Autodestrozarnos el salario de nosotros mismos

Sábado, 20/11/2021 01:17 PM

El salario es cero. Decir no alcanza, es insinuar que existe. Este es el drama de los empleados públicos de nuestro país, hablamos de policías, personal de la salud, educación, administración pública y hasta los militares. Es un problema cuya solución debe emerger de alguna manera, y pronto.

La causa la conocemos, el incesante ataque a la moneda nacional, ataque que no es nuevo, pues desde 1942 la fuga de capitales y la devaluación son características de la Venezuela petrolera, a pesar que muchos supongan o estén convencidos que la devaluación del bolívar frente al dólar o, mejor dicho, la sobrevaloración del dólar frente al bolívar es consecuencia del inexistente socialismo del Siglo XXI.

Si en este momento el Gobierno decreta un aumento del salario mínimo para empleados de la administración pública y pensionados del seguro social, los desgraciados que se han apoderado de la difusión, sin ecuación ni calculo alguno, de la tasa de cambio, publicarán, vía redes y chismes sociales un precio del dólar muy por encima del aumento salarial decretado. Jugada cantada que, sin miramientos ni remordimientos, destruirá lo poco que se ha avanzado en estos duros años de economía sin renta petrolera, para ser más ilustrativos, nos joderían a todos, públicos y privados.

Para evitar anunciar incrementos salariales, el gobierno ha optado por un salario en bonos, vía sistema Patria. Ha sido una estrategia tranquilizadora, anestésica, pero ya insuficiente. Por ejemplo, el bono Simón Rodríguez para los educadores se gasta, íntegramente, al comprar un marcador de pizarra, un lápiz, un bolígrafo y un café con leche mediano. Los demás bonos, algunos periódicos y otros aperiódicos, tampoco resuelven el dilema del empleado público, pues la incertidumbre llega al extremo de no poder establecer un presupuesto o planificación de gastos en la familia.

¿Qué hacer?... ¿indexamos los salarios al "precio página" o al petro?, ¿seguimos resistiendo? ¿privatizamos lo público para cobrar el servicio público?...

Si somos un Estado, un país soberano e independiente, es porque tenemos una casa de la moneda, es porque podemos crear monedas para movilizar nuestro comercio interno. Lo producido y consumido dentro de nuestro territorio y por nuestro pueblo debe ser valorado y tranzado en bolívares. Si permitimos que el comercio interno sea en una moneda extranjera sencillamente somos un país invadido, ocupado y tutelado.

La respuesta única y adecuada es volver a bolivarizar la economía. Es la única solución posible, no hay otra.

Observe, amigo lector, que todo lo compramos en bolívares, a pesar del espejismo de ver precios tasados en dólares, al final de cuentas, al pagar se usa el bolívar. Nuestra economía todavía está en bolívares, volátiles, extinguibles, humeantes, pero en bolívares. La razón es muy simple, el empleado público y el gasto público es en bolívares.

Amigos, el sector público es la fuente, el manantial del dinero es un Estado. Cuando el gobierno paga salarios y muchos otros gastos en bolívares, no necesariamente los tiene, pues jamás sería posible recaudar la cantidad de moneda necesaria para el gasto público con impuestos. De allí la razón por la cual los enemigos de la patria, llamarlos traidores seria reconocer que son venezolanos, han desaparecido los billetes y desvalorizado la moneda apelando a la avaricia de la gente. Para ilustrar lo que intento explicar, asemejo el caso a un rio, cuya agua mana en las cabeceras y corre hasta el mar. El agua debería retornar a las cabeceras en forma de lluvia, impuestos, lo que cierra el ciclo del agua. Pero, la moneda no es un objeto, y hoy día es fácil de comprender el concepto, pues son datos digitales, virtuales. La moneda no es como el agua, la moneda es una expresión monetaria, que ya ni siquiera se imprime, pues basta con teclear una PC para que se refleje en un estado de cuenta. Entonces, el manantial de monedas creadas y respaldadas por un Estado para el uso interno jamás se secará, así no llueva, es decir, no se cobre impuestos.

Las monedas valen en función de la exigencia que haga el vendedor. Si usted desea vender un cepillo de dientes y pide que se le pague con un dólar, hablo de un billete en papel con la cara de George Washington con sonrisa de Gioconda, pues el prócer norteamericano no tenía dentadura, y el comprador necesita ese cepillo, si tiene en su bolsillo un billete de esos usted lo comprará. Ahora, si tiene solo bolívares y los ofrece y el vendedor no los acepta, entonces no habrá negocio posible, usted no tendrá cepillo de dientes y el vendedor no tendrá el dólar… si la situación prosigue, por días, unos pocos días, y el vendedor necesita dinero, y todavía el cepillo de dientes está en el mostrador, el vendedor aceptará un pago móvil, en bolívares…

¿Emitir moneda causa inflación?

