La idea de crear a Telesur, como un canal de televisión que sirviese a difundir la verdad en la América nuestra, sin duda fue maravillosa. Nace ella por iniciativa del presidente Chávez, en un momento que los canales de Estados Unidos invaden las pantallas de nuestros televisores, valiéndose de las antenas parabólicas y luego las cableras y sólo ofrecen la visión acerca de cada problema que conviene al interés del gran capital y al gobierno de aquel país. Un momento cuando, canales como CNN y sus periodistas que, por tarifados, ofrecen versiones de cada asunto de acuerdo a la conveniencia del patrón, sin respetar para nada la verdad y cuando Bush intenta imponernos el ALCA, la justicia y honorabilidad de sus guerras de exportación para destruir el mundo árabe por el petróleo.
Aquellos canales estaban desatados promoviendo el golpismo, la violencia y valores ajenos a la democracia y la cultura nuestra. Su función era y es profundizar y apresurar la colonización e imponer en los ciudadanos de nuestros países sus valores, puntos de vistas e intereses. Tanto que hoy, muchos venezolanos ven en la invasión de EEUU a Venezuela, la conquista de sus derechos y aspiraciones sin profundizar en lo que eso significaría.
Los canales nacionales, incluso los del Estado, no tienen la cobertura y el alcance de aquellos como para competirles y hasta contrarrestarles. Por eso, en una alianza, cuyos detalles desconozco, nació Telesur, desde el inicio financiada por el Estado venezolano, razón por la cual su sede central es Caracas.
No hay duda que, en cierto modo, el citado canal desarrolla una labor loable, tanto como que, en buena medida, difunde valores culturales de nuestros pueblos y ofrece buena información de lo que en ellos sucede. En él, los pueblos indígenas de este continente, como los Mapuches, por primera vez, han tenido presencia, espacio para expresarse y hacerse conocidos, con todas sus calamidades y de cómo, las clases dominantes, han venido desconociéndoles sus derechos y despojándoles de sus bienes ancestrales. Por Telesur, el televidente puede tener excelente información acerca de acontecimientos que antes pasaban entre nosotros desapercibidos, porque más era la información que se nos daba de EEUU y Europa, que de nuestro entorno. Con ese canal televisivo, el hombre común de nuestros pueblos se puede enterar en detalle y hasta sentir como le corresponde, lo que acontece en la vecindad. Ha ayudado pues, en cierta medida, a acercar a nuestros pueblos latinoamericanos.
Por él, cualquiera puede escuchar analistas que hablan de la realidad latinoamericana, del nocivo significado de las políticas del imperialismo para nuestros pueblos, de su persistente injerencia en nuestros asuntos.
Pero además, hay en el canal un equipo de periodistas, sobre todo de damas, de buen gusto, modestas y discretas, que aparte de enaltecer el valor de su sexo, la condición de mujer, en cuanto ponen énfasis en sus capacidades para informar, analizar y aprovechar al máximo a sus entrevistados, sin caer en la tentación de hacer alardes insustanciales, poses exhibicionistas y ajenos a la naturaleza de su trabajo.
Pero no todo es completo en la vida, aunque se pudiera ser mejor sino caemos en tentaciones, abusos de autoridad, politiquería y aprovechamiento de las circunstancias en beneficio de personas u otros intereses. Como que en Telesur se deje ver en demasía una influencia que pareciera no justificarse, sobre todo cuando vemos que, en el cuerpo de periodistas y la carga de la información y noticia, se nota en demasía determinada presencia que pareciera no tener explicación ni justificación. Hay un cómo aprovecharse de las circunstancias que comienza a parecer de mal gusto.
Pero aparte de eso, Telesur, la misma que esta tarde de viernes 16 de julio, aproximadamente a la 1ª de la tarde, difundió un programa relativo a Haití, donde se dijeron cosas como que "la isla fue colonizada en 1492". Se trata de un programa grabado previamente y es inadmisible que tal error haya sido difundido. Una cosa es la llegada de Colón y los suyos a esos espacios, octubre de 1492 y otra la colonización.
