La crisis económica de Venezuela, inicialmente, una crisis del y por el capitalismo rentista, ha sido empeorada por factores políticos violentos que promueven sanciones y terrorismo desde el extranjero, así como también por la crisis global ocasionada por el covid-19. Es, sin duda, una crisis muy compleja y multifactorial, en la que se ha impedido además hacer uso de los recursos externos disponibles por parte del Estado venezolano. Todo esto en un contexto, en el que se afectaron previamente la disponibilidad y el funcionamiento de los capitales productivos existentes en Venezuela (entre ellos, el acervo de reservas de divisas, Pdvsa, las industrias básicas de Guayana, la industria eléctrica, del Gas, etc.).
Entender las características de la crisis es muy importante; sobre todo, para saber cuáles son las opciones de políticas abiertas para salir de ella.
De partida, las opciones tradicionales de política están fuera de toda posibilidad. El éxito de éstas dependería del acceso a recursos procedentes del financiamiento externo y la ayuda internacional. Sin embargo, tales opciones están bloqueadas por las medidas adoptadas contra Venezuela por parte del gobierno de Estados Unidos. Por otro lado, la crisis global ocasionada por el Covid-19 limita -al menos por ahora- el acceso a los recursos provenientes de las exportaciones y remesas internacionales. Nos queda, sin embargo, el acceso a las inversiones internacionales y al retorno de los recursos financieros que mantienen en el extranjero particulares y empresas venezolanas. Estos últimos recursos estimo alcanzan al menos a la suma de CUATROCIENTOS MIL MILLONES DE DÓLARES ESTADUNIDENSES. La repatriación de una pequeña parte de estos recursos bastaría para estabilizar la economía venezolana.
Para estabilizar la economía venezolana es necesario además estabilizar el sistema político. Construir acuerdos amplios que aíslen la violencia política y refuercen la legitimidad de las autoridades y de los poderes públicos nacionales.
Venezuela ofrece recursos y atractivos suficientes para los inversores externos. No obstante, un factor imprescindible para reiniciar el crecimiento económico, sobre todo en el escenario de recesión global existente, consiste en recuperar la capacidad de demanda interna. No es posible que la economía crezca en el corto plazo y sostenidamente si no se reconoce esta necesidad. Sobre todo, no es posible crecer además de manera justa o más equitativa, si no recuperamos los salarios de los trabajadores venezolanos.
Desestimar el crecimiento de los salarios, nos lleva a reducir el tamaño de la economía nacional, lo que limita a su vez el tamaño de nuestra producción y de las empresas nacionales; sobre todo, con una demanda externa deprimida por las sanciones y la recesión global. Con un tamaño reducido de la economía, no hay atractivo tampoco para la inversión; esto es, para el retorno o repatriación de los capitales inicialmente extraídos de la economía nacional.
Por ello, pensamos hace falta una estrategia de desarrollo o expansión de la demanda del mercado interno; dirigida desde el Estado, por un Estado garantista, un Estado que expanda su capacidad de gasto e inversión y además lo haga de manera más eficiente y equitativa; para lo cual, es necesario que, al menos, ponga sus capacidades fiscales y tributarias a nivel del promedio de los Estados más avanzados de la región o similares. Debemos además disminuir el peso actual de la deuda externa, para ello, resulta necesario auditar la deuda y disminuir su saldo y servicio. Todo esto permitiría elevar el nivel interno del gasto interno y financiamiento de ese gasto, y reducir las presiones inflacionarias del mismo.
Seguramente, es necesario realizar otros muchos cambios al interior de la sociedad y el sistema económico y político venezolanos; pero, esto parece hoy una necesidad en la que todos los venezolanos podemos convenir. Bueno, sólo falta que nos decidamos a dar los pasos necesarios.