En primer lugar, me parece de lo más oportuno decir con claridad que, a estas alturas del siglo XXI, luego de la crisis financiera del 2008-2009 y de las variopintas posturas político-sanitarias de los diferentes gobiernos del mundo ante el COVID-19, durante 2022 y 2021, me parece absolutamente fuera de lugar continuar usando las categorías de izquierda y derecha para definir a las "ideologías" de los gobiernos o partidos políticos del mundo, y lo mismo puede decirse de Venezuela. En este momento, no entraré a justificar este asunto, porque creo haberlo abordado ya en un artículo pasado, simplemente quiero dejar claro, o advertir, al lector que este autor no ve ninguna diferencia ideológica entre la izquierda global de hoy (incluida la autoproclamada "izquierda" venezolana) y la derecha política mundial. Quizás se distinguen únicamente por el asunto de los matrimonios gay y el aborto (promovidos por la autoproclamada izquierda y rechazados por la autoproclamada derecha) pero fuera de eso, en nada más podemos hallar diferencia real y práctica entre ambos cárteles políticos. Dicho esto, me centraré ahora en el diagnóstico y las perspectivas económicas de Venezuela para los próximos años.
Desde el año 2.013, se ha visto una acelerada caída del Producto Interior Bruto (PIB) venezolano que, muy probablemente, tiene una relación directa con la abierta corrupción y la malversación de alrededor de 300 mil millones de dólares provenientes de los ingresos petroleros. No es casual que, a partir del año de la muerte de Hugo Chávez (2.013), se produjera un repunte descomunal en el saqueo de los fondos públicos y para el 2.014 se registrara la primera caída importante del PIB nacional, después de la que se vivió como consecuencia del paro petrolero de 2.002. Puntualmente, durante los meses de grave covalecencia en Cuba de Hugo Chávez, según la expresidenta del Banco Central de Venezuela (BCV), Edmeé Bentacourt, se esfumaron 20.000 millones de dólares adjudicados a empresas de maletín, falsas adjudicaciones a empresas fantasma, lo que evidentemente tiene que ver con extracción de fondos públicos con complicidad de altos funcionarios del gobierno que temían el colapso del sistema oligárquico rojo luego de la muerte del caudillo. Algunos de los más beneficiados de este saqueo son, el ex tesorero de Hugo Chávez, Alejandro "El Tuerto" Andrade y la ex enfermera y ex tesorera de Hugo Chávez, Claudia Díaz. El saqueo de las arcas públicas, durante 2013, da el tirón inicial hacia abajo para el derrumbe de la economía venezolana. En este sentido, el desfalco inicial de 2.013 es el punto de partida para la contracción económica nacional y es causa primaria de la progresiva caída del PIB desde el año 2.013 hasta el año 2.021.
La economía venezolana fue cayendo año tras año hasta alcanzar el pico máximo en una caída del -40% del PIB durante el año 2.019. Por lo tanto, no es de extrañar que la demanda eléctrica también haya caído de 18.000 MW en 2014 hasta menos de 10.000 MW en 2.019, lo que ha dado una holgura al gobierno nacional para maquillar la precaria situación del sistema eléctrico nacional que se sostiene hoy con los mismos sistemas de generación, y redes de transmisión, heredados de la cuarta república: Complejo Hidroeléctrico del Caroní, viejas termoeléctricas a fuel oíl del centro y occidente del país y la red troncal de transmisión de 765 kV. Los 30.000 millones de dólares "invertidos" por el gobierno de Hugo Chávez en el marco de la llamada "misión revolución energética", en las supuestas plantas de ciclos combinados, parques eólicos y moto-generadores a gasoil se han perdido por completo, la disponibilidad de estas máquinas mayoritariamente compradas a la corrupta y oscura trasnacional alemana SIEMENS está completamente por el suelo, estas turbinas alemanas no generan hoy ni un solo kilovatio-hora para el sistema eléctrico venezolano.