Claro que sí, pero eso no es ni un delito ni una estupidez. Observen el caso del reciente incremento del tope de la deuda en los EEUU. Esa medida, que significó un debate entre el ejecutivo y el legislativo estadounidense no es más que una medida para emitir dinero y gastarlo, es decir, pagar salarios y ejecutar obras con dinero salido de la nada. El efecto sobre la economía de ellos, como país, es inflación, pues los precios tenderán a subir, sin embargo, mucho de ese dinero nuevo, o mejor dicho, de esa moneda nueva, sale de los EEUU y se dispersa por el planeta, por lo tanto, la emisión en los EEUU no causa presión, pues el recinto a llenar de dólares es un país continente (51 estados) más el planeta, el mundo entero para de redundar completamente. La inflación es mundial.

El caso nuestro, la emisión de moneda causa presión inflacionaria inmediata, nuestro recinto es más pequeño, así que la inmediatez de más bolívares circulando más una cultura consumista notable, aquí nadie ahorra y nos encanta comprar, encarece todo.

¿Cómo volver a bolivarizar sin causar inflación?

Lo primero a recordar es que las monedas sirven para comprar, y si lo que se compra tiene alta demanda y solo se puede comprar en una moneda específica, la necesidad del producto se convierte en necesidad de esa moneda. De allí parte todo, de la necesidad de acumular una moneda que sirva para comprar algo anhelado, pues quien acumula la moneda la protege, es decir, no cede ante la tentación de cambiarla por otra que no le servirá para comprar lo anhelado.

¿Cuál es el producto más preciado en Venezuela?

La arepa, dirían algunos, y es verdad, pero ya se vende en bolívares…

La vivienda, dirán otros, y es cierto, pero en este momento ya esa demanda está casi cubierta.

La gasolina. Si, la gasolina. Vender gasolina en bolívares, exclusivamente en bolívares, convierte al bolívar en una moneda importante. Además, la gasolina es un producto nacional, aunque en estos momentos tengamos problemas para fabricarla íntegramente en el país. Problema solucionable, pues sea lo que sea y haga falta, pronto volverá a ser producida integramente y en cantidades suficientes.

Producir es vencer, es un eslogan muy interesante, pues resume todo cuanto nos ha limitado. Supera aquel ¨compre venezolano" cuyo efecto muchas veces fue contrario a la pretensión buscada, pues muchos, todavía hoy, suponen que lo importado es mejor.

Producir es vencer es una frase coherente, la demostración es que a pesar de haber pasado la pena ajena de haber visto a mequetrefe autoproclamarse Presidente de la Republica, y el susto, pues no es para menos, de ver al mequetrefe apoyado por los EEUU, la unión europea y los otrora gobiernos de hermanos latinoamericanos, complotados en aquel extinto grupo de lima; en estos momentos, producimos mucho de lo que necesitamos con insumos totalmente nacionales, una realidad que cualquiera puede constatar leyendo la procedencia de los empaques de muchos alimentos. No hemos vencido, por supuesto que no, pero ya comemos, con penurias y limitaciones, algo más que sardinas, auyama y lentejas, estas últimas importadas por Saab, hoy secuestrado por los azuzadores fracasados.

Una de las cosas que más encarece al dólar, pues lo hace apetecible, son los electrodomésticos y los artefactos electrónicos. Impresiona observar el movimiento comercial de las tiendas que venden artefactos electrónicos y sus accesorios. Esto no es nuevo, toda la vida ha sido así, sin embargo, este mercado es uno de los que más empuja, causa una sensación de insaciable necesidad, pues la importación, legal o ilegal de artefactos electrónicos se muestra al público en general y, aunque no sea el mayor desaguadero de los dólares, se exhibe como el que más.

Evidentemente, no tenemos como detener o atenuar esta demanda de dólares para comprar electrodomésticos y tecnofactos, pues para bolivarizar a esta demanda se requiere de instalar esa industria aquí, industria sumamente cambiante, basta recordar que, entre el vergatario, el blackberry y los Android no hay más de 10 años. Así que la estrategia debe ser comercial, no hay otra. Se me ocurre que podría convenirse, a nivel de Estados, la importación de estos artefactos electrónicos y pagar con petróleo, petros, y así saciar la demanda. Necesitamos bolivarizar este mercado, que es pequeño, muy pequeño, pero que hace mucha bulla.

Bolivarizar a la República Bolivariana de Venezuela, es la estrategia para vencer al enemigo interno. Un enemigo que no es invisible, sabemos quiénes son y donde están. Solo nuestro amor a la paz los mantiene enteros… Son enemigos internos, aunque actúen desde Miami o Cúcuta. Internos, sí, pero ya dejaron de ser venezolanos, no por haber optado por la ciudadanía norteamericana, sino por haber agredido criminalmente a su propio pueblo. También son criminales, pues cuando se intenta vencer causando hambruna, se es un criminal de guerra.

Por supuesto que habrá que emprender campañas publicitarias para concientizar al pueblo venezolano de la importancia de respetar la moneda nacional, pues no solo el hecho de llamarlo marrón, orquídea, bolos o palos lo irrespeta, sino que obedecer a un "precio página", que fluye por los grupos de wasap, es el mayor irrespeto, pues, aparte de estupidez colectiva, es "autodestrozarnos el salario de nosotros mismos", ¿así o más claro?.

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