Colonizar es un concepto distinto a eso que en otros tiempos llamaron "descubrimiento de América o encuentro de dos mundos" o para mejor decirlo, el simple arribo, hasta por carambola, de Colón a nuestro continente. La colonización, que fue antecedida por la conquista y hasta en veces corrió paralelamente a ella, significó la población de nuestros espacios con gente venida de Europa, habitantes primigenios y poco después con los africanos introducidos como esclavos. Implicó la formación de núcleos poblacionales, villas, pueblos con mezcla humana, cultural y la creación del Estado, prolongación del imperial. Y este proceso, se inició hasta 200 años después de aquella fecha de octubre de 1492.
Pero aparte de eso curioso, en ese programa de Telesur, se impuso lo que es habitual en toda su programación, ver la paja en ojo ajeno, pero nunca la viga en el propio. Para el canal y sus periodistas, el hambre, bajos salarios, carencias o deficiencias habituales en el sistema de salud, educación, en la distribución del ingreso, servicios públicos, son problemas que se dan en todas partes, menos en Venezuela y en todo espacio donde quienes controlan el canal, no quieren se sepa.
La periodista del programa o reportaje del cual venimos hablando, en una parte de su parlamento, dice con verdadero tono dramático, lo que de sobra sabemos, como que "Haití es el país más pobre del continente", donde la pobreza cunde, asfixia y mata, tanto que "el salario mínimo de los trabajadores no sobrepasa los 2.5 dólares diarios".
Según el criterio oficial del gobierno venezolano, todas nuestras calamidades, que son abundantes, se derivan del bloqueo que EEUU nos impone. No hay la menor duda que mucho de eso es cierto, como tampoco debe dudarse que, la gestión del gobierno también contribuye a agravar la situación al no ser capaz de diseñar políticas y planes que sirvan para sobreponerse, por lo menos en buena medida, ante tal asedio y hacer crecer la economía. Pero para Telesur tales problemas no existen. La realidad de Venezuela y otros espacios, no circula por ese canal informativo, haciendo creer a quienes habitualmente le sintonizan en América Latina y hasta Europa, sin suficiente sentido crítico, que vivimos en el mejor de los mundos y, hasta algo contradictorio, que el bloqueo estadounidense no nos hace daño. Pues si somos felices, comemos completo y "sólo nos falta sarna para rascarnos"; por eso, el bloqueo "nos resbala".
Cuando uno escucha, con demasiada frecuencia, a Telesur hablar de las carencias de los pueblos, trabajadores de nuestra América, con la intención de dejar constancia de la rapacidad del capitalismo y particularmente hace mención a Haití, con ese repetitivo sonsonete, según el cual, la miseria es tal que el ingreso mínimo de la casi totalidad de los trabajadores ronda los 2.5 dólares diarios, no deja de incomodarse y sentirse por demás contrariado.
Pasa por alto el canal que, habiendo sido creado para luchar por los derechos de los más débiles, los desprotegidos, los trabajadores que producen la renta y el beneficio, cuando se trata de Venezuela, el país que le sirve de sede, donde fue creado, no hace honor a ese su compromiso de nacimiento. Como también, el enorme disgusto que genera a buena parte de quienes en este país le sintonizan, en virtud que ese ingreso diario de los trabajadores "peor pagados de América Latina", el de los haitianos, es una "fortuna" si le comparamos con el de los venezolanos. Como que la cifra de 2.5 dólares diarios que percibe el trabajador haitiano, significa 75 dólares mensuales. Mientras que el salario mínimo venezolano, incluyendo los bonos, que no tienen incidencia en aguinaldos, vacaciones ni prestaciones sociales, no llega a esa "alta" cifra haitiana, si la comparamos con la venezolana, como tampoco el correspondiente a profesionales altamente calificados, como médicos y docentes, particularmente aquellos que prestan sus servicios al Estado.
Y eso causa profundo malestar y rabia. Envía un mensaje calculadamente errado al exterior y hasta invalida ante la comunidad internacional, particularmente aquella solidaria con la lucha de los trabajadores, cualquier manifestación de inconformidad y discrepancia que se produzca en el movimiento popular, el progresismo, el universo revolucionario defensor de los derechos de los trabajadores, que nada tiene que ver con la derecha reaccionaria, golpista y agente del capital externo. Y hasta abona el terreno, para que, cualquier evento de esa naturaleza que se produzca, por la vía y forma que sea, se interprete como un acto en favor del bloqueo y del imperialismo.