Durante el gobierno de Hugo Chávez, el único período de crecimiento económico real ocurrió entre los años 2.004 y 2.008, cuando la economía nacional creció entre un 18% y un 7,5% interanual debido a un aumento en los precios del petróleo desde 30$/b hasta más de 90$/b. Este fue un período de crecimiento económico tremendo para todas las economías latinoamericanas debido al incremento en los precios de las materias primas. Sin embargo, el crecimiento que pudo alcanzarse durante este corto período no era sostenible pues se basó únicamente en el aumento de los precios petroleros. Por lo tanto, fue así como la enorme caída posterior del PIB, impulsada por el saqueo inicial de 2.013, ha dejado a Venezuela con una economía cuyo tamaño real actual es similar al de la economía de Bolivia, Paraguay o Guatemala (países todos con una población muy inferior a la venezolana). Actualmente, la renta per-capita nacional es la segunda más baja de América Latina, superando únicamente a Haití. Socios comerciales y políticos del gobierno de Nicolás Maduro, como Bolivia o Nicaragua, tienen rentas per-capita sensiblemente superiores a la venezolana. Por otra parte, las sanciones comerciales de parte de Estados Unidos pueden concentrarse en un inicio alrededor de los años 2017 y 2018, lo que podría explicar la tremenda caída del PIB del año 2019 (-40%). Sin embargo, antes de la aplicación de las sanciones, las políticas económicas y la gestión financiera del gobierno de Nicolás Maduro había provocado ya una caída del PIB del -5% en 2015, -18% en 2016, -15% en 2017 y -20% en 2018. Para el año 2018, el gobierno bolivariano había llevado a la economía venezolana a un tamaño 10% inferior al que tenia en el año 1999, primer año de gobierno de la autoproclamada "revolución bolivariana" y a finales de 2021, el tamaño de la economía venezolana es 70% inferior al que tenia en el año 1999. Es decir, la economía venezolana es hoy menos de una tercera parte de lo que era para finales de la cuarta república, el país es un 70% más pobre, los venezolanos somos un 70% más pobres, en términos generales y en términos particulares, la pobreza y el hambre alcanzan niveles de escándalo, inexcusables y a todas luces desastrosos. En estas situaciones de crisis económica, lo normal es ver un incremento en el gasto público con el propósito de palear los efectos sociales de la caída económica, esto ocurrió en 2014, cuando el gasto publico del gobierno de Nicolás Maduro alcanzó un 50% del PIB. A medida que la crisis económica se fue agravando, el porcentaje de gasto público en lugar de mantenerse constante o incrementarse (debido a la reducción del tamaño de la economía), por el contrario, cayó a niveles nunca vistos en la historia de contemporánea de Venezuela, alcanzando un nivel de gasto público pírricamente superior al 10% del PIB. Durante la última década de la cuarta república, el gasto publico osciló entre un 40% y un 20% del PIB y, durante el gobierno de Hugo Chávez estuvo entre un 30% y un 40%. Pero nunca en la historia del siglo XX y principios del siglo XXI, el gasto público estuvo en niveles tan bajos, en nuestro país.
Ante la desastrosa gestión económica, petrolera, energética, industrial y financiera de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, se ha visto un proceso de revisión hacia la liberalización de la economía venezolana, en los últimos tres años, como no había ocurrido durante ningún gobierno de la cuarta república. La falta de capacidad técnica, creatividad e innovación de los altos funcionarios económicos y financieros del gobierno venezolano, los ha llevado sencillamente a desistir, abandonar el control y regulación de la economía y a soltar las riendas al mercado, liberalizando por omisión, por Walk Over (W.O) o Forfeit haciendo cierto el viejo adagio que dice "mucho ayuda el que no estorba". Esto ha provocado que la hiperinflación se esté ralentizando. Durante el primer trimestre de 2019, sucedió el pico máximo de hiperinflación en Venezuela (año de la mayor caída del PIB en la historia reciente de Venezuela), desde entonces la hiperinflación ha ido disminuyendo y probablemente cese durante el próximo año 2022, pasando a un proceso inflacionario más controlado. Este año 2021, según las previsiones de Ecoanalítica, cerrará con un caída del PIB de "apenas" un -0,5%, sin embargo, en sector privado nacional crecerá en un 3,1% mientras que el sector público se sigue contrayendo en un -5,4%. Este gobierno "socialista" contrae al estado y expande al sector privado, como no podría estarlo haciendo mejor ni el mismo Milton Friedman y haciendo propias las palabras del socialdemócrata alemán Willy Brandt, que dijo que "tiene que haber tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario". He ahí una idea clara de un socialdemócrata ahora ejecutada por el gobierno de "izquierda socialista y bolivariana" de Nicolás Maduro.
En cuanto a la política monetaria, la expropiación de la riqueza de los trabajadores venezolanos ha alcanzado niveles de salvajismo similares a los de la antigua Grecia esclavista o la Europa feudal de capitalismo primitivo. Es bien sabido que la inflación fue siempre una política de acumulación de riqueza de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro para financiarse a expensas del trabajo de la clase media, sin embargo, en los últimos tres años esta hiperinflación ha servido, casi exclusivamente, al enriquecimiento descomunal de la nueva élite comercial y financiera que pulula alrededor del poder hegemónico de la nueva oligarquía roja y no en favor de las arcas del estado como había venido siendo entre 1999 y 2016. Esta situación ha provocado que Venezuela, con un coeficiente de Gini de 51, sea el segundo país de América Latina con mayor desigualdad, después de Brasil, con 53, un dato absolutamente incompatible con una gestión económica de un gobierno que se autoproclama "socialista". Venezuela es mucho más desigual que el liberal Chile o que la clasista Colombia, con regímenes económicos de mercado liberal, aunque sin dolarizar.
