Te invito un café

Viernes, 16/04/2021 01:07 PM

La expresión que identifica este artículo era muy común cuando dos amigos se encontraban y por casualidad quedaba cerca una panadería o un café. Tal invitación se correspondía con una muestra de afecto, para disfrutar de una amena conversación libando tal infusión. Me permito remontar mi memoria hace medio siglo, cuando un café pequeño costaba la módica cantidad de un medio, es decir 0,25, es decir un cuarto de bolívar, o dos lochas o cinco centavos. Era el precio del aromático néctar, servido en una tacita de loza y no en un repugnante vaso de plástico, en cualquiera de sus modalidades: negrito, marrón, conleche, marrón claro, conleche claro, guayoyo o guarapo, o conleche oscuro, o el negrito cargado o fuerte. Evidentemente el empleado de la máquina debía estar al tanto de toda esta modalidad o variedad de la bebida.

El párrafo anterior lo traje a mi memoria porque el precio de nuestra bebida tradicional la voy a tomar como un marcador o un indicador de nuestra inflación inducida en un poco más de medio siglo, hace cincuenta tantos años, cuando recién me gradúe en el Pedagógico de Caracas. En ese tiempo, a un profesor graduado le pagaban por una hora de clase en 17 Bs y con esta cantidad se podía comprar 68 tacitas de café, que al cambio de la época (1 $ equivalía a 4,30 Bs) sería 3,95 $. El sueldo semanal de un profesor a tiempo completo era de 17x36 = 612 (36 horas semanales) y mensualmente sería aproximadamente 2.448 Bs. (612x4) es decir, 569,30 $.

En la actualidad el precio de 68 tazas de café pequeño es 68x1.700.000 Bs, dado que 1.700.000 Bs es, más o menos, el precio de un café pequeño. Es decir, la escandalosa cifra de 115.600.000 Bs. que equivaldría al pago de una hora de clase de un profesor graduado. Si a lo anterior se multiplica por 36 (horas de clase en una semana) y luego por 4 (cuatro semanas), obtendríamos el sueldo mensual de un profesor graduado, es decir: 115.600.000x36x4 = ¡16.646.400.000 Bs.! Monto que corresponde a 6.658,56 $ al precio de 2.500.000 Bs. por 1 $.

Es decir, un profesor graduado debería estar ganando hoy, según la inflación inducida, un sueldo de 6.558,56 $ para mantener el estándar de vida de hace 50 años y no de 4 o 5 $ que es, por desgracia, lo que está hoy devengando un docente con grandes responsabilidades en el proceso de enseñanza de niños y adolescentes. Este sería el sueldo que debería percibir un profesor para poder invitar a un amigo o a un colega un café pequeño, para mantener una amena conversación.

Estoy seguro que muchos de mis colegas de inmediato responsabilizarán al presidente MM de tal iniquidad, de tal desaguisado que rompe con las normas elementales del derecho al trabajo. No señor, esto se lo debemos a Juanito Alimaña, al bobolongo de Juan Guaidó que lleva años echándole vainas a los venezolanos y los no nacionales que residen al país. La factura petrolera de ha disminuido en un porcentaje bárbaro que le impide al gobierno obtener divisas para pagar sueldos y cubrir otros gastos, como la compra de alimentos y medicinas y otros insumos importaos. Fue el mal hablado de Guaidó, junto con una cáfila de bandidos, quienes sometieron y someten al país a la presión de unas sanciones, entre las que comprende el bloqueo de las exportaciones y la venta de crudo, una de las fuentes más importantes de divisas al país. No solo de petróleo, también de minerales estratégicos como oro, hierro, aluminio, entre tantos que contribuyen a alimentar nuestras arcas. A esto se debe agregar el congelamiento y el robo de nuestros activos colocados en el extranjero, acción permitida por agentes (ladrones) extranjeros, quienes juntos con el bobolongo y sus secuaces están dilapidando el dinero de los venezolanos.

