El Índice Global de Competitividad (IGC) mide la capacidad de un país de generar oportunidades de desarrollo económico a los ciudadanos. El mismo es desarrollado por el Foro Económico Global y está diseñado para medir los fundamentos micro y macroeconómicos de la competitividad, medida como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país.
Es un criterio anual para que los responsables públicos vean más allá de las medidas a corto plazo y evalúen el progreso al conjunto completo de factores que determinan la productividad. Este indicador es una de las referencias más utilizadas para medir la competitividad y de las más amplias por el número de países que incluye. La edición del informe del año 2019, cubrió 141 economías que representan 99% del producto interno bruto mundial.
Este índice se evalúa a través de los siguientes doce pilares:
Fuente: The Global Gender Gap Report 2018
El desempeño de un país en los resultados generales del ICG, así como en cada uno de sus componentes, es el efecto del puntaje del progreso en una escala de 0 a 100, donde 100 representa la frontera. Cada país debe apuntar a acelerarse a la frontera en cada componente del índice. Cada uno de los pilares: 1) entorno habilitante, 2) capital humano, 3) mercados y 4) ecosistema de innovación, agrupa otros sub pilares, dando como resultado, mediante ponderaciones y pesos, el ICG.
A partir del ICG se pueden identificar fortalezas y debilidades para estimular el crecimiento económico, así como las diferencias en el ingreso per cápita de los países y presentar un análisis de los factores que generan una mayor competitividad y productividad. De hecho, es útil para la elaboración de nuevas políticas públicas que promuevan un ambiente de inversión más propicio para dicho desarrollo.
Con una puntuación de IGC de 84,8 sobre 100 en 2019, Singapur es el país más cercano a la frontera de competitividad. El país ocupó el primer lugar en términos de infraestructura, salud, funcionamiento del mercado laboral y sistema financiero desarrollado.
Liderada por Singapur, la región de Asia Oriental y el Pacífico es la más competitiva del mundo, seguida de Europa y América del Norte (los Estados Unidos y Canadá ocupan los lugares 2° y 14°). Hong Kong (3°) y Japón (6°) también figuran entre los primeros. Vietnam (67°) es el país cuya puntuación mejora más a nivel mundial, pero la región de Asia también alberga economías con importantes déficits de competitividad, como Camboya (106°) y Laos PDR (113°).
En América Latina y el Caribe, Chile (33°) es la economía más competitiva gracias a un contexto macroeconómico estable y mercados abiertos. Le siguen México (48°), Uruguay (54°) y Colombia (57°). Brasil, a pesar de ser la economía más grande de la región, ocupa el puesto 71°. Venezuela ocupa el puesto 133° y Haití 138°.
En el año 2006, llamado Índice de Brecha de Genero, los países que ocuparon las primeras posiciones fueron Suecia (1°), Noruega (2°), Finlandia (3°), Islandia (4°), Alemania (5°), Filipinas (6°), Nueva Zelanda (7°), Dinamarca (8°), Reino Unido (9°), Irlanda (10°).
El foro Económico Global llama la atención sobre una agenda ambiental, social y económica donde no pueden perseguirse objetivos por separado; al contrario, deben ser inclusivos y fusionarse en una única agenda de crecimiento sostenible e integrador. Los temas ambientales, así como los retos de reducir la desigualdad mediante un crecimiento inclusivo y el incremento en la igualdad de oportunidades son temas en la agenda global.
Asimismo, el fomento de la competencia leal; las políticas fiscales que mejoren la productividad en infraestructura, educación e innovación, podrían reactivar el crecimiento de la productividad.
En una reciente entrevista realizada a Esther Duflo, señala que el crecimiento económico como objetivo de los gobiernos en "engañoso". Asegura Duflo, lo primero es apostar por una medida general de bienestar, donde se garantice educación, servicios de salud y se contemplen otros factores como el medio ambiente y los desafíos que presenta el cambio climático. Afirma que los gobiernos no controlan mucho el crecimiento económico, por lo que cuando se utiliza como objetivo, los resultados se pierden de control.
En síntesis, el ICG, es una poderosa herramienta para evaluar el progreso completo de los factores que determinan la productividad, pues recoge variables micro y macroeconómicas que afectan la productividad de una economía. Los resultados de este indicador, evidencian una marcada desigualdad en la productividad mundial, traduciéndose en un déficit global de productividad y una concentración en las regiones de Asia Oriental y Europa.
El Reporte de competitividad global del año 2019 llama la atención sobre el crecimiento económico equitativo, y la armonización de la agenda económica, ambiental y social. Asimismo, reclama por acceso a oportunidades para todos.
Referencias:
Publicadas por masterecointer@gmail.com a la/
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"Sé curioso. Lee mucho. Trata nuevas cosas. Creo que lo que mucha gente llama inteligencia solo se reduce a la curiosidad". Aaron Swartz