La privatización y los mercados libres

Viernes, 22/04/2022 01:07 PM

—"Enfrentamiento entre la libertad de los mercados y los pueblos tuvieron lugar en Europa, cuando la Constitución Europea fue rechazada en dos referendos nacionales. Fue la primera vez que se pidió a los ciudadanos que opinaran directamente si las reglas del libre mercado debían regir en Europa y aprovecharon la oportunidad para decir que no. Tal y como lo expresó la escritora y activista Susan George, que reside en París, "el pueblo no sabía que Europa estaba toda encapsulada, toda escrita en uno solo documento. Una vez empieza a citarlo y el pueblo descubre lo que de verdad dice y se da cuenta de que va tener la fuerza de una constitución y que no podrá ser revisada ni enmendado, se llevaron un susto de muerte".

Recientemente, ha surgido otro análisis sobre el significado de lo acontecido en su momento en Tiananmen que pone en cuestión la versión mayoritaria y atribuye al friedmanismo un lugar central en aquella historia. Este relato alternativo ha sido propuesto, entre otros, por Wang Hui, uno de los organizadores de las protestas de 1989 y que es hoy uno de los más destacados intelectuales de la conocida como "nueva izquierda" de China, En su libro China’s New Order, publicado en 2003, Wang explica que los manifestantes reunían a una amplia representación de sectores diversos de la sociedad china y no sólo a estudiantes universitarios de élite; también había obreros industriales, pequeños empresarios y profesores. Lo que encendió las protestas, según recuerda, fue el descontento popular con los cambios económicos "revolucionarios" de Deng, consistentes en una reducción salarial y una subida de precios, y que causaron "una crisis de despidos masivos y desempleo". Según Wang, "estos cambios actuaron de catalizador de la movilización social de 1989".

Las manifestaciones no iban dirigidas contra el hecho de que se produjera una reforma económica, sino contra la naturaleza específicamente friedmanita de las reformas: su velocidad, su carácter implacable y el carácter marcadamente antidemocrática del proceso. Wang dice que la petición de elecciones y de libertad de expresión que hacían los manifestantes estaba estrechamente ligada a esa otra discrepancia en el apartado económico. Lo que impulsaba la demanda de democracia era el hecho mismo de que el partido estuviese imponiendo cambios de alcance revolucionario sin el más mínimo consentimiento popular previo. En ese sentido, Wang escribe que "lo que se pedía, en general, eran medios democráticos paras supervisar la equidad del proceso de reforma y de reorganización de las prestaciones sociales".

Algunos de los reformistas de libre mercado que había dentro del partido, entre los que destacaba el secretario general, Zhao Ziyang, parecían dispuestos a apostar por la democracia, convencidos de que la reforma económica y la política podían ser aún compatibles. Pero había otros elementos más poderosos del propio partido que no deseaban en absoluto asumir ese riesgo. Pronto se conocería el veredicto; el Estado iba a proteger su programa de "reforma" económica aplastando a los manifestantes.

Una de las certezas que reveló Tiananmen fue la asombrosa similitud entre las tácticas del comunismo autoritario y las del capitalismo de la Escuela de Chicago por su voluntad común de hacer desaparecer a los oponentes, de borrar toda resistencia del panorama para empezar de nuevo.

En una extraña coincidencia, la masacre de la Plaza de Tiananmen tuvo lugar el mismo día que la aplastante e histórica victoria electoral de Solidaridad en Polonia; el 4 de junio de 1989. Cada uno de esos países constituyó, en cierto sentido, un caso de estudio muy distinto de la doctrina de shock. Ambas naciones tuvieron que recurrir al shock y al miedo para imponer una transformación de libre mercado. En China, donde el Estado empleó métodos de terror descarnado, la tortura y el asesinato, el resultado fue, desde la perspectiva del mercado, un éxito rotundo. En Polonia, donde sólo se recurrió al shock de la crisis económica y del cambio rápido (y no hubo violencia manifiesta), los efectos del shock acabaron apagándose y los resultados fueron mucho más ambiguos.

¡La Lucha sigue!

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