Observo a quienes juegan a desobedecer la ley de impuesto en Venezuela, grandes empresas que nada o muy poco cancelaban al país, negocios internacionales y nacionales abusan del consumidor, comerciantes e industriales trasladan ese impuesto a nuestros bolsillos y carteras, fórmula del capitalismo salvaje depredador. Las distorsiones económicas de los negociantes desde bodegas a corporaciones inmensas, desafían la ley y a cuenta de sus "agallas" como decimos en criollo, nos imponen precios prohibitivos. Las exigencias colectivas crecen en la humanidad, en Venezuela estamos poco o mal enterados de la necesidad en defender nuestra moneda oficial, el bolívar.
Justicia en el salario para disfrutar calidad de vida, es promesa sempiterna y de ahí que los habitantes del globo terráqueo aprendan pese al ambiente convulso, a saber defenderse. El problema es que los pedimentos dependen de las aspiraciones y necesidades de cada quien. Fui sorprendido al escuchar en televisión un dirigente de notable influencia en la política económica, con Chávez y luego con Maduro. Resguarda y explica la medida destinada a proteger nuestro signo numismático oficial, pero no hizo referencia a devolvernos ese 3 % que nos aplican comerciantes e industriales sin piedad alguna, acudiendo al timo.
La pasión por la controversia nos va enseñando, no importa condición social, sexual, religiosa, etc. e intuir donde es pertinente exigir sancionar a quienes no aguantan dos pedidas para convertirse en corruptos, siguiendo entre nosotros el pésimo ejemplo de 40 años adecopeyanos, demócrata cristianos y social demócratas, haciendo negocios y trabajando lo menos posible desde el momento que eran designados funcionarios. La diferencia actual es la laxitud de la revolución venezolana excesivamente permisiva. Frente a un retén policial vi un efectivo uniformado que le decía a su colega que llegaba en una moto, "qué te vas a comprar con el nuevo sueldo que puso Maduro, esa vaina alcanza para dos kilos de queso".
Hace 64 años obtuve mi primer trabajo siendo estudiante nocturno y con necesidad de ingresos, fue en oficinas policiales en Caracas al comienzo de la democracia en 1958. Hubiese sido imposible que un funcionario, y menos un policía hiciese algún comentario público contra el Presidente de la República. Lo evoco cual ejemplo para esta opinión, en mi caso fui recomendado por un militar de mi mismo apellido y obtuve el empleo, era la etapa inicial de nuestra democracia representativa, fui solo 2 años y medio oficinista en el cuerpo policial, por ellos guardo respeto y conocí sus funciones por dentro, no es fácil exponer la vida diariamente protegiendo a la colectividad como debe ser.
Inconcebible que un policía se atreviese entonces opinante y burlarse del Jefe del Estado, para empezar porque les exigían "carnet del partido" gobiernos blanquiverdes que los fueron corrompiendo, hubo épocas de la "democracia representativa", en que la colectividad le tenía casi menos temor a un asaltante ocasional, que al policía, utilizaron a los agentes y oficiales junto a militares y fanáticos partidistas, con una especie de licencia para matar, oprimir a la colectividad y actuar con pasmosa indiferencia sin el mínimo respeto hacia la población civil.
Me limito a preguntarles al oficialismo y a la oposición 2022 más dividida que escolares si les dicen cómanse lo que puedan de esa torta, y todos se lanzan sin siquiera lavarse las manos a buscar el pedacito que le toque en medio del desorden. Al gobierno y a la oposición les inquiero, ¿Van a aprobar en la Asamblea Nacional o por iniciativa ejecutiva presidencial, castigar a los especuladores que nos roban y maltratan escudándose en factores políticos?, ¿Acaso ese 3 % de impuesto nuevo que nos aplican comerciantes sin vergüenza, nos lo irán a devolver?, recomiendo conservar la factura de cada compra importante y podríamos presentarlas a organismos fiscales, en el caso que decidan favorecernos.