Fuimos sorprendidos ingratamente por los comentarios, aparecidos en el diario de ayer, de supuestos analistas económicos, quiénes vaticinaban más devaluaciones de nuestra moneda. Digo sorprendidos, pues la debilidad o carencia de argumentos y lo equivocado de plano que lucen, desde el inicio, merecen ese calificativo. ¡Sorpresa! Sus argumentos tenían la misma solidez que "una hamburguesa devaluada de cadena rápida". En el trasunto del debate sobre Venezuela, hay siempre más de un político frustrado, detrás del disfraz de supuesto analística político o económico.
Para opinar acerca del valor actual del dólar en la economía venezolana, hay que realizar un análisis integral de la situación venezolana; tomar en cuenta la situación de agresión externa a la que su economía fue sometida, los niveles de reservas bancarias existentes y el grado de intervención estatal en este mercado. Nada de ello, justifica la afirmación del supuesto analista a favor de la existencia de un bolívar sobrevaluado; por el contrario, es de esperar en el contexto del mercado cambiario venezolano que, el tipo de cambio revele precisamente el valor más elevado de la divisa posible y el bolívar se halle, sino subvaluado, de cualquier manera, muestre el tipo de cambio real. Y, la cotización del bolívar, incluso en el mercado paralelo al oficial, muestra notablemente cierta estabilidad. Así que repito, ¿a qué cuento vienen los comentarios del supuesto analista? ¿Vino solo, o lo trajeron? Dejaré la respuesta a los resultados de sus propias reflexiones.
Por otra parte, es visible que Venezuela viene avanzando a pasos firmes hacia una pacificación y estabilización de la situación interna. Hemos alcanzado un piso de cierta estabilidad y normalización. Los factores políticos y económicos han restablecido el diálogo. Hasta las variables relacionadas con la Pandemia global, se podría decir, lucen relativamente controladas. Las autoridades públicas se han renovado y están convocadas elecciones para renovar aquellas que no lo han sido aún. El tristemente famoso interino ya no pinta nada, ni dentro ni fuera del territorio. No le hacen caso ni en su casa; tampoco, el perro ni el gato…
No hay argumento que respalde la opinión de que el bolívar se encuentre hoy sobrevaluado; al contrario, la opinión más acertada es aquella que reconoce la ocurrencia de una importante depreciación en términos reales de nuestra moneda. Un elemento fuerte, a favor del reconocimiento de esta condición es el bajo nivel de ingresos y remuneraciones, también en términos internacionales, que actualmente perciben los trabajadores y amplias porciones de venezolanos.
Por ello, no es apuntando a nuevas devaluaciones como recuperaremos la economía venezolana, sino a través de la elevación firme y decidida del ingreso real de los trabajadores y de la inversión pública y privada en Venezuela. Los escenarios y proyecciones de la economía venezolana, luego de superar la actual situación de conflictividad excesiva y estéril, "autosuicida" diría un viejo presidente adeco, son altamente positivos.
Para estos fines hay dinero. El sector privado venezolano, particulares y empresas, cuentan actualmente con una fortuna en dólares esperando para invertir en Venezuela. Oportunidades de negocio abundan. Y el Estado venezolano es un Estado rico, es un Estado que tiene acceso a recursos, riquezas, tierras e infraestructuras muy valiosas. Hasta ahora, unos malos hijos de Venezuela han impuesto su agenda privada y particular por encima de los intereses colectivos. La democracia hace conciliar precisamente ambos intereses. Debemos reforzar, entonces, la democracia venezolana, a través de los medios pacíficos, institucionales y electorales. No hay espacios para agendas privadas sobre los intereses colectivos, ni el pueblo venezolano se halla en condiciones de tolerarlo.