Definitivamente la cúpula madurista vive pecando políticamente por obra y omisión. Por obra, cuando han sido los principales responsables en llevar al país durante casi una década por la destrucción económica y social con un saldo de pobreza que según Encovi asciende a más del 94% de la población, y una emigración que de acuerdo con cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU) supera más de 5 millones de connacionales, sin obviar que la otrora nación exportadora de crudo en manos de ustedes quebró la industria petrolera, y hoy, además que ni siquiera producimos combustibles, tenemos unos servicios públicos de agua, electricidad y gas técnicamente inexistentes, y lo que es peor, un régimen autodenominado "socialista" paga "salarios y pensiones" de un 1 dólar mensual en el medio de la más alta hiperinflación de la historia contemporánea universal, al punto que el madurismo el único logro monetario que tiene en los últimos tres años ha sido eliminarle 11 ceros a la moneda nacional con el nombre de "bolívar".
Y si lo anterior, ya resulta hasta pleonástico mencionarlo, no podemos dejar de mencionarlo cuando es evidente que la cúpula madurista también peca por omisión al tener declaraciones fuera de contexto político, económico y social por parte de la vicepresidente de la República quien asegura que ahora con la nueva "aplicación" del "semáforo" que el madurismo "ordenará" en espacios públicos, según Delcy Rodríguez, quien no se haya "vacunado" – tengo 50 años y no he visto ni la jeringa de la primera dosis – "no podrá entrar a un restaurant".
Y es que déjeme decirle, señora Delcy, que desde el momento en que comenzó toda esta tragedia con ustedes en el poder, o sea, el madurismo, mis menguados ingresos por máxima responsabilidad del régimen los cuales se situaban en promedio para un educador sobre los 500 dólares, y que permitían entre otras cosas, asistir de vez en cuando a darse un gusto aunque fuera en un modesto restaurant, todo eso fue pulverizado por el madurismo, al punto que no solamente me resulta imposible visitar cualquier comedero – mis ingresos apenas si llegan a los 10 dólares al mes -, así sea de lo que ustedes llaman en la nueva burguesía de "mala muerte", sino que tampoco puedo adquirir los alimentos mínimos indispensables para llevar una alimentación balanceada.
De hecho, las carnes y frutas se convirtieron en un restaurant de lujo en mi mesa. Poder comprar leche o tan sólo una que otra exótica bebida como un simple refresco es toda una proeza económica, y ni hablar de la posibilidad de adquirir productos como dulces o poder decir que tendré un vino para alguna ocasión especial, porque es algo que desde hace muchos años no existe en la despensa y menos en la nevera de mi casa.
Que usted, señora "vicepresidenta" nos diga a los venezolanos de a pie, esos mismos que caminan por peligrosas selvas en Panamá o extendidos desiertos por Bolivia hacia Chile, o mueren en altamar huyendo del madurismo, palabras más, palabras menos: que si alguien "no está vacunado" no podrá entrar a un restaurant o cuanta leguleyería considere(n) que puede ser contagiante, en nada aplica para la inmensa mayoría del pueblo que ha sido empobrecido por culpa del madurismo y del cual la vicepresidencia es parte de su cúpula, y por ende del desmadre económico de la nación.
Venezuela con ustedes en el poder jamás saldrá de esta crisis. Es más, en el supuesto negado que continuaran allí, siempre estará el discursillo de las "sanciones" para seguir justificando el cómo una población sigue empobrecida, mientras ustedes como cúpula madurista continúan viviendo a sus anchas en sendas mansiones, vistiendo costosas ropas y prendas, desplazándose en vehículos y camionetas último modelo, y teniendo a sus hijos – en su caso sobrinos – estudiando en costosas universidades del exterior, mientras las escuelas y liceos del país no tienen ni agua en sus tuberías y se encuentran en el más completo abandono y destrucción física.
Una vacuna no es el impedimento para poder regresar a un restaurant en Venezuela. El impedimento está en tener un régimen corrupto y violador de derechos humanos que se burla a diario de los venezolanos, y cuya maldad está centrada en hacer más y más pobres a quienes habitan en lo que una vez fue la patria pujante y próspera del Libertador.
¡Delcy, evítate tus burlescos comentarios! Yo nunca más podré ir a un restaurant mientras ustedes sigan en el poder, como de seguro si lo hace la cúpula madurista visitando los más costosos centros del gourmet nacional e internacional, y si no, le preguntas a Rosinés Chávez quien acaba de regresar de la costosa Francia (1) ¡Buen provecho! ¡Hipócritas maduristas!
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