Es grave la situación en la que se encuentran millones de trabajadores cuyos sueldos no les alcanza para cubrir las necesidades más elementales como es la compra de alimentos, mucho menos para cubrir los gastos del pago de condominio, la factura de la luz y el teléfono y ni pensar en comprar medicinas, en caso de alguna enfermedad. Si a esto se le agrega la especulación de los comerciantes quienes aumentan casi a diario los precios de los alimentos, se podrá entender la situación en la que viven la mayoría de las personas. Estoy seguro que el malnacido de Juanito Alimaña no siente la presión al no poseer el dinero necesario para acudir al mercado para comprar suministros para la familia. Este infeliz ha robado tanto, junto con su pandilla, que con las divisas sustraídas de las empresas venezolanas le tiene asignado a una cuerda de facinerosos unos sueldos en dólares, desvalijados de cuentas venezolanas depositadas en el extranjero, esto, con el aval de los gobiernos de EEUU y la UE.

El talante de la maldad del bobolongo de Guaidó es de tal perversidad y tal desprecio por el pueblo de Venezuela que no aboga por la eliminación de las sanciones, inclusive, solicita que se incrementen más, con la excusa de que tales solo perjudican al presidente MM. No creo que en el mundo exista una cáfila de políticos tan malvados, despreciables, criminales, hipócritas como Guaidó, Borges, Mariguanita Guevara, Del Vecchio, María Corina, Leopoldo López y una gentuza de bandoleros comprometidos en extorsión y sobornos en el ámbito nacional e internacional.

Actualmente Venezuela vive una crisis producto de las sanciones y de la pandemia de covid 19 que está asolando el mundo, que no respeta ni ricos ni pobres, ni blanco, ni negros, ni amarillos, tampoco a los colorados, no se fija si la víctima es militante de la derecha o de la izquierda, si es hombre, mujer, niña, niño o anciano. Esta enfermedad está arrasando con una parte de población del planeta y para vencerla se necesita dinero para comprar las vacunas para inmunizar a sus habitantes. Lamentablemente Venezuela no dispone del dinero suficiente para adquirirlas, paradójicamente no es porque no lo posea, sino que están secuestrados en las cuentas de los bancos extranjerosa petición del mala entraña de Juan Guaidó, responsable, junto con los gobiernos de EEUU y la UE, de la incautación de nuestros haberes que impiden aliviar los problemas que afectan a miles de venezolanos. Y si esto fuera poco, el traidor apátrida continúa conspirando junto el subpresidente Duque para derribar el gobierno en alianza con paramilitares y narcotraficantes, quienes pretenden desestabilizar la zona fronteriza entre Colombia y Venezuela para establecer una ruta del tráfico de droga a través de nuestro país. Pero la maldad no para y el tahúr de Juanito Alimaña mantiene una campaña de desprestigio a nivel nacional e internacional para difamar la labor y los logros del gobierno nacional, en materia del combate de la epidemia de covid 19.

No soy capaz de pronosticar nada, pero me pregunto qué le sucedería a un personaje de la calaña de la sabandija de Guaidó que hubiese perpetrado los mismos delitos en EEUU, España, Francia o en cualquier otro país donde haya causado tanto daño, que haya traicionado a los suyos y que sea corresponsable de la muerte de miles de personas, en su empeño de seguir robando las arcas de Venezuela para él y su pandilla.

No creo que exista una pena para castigar los delitos de un indigno como Guaidó quien tiene la maleficencia incrustada en el cerebro. Su maldad es tal que nos impide invitar a un amigo o aun colega a tomar una taza de café para disfrutar de una conversación agradable. Será por eso que alguien expresó: "Para que el triunfe el mal es necesario que los buenos no hagan nada". Por lo menos, todos aspiramos ver a Juanito Alimaña detrás de las rejas. Lee que algo queda.

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