Venezuela es un país dolarizado de facto, de la misma manera que dolarizadas están las economías de Ecuador o El Salvador. En un esquema liberal de economía de mercado como la que promueve por omisión activa el gobierno de Nicolás Maduro, esta dolarización ha contribuido a frenar la hiperinflación. Entre junio de 2019 y marzo de 2021, las transacciones domésticas venezolanas en dólares han pasado de representar un 40% hasta ser el 67,5% del total de transacciones dentro del país. Aunque el esquema basado en el PETRO podría haber funcionado, como ha quedado evidenciado en el hecho de que este criptoactivo se cotice hoy en más de 50$, es claro que la tendencia ideológica propia del gobierno es contraria a estas iniciativas y mucho más abierta a una economía de mercado liberal anticuada y basada en el dólar estadounidense. En este sentido, el gobierno de Nicolás Maduro ha comenzado a utilizar al dólar como moneda para procesar sus pagos más importantes. Mientras países socios como India y Rusia están deshaciéndose de sus reservas en dólares por considerar que esta divisa está hoy en un franco proceso de devaluación y podría derrumbarse hacia una espiral inflacionaria ascendente en cualquier momento, el miope gobierno liberal mercantilista de Nicolás Maduro sigue viendo al dólar como una sólida reserva de valor, esto es absurdo desde todo punto de vista. Países como El Salvador, que ha pasado por una nefasta y destructiva dolarización, están ahora resurgiendo de sus cenizas gracias a una reversión no-violenta de este proceso, haciendo un "by-pass" a la dolarización a través del uso de Bitcoin, un proceso al que se le denomina hiperbitcoinización. Esto está llevando a El Salvador a alcanzar niveles de crecimiento que son los más elevados de Centroamérica e incluso por encima de países como Panamá. Mientras tanto, el gobierno "progresista" de Nicolás Maduro sigue anclado en las ideas liberales de los 90´s, absolutamente obsoletas en la actualidad, que propugnan al dólar como la más solida reserva de valor (no se si el lector entiende la magnitud del ridículo de esta afirmación), algo que se me parece a la ideología casposa y llena de telarañas de las comunidades de exiliados mayameros de Cuba y Venezuela, porque fuera de estas comunidades ultraconservadoras y reaccionarias no creo que nadie pueda científicamente sostener que el dólar es una hoy una confiable reserva de valor, no lo es, cualquier economista medianamente informado lo debería saber perfectamente.
En cualquier caso, esta dolarización por Walk Over (W.O) o Forfeit ha servido para ralentizar la inflación a expensas de la pérdida de soberanía económica y la depauperación activa y sistemática del poder adquisitivo de las clases media y trabajadora. La ralentización de la hiperinflación ha provocado un leve, pero notable, incremento en el uso de los bolívares en las transacciones comerciales domésticas para el ultimo trimestre de 2021. Se espera que la inflación para finales de 2022 sea manejable por ser muy inferior a la de estos últimos tres o cuatro años. Los precios de remate de los inmuebles y empresas venezolanas serán en 2022 presa de los grandes capitales especulativos del mundo que, durante este año como nuca antes, podrán comprar posiciones en un país rico en recursos minerales a precios de un país en quiebra. El aquelarre del capitalismo especulativo llega a Venezuela en este 2022, un año de destrucción de las economías occidentales y de refugio de los capitales en países de economía emergente. Esta situación, favorecerá a las elites comerciales e importadoras y no tanto a los emprendedores industriales y tecnológicos. Esto es equivalente a la alianza de los grandes capitales británicos con las antiguas aristocracias de puerto de la época de la Venezuela colonial, en favor de la "independencia" de España y en contra de las potencias rivales de Inglaterra como Francia y España. Estas antiguas elites ahora se han transformado en "mercaderes socialistas" y se han inundado de nuevos ricos emanados de los entornos familiares y sociales de los oligarcas rojos, lo que le confiere a esta nueva elite comercial un carácter mucho más inmediatista, agresivo y alienado que todas las elites anteriores, incluida la elite mantuana pro-britanica y anti española que propugnó la independencia como forma de hacerse con el control monopolista del comercio importador en nuestro país en contra de la industria nacional que estaba floreciendo hacia el interior de la provincia de Venezuela, gracias a las nuevas universidades fundadas por intelectuales venidos de la península ibérica, durante el siglo XVIII. Nunca había habido una elite comercial tan pro-yanqui, mayamera, dolarizada, inculta y barbárica como la surgida del seno del Chavismo y Madurismo. Una élite comercial-importadora que clama "Mercado, Liberalismo o Muerte", el nuevo eslogan del chavismo-madurismo alineado con la Agenda 2030 de las elites globalistas y el gran reinicio financiero del Foro Económico Mundial de Davos.