El gobierno de Nicolás Maduro, nuestro gobierno, debe contemplar desde ya, en el Presupuesto de la Nación para 2023, un incremento significativo del salario para revertir todo el daño que ha sufrido los trabajadores y trabajadoras del país producto de la pandemia del Covid19, y la guerra política y económica interna vivida en los últimos 9 años.
Por tanto, debe prever el incremento de la inflación determinada por el lado de los costos de producción, que sería el resultado de ese posible aumento del poder adquisitivo de la fuerza laboral activa, de los pensionados y jubilados para el 2023. Por cierto, será un año preelectoral, y ese aumento necesario para la remoralización y dignificación de la clase trabajadora traería como consecuencia un estímulo de la Demanda Agregada Interna, es decir, un aumento en el consumo nacional, del empleo bien remunerado, de la inversión, de un mayor nivel de recaudación fiscal, y finalmente, un crecimiento considerable del ingreso nacional, es decir, del Producto Interno Bruto.
AÚN PERSISTEN LAS SECUELAS DE LA GUERRA ECONÓMICA Y LA PANDEMIA
Es un hecho real que los niveles de pobreza y desigualdad de ingresos han aumentado en Venezuela debido a las alteraciones causadas por la hiperinflación inducida, la COVID-19, los efectos del conflicto político interno, la mengua de los ingresos petroleros por la debilidad estructural de PDVSA y los efectos del acoso imperial contra nuestro país.
El Gobierno Nacional ha tratado de mitigar los daños sociales y económicos (salariales) ocasionados con bonificaciones y políticas de protección social como las Misiones y Grandes Misiones, que atienden necesidades básicas estructurales (vivienda, educación, salud, infraestructura pública, etc.).
No obstante, es necesario hacer un esfuerzo y encontrar soluciones concertadas políticamente, para regresarles el poder adquisitivo a los venezolanos a tiempos del año 2012, cuando el salario mínimo se ubicaba alrededor de los 250 dólares por mes. Recordemos que un año después, en el 2013, se inició lo que el mismo presidente Nicolás Maduro denominó guerra económica, que ha sido una lucha intestinal por el poder político en Venezuela contra el Gobierno legítimo y electo democráticamente, que en esencia, fue iniciada por los partidos de oposición y los gremios empresariales como Fedecámaras, Consecomercio, Venanchamp, Fedenaga, Fedeagro, las Empresas Polar, entre otros.
Han transcurrido 9 años, donde los grandes perdedores, las grandes víctimas han sido los trabajadores, pensionados y jubilados, y una de las secuelas sociales que determina los niveles de pobreza es que gran parte de la población venezolana tiene ingresos por debajo de la línea de pobreza extrema mundial de 3,20 dólares al día (96 dólares/mes), que corresponde a países de ingresos medio-bajo como el nuestro, a pesar de tener varias de las necesidades básicas satisfechas por el Estado revolucionario.
METODOS INTEGRALES DE MEDICIÓN DE LA POBREZA
Lo recomendable es que los expertos del Ministerio del Poder Popular para la Planificación y del Instituto Nacional de Estadísticas, presenten cifras de medición de la pobreza más integrales, es decir que combinen los métodos de la línea de pobreza y las necesidades básicas insatisfechas, para que el Gobierno y el Poder Popular organizado, realicen una mejor planificación del Presupuesto Nacional.
Recordar que el Método Integral de medición de la pobreza, divide a la población en 4 grupos:
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POBRES CRÓNICOS, constituido por quienes presentan limitaciones en el acceso a las necesidades básicas y a su vez tienen ingresos o consumos deficientes;
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POBRES RECIENTES, formado por quienes tienen sus necesidades básicas satisfechas pero cuyos ingresos o gastos están por debajo de la línea de pobreza;
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POBRES INERCIALES, aquellos que no presentan problemas en ingresos o gastos, pero si tienen al menos una necesidad básica insatisfecha.
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INTEGRADOS SOCIALMENTE, los que no tienen problemas de necesidades básicas ni de gastos o ingresos.
Es una referencia para que el lector tenga una idea en cuál de esas líneas de pobreza se encuentra en la actualidad.
EN TIEMPOS DE PAZ AHORA HAY QUE PONER A GANAR A LOS TRABAJADORES
A finales de 2022, estamos en tiempos de paz y con una inflación moderada, con tendencias de crecimiento económico, entrando en la postpandemia, con un Gobierno retornando a una Mesa de negociación con sus contrincantes políticos, gremios empresariales, agentes externos y voceros del imperio, entre otros, para garantizar soluciones pacíficas y preelectorales concertadas.
Pero, por ningún lado vemos en la agenda política preelectoral ni en la mesa de negociación, como punto de honor, acordar medidas consensuadas que les reviertan a los trabajadores, pensionados y jubilados, el poder adquisitivo perdido durante la guerra económica con fines políticos.
Desde mi perspectiva, existe un conflicto latente, sigiloso, de parte de la clase trabajadora, pensionada y jubilada, contra el sistema político venezolano actual, porque desde el 2013, los líderes del Gobierno y de la oposición, que no llegan a 10 líderes de bando y bando, no se pudieron poner de acuerdo y comenzaron a enfrentarse de una manera intolerante, ideológica y perjudicial para el país, alentados y financiados desde el exterior, pero con consecuencias históricas para la población, que parecieran irreparables.
No obstante, considero que estamos en un buen tiempo para poner en la Mesa de negociación el impulso de una política y programas de reversión consensuada del daño sufrido por la clase laboral venezolana en los últimos años.
Hay que mejorar los niveles de ingresos familiares para disminuir la tasa de pobreza y la de pobreza extrema. Porque la reducción de la pobreza en muchos países, se ha alcanzado por la vía del consenso político, por el impulso de la prosperidad compartida, para la cual se necesitan reformas claves, sin perturbaciones políticas o saboteos internos, para garantizar el crecimiento en favor de los pobres.
No nos referimos a reparaciones de guerra, bonos o pagos monetarios para cubrir los daños y perjuicios causados durante esa guerra entre políticos venezolanos. Solo nos referimos a un acuerdo político pre electoral presidencial 2024, para devolverle a las víctimas de la guerra económica su poder de compra y calidad de vida perdida, ocasionada por las medidas coercitivas unilaterales imperiales, bloqueo, hiperinflación, corrupción, desempleo, miseria y migración forzada, entre otros daños ocasionados a gran parte de la población venezolana, producto de la intolerancia política de la derecha, sus gremios empresariales y por la presión internacional contra el Gobierno de Nicolás Maduro.
¡Ahora en tiempos de paz y de crecimiento económico, le toca ganar a la población trabajadora venezolana!