La desigualdad material que hoy afecta a muchas ciudadanas y ciudadanos del mundo y de nuestra región constituye una grave forma de desigualdad.
Si proyectamos las cifras de los últimos años, la esperanza de alcanzar finalmente, la eliminación de la pobreza en el mundo parece al alcance de la mano, pero la brecha de ingreso entre los más ricos y los más pobres se mantendrá o se hará mayor.
Que en una sociedad se acepte la existencia de la extrema pobreza, existiendo los medios para hacerla desaparecer, es un fenómeno claramente discriminatorio.
La desigualdad económica, de manera más general, se puede definir como "la situación en la que existe una diferencia relacionada con la renta, la riqueza o bienestar económico entre los diferentes integrantes de la población de una determinada región geográfica".
la desigualdad económica, inequidad económica de la desigualdad o desigualdad de ingresos, comprende todas las disparidades en la distribución de bienes e ingresos económicos, entre ellas muy especialmente la distribución de la renta que procede tanto del capital como del trabajo"
El término se refiere normalmente a la desigualdad entre individuos y grupos en el interior de una sociedad, pero también se puede referir a la desigualdad entre países.
La desigualdad económica está relacionada con la idea de igualdad de oportunidades y la igualdad de resultados.
Acá estaremos en presencia de dos categorías de ingreso, que tienen en la sociedad un tratamiento distinto, la de quienes reciben ingresos por su trabajo y la de aquellos que reciben su ingreso como renta de su capital.
Thomas Piketty ha definido esta situación de la siguiente manera: "En verdad, el ingreso consiste de dos componentes: el ingreso por trabajo (sueldos, salarios, bonos, ganancias de trabajo no asalariado y otras remuneraciones legalmente calificadas como relacionadas con el trabajo) e ingreso del capital (renta, dividendos, intereses, ganancias de capital, royalties, y cualquier otro ingreso derivado del mero hecho de poseer capital en forma de tierras, bienes raíces, instrumentos financieros, equipos industriales, etc".
Piketty verifica luego que, a lo largo de varias décadas, el crecimiento del ingreso proveniente del capital ha sido de un 4% a 5%,mientras que el crecimiento de la economía ha sido, en promedio, de un 1,5%. Ello obviamente significa que la otra categoría, la de quienes viven de su trabajo, recibe una remuneración porcentual cada vez menor.
Esta tendencia parece durable, sobre todo cuando el mismo autor y otros estiman que en los próximos años la desigualdad en el ingreso tenderá a ser mayor. Más aún, al parecer esta fue siempre la tendencia natural en la historia.
La desigualdad ha pasado a primer plano en la agenda de políticas e investigaciones de las Américas. Los responsables de las políticas están concentrándose en el nexo entre desigualdad y pobreza, en tanto que los economistas están estudiando las relaciones entre la desigualdad, la redistribución y el crecimiento.
En América Latina, la región más desigual del mundo, las políticas sociales más incluyentes ayudaron a 61 millones de personas a escapar de la pobreza y contribuyeron, junto con el crecimiento elevado y la estabilidad macroeconómica, a una reducción de la desigualdad de los ingresos durante el decenio pasado.
Desde 1990, la tasa de pobreza de la región ha bajado de 48% a alrededor de 28%. La pobreza extrema también ha disminuido considerablemente, a 11%1 . La clase media de América Latina ha crecido; ahora, por primera vez, es igual al número de personas que viven en la pobreza.
Sin embargo, todavía hay mucho que hacer para alcanzar un desarrollo inclusivo y sostenible, ya que cuatro de cada diez personas viven en lo que el periódico Financial Times de Londres llama "el medio frágil". No son pobres pero tampoco gozan de seguridad económica. Ganan entre cuatro y diez dólares .
Aunque la distribución de los ingresos mejoró en América Latina en el último decenio, con el aumento de un punto porcentual como mínimo de la participación del quintil más pobre en el total de los ingresos en ocho países y la disminución de cinco o más puntos porcentuales de la participación relativa del quintil más rico en nueve países, la desigualdad sigue siendo un grave problema .
Sin embargo, la desigualdad de los ingresos no es un fenómeno privativo de América Latina en nuestro hemisferio. Tanto Estados Unidos como Canadá, al igual que otros países desarrollados, han experimentado un aumento de la desigualdad en los últimos 30 años.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), proyectó un crecimiento económico para Venezuela al término de 2022 entre el 5 y 10 por ciento.