrolera. Tampoco hay capacidad tributaria interna. Obligatorio es conservar, por ende, al BCV. Ninguna estabilización por sí misma revertirá la debacle, lo que hará es congelar la demanda agregada. El escenario hiperinflacionario mutaría en una depresión glacial: los precios no cambian; los salarios de miseria tampoco. Se petrifica la brecha de ingresos. Luego, descartado un control social cuidadosamente planificado, la recuperación pasa a depender por entero del capital trasnacional (corporaciones, Tesoro de EEUU, FMI), con o sin estabilización monetaria. Es decir, recuperación = claudicación. Entre tanto, la apuesta alterna de recuperación del gobierno es la inversión extranjera aliada en medio del escenario de guerra, a contrapelo del asedio mediante la paradójica reconstrucción funcional de un capitalismo extractivista idealmente desenganchado de Occidente. Amanecerá y veremos.

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