Se prendió el debate

Economía política y políticas económicas del gobierno (III)

Viernes, 24/02/2023 10:47 AM

LAS ETAPAS DEL PERÍODO CHAVISTA

Me apoyaré en tres historiadores y tres economistas para entrarle al tema de esta tercera entrega de una serie de artículos, escrita en medio del auge de las luchas de los trabajadores por sus derechos salariales, y una discusión que se ha expresado ya en foros en varias ciudades del país. Los tres estudiosos de la historia que aludo son Herrera Luque, Manuel Caballero y Roberto López. Por supuesto, no niego el aporte de muchos otros. Pero de Herrera Luque tomaré la idea, muy ilustrativa y hasta poética, de los "Reyes de la baraja" que han marcado la historia de nuestro país. De Caballero consideraré su concepto de "crisis histórica" que puede enriquecerse con la noción de crisis de otros historiadores venezolanos y la de "crisis orgánica" de Gramsci. Del amigo Roberto López, tomaré algunos elementos de comparación entre las diferentes etapas y crisis de la historia del país. Los economistas en que me apoyaré también son tres: Oly Millán, Víctor Álvarez y Manuel Sutherland.

Si, como lo presenta Herrera Luque, ha habido unos "reyes de la baraja" que han marcado la historia del país, a saber: Páez, Guzmán Blanco, Gómez, Betancourt, agregaría tal vez a Carlos Andrés Pérez y, naturalmente, a Chávez. Todos fueron personalidades históricas, representantes de clases y sectores sociales, con su correspondiente perfil caracterológico e ideológico, situados en circunstancias muy concretas. Fueron, más que seres humanos, símbolos de una época, en orden de sucesión: a) el convulso siglo XIX de caudillos y guerras civiles, b) la "modernización" postiza que le pasó al país un barniz europeo a unas prácticas muy propias, c) la tiranía que construyó a base de terror un Estado nacional, d) la complicada construcción de la democracia representativa, e) la ilusión de un país potencia petrolera de proyección hacia el "Tercer Mundo" y, finalmente, f) el carisma que movilizó las masas hacia un nuevo horizonte etiquetado como "socialista". Entre etapa y etapa medió una crisis histórica: un colapso de las estructuras sociales, económicas y políticas, una profunda decepción resuelta con una nueva ilusión, el desplazamiento del "elenco" dominante por otro. También, una nueva base económica, un producto que permitió, a partir de Gómez, saltar de ser una paupérrima república diezmada por conflictos y enfermedades, basada en el café y el cacao, a una pujante nación petrolera de figuración mundial por su riqueza y sus formas políticas.

Pero estos últimos 22 años de la época chavista, no fue homogénea. Podemos distinguir, por lo menos, cuatro etapas, como lo hace Edgardo Lander, tomando en cuenta las ejecutorias del gobierno, la evolución de un movimiento político y su ideología, los conflictos políticos, así como las situaciones económicas. Esas fases serían dos con Chávez en la presidencia. Una, primera (1999-2005), cuando se planteó (como decía el plan de la nación de entonces) recuperar los diferentes "equilibrios económicos, políticos, etc.", "pagar la deuda social" como también decía la planificación oficial, mantener la continuidad del hilo constitucional de la nueva carta magna aprobada el 1999, como promesa cumplida del nuevo presidente, y contra los intentos golpistas (11 de abril, paro petrolero) y subversivos de una oposición que escogió la vía violenta del derrocamiento. Este fue un período lleno de movilizaciones populares e intentos de organización autónoma del pueblo, todo en función de la defensa de la naciente institucionalidad, el mantenimiento del liderazgo carismático de Chávez y sobre todo la marcha hacia un nuevo país más justo e independiente.

Reconstruir la deriva económica de todos estos años no es fácil, debido a la censura de datos del BCV. Aun así, puede mostrarse que el PIB depende de los sube y bajas de los precios del petróleo. O sea, se demuestra de nuevo que somos todavía un país dependiente de un solo producto de exportación. Y rentista, porque la productividad no depende solo del trabajo, sino de la capacidad del depósito natural. En el primer año con Chávez en la presidencia, se registra una caída del PIB debida al bajo precio del petróleo (en ese momento, el 65% de los ingresos del país). Una nueva caída en el 2002, atribuible al impacto del golpe de 2002 y el sabotaje perolero de 2003 en la economía. Se recupera el PIB en el lapso 2005-2008, otra vez gracias al aumento de los precios de los hidrocarburos. La crisis financiera mundial de 2008 anuncia otra caída del precio del petróleo, que golpea a Venezuela en los años subsiguientes, hasta que en 2011 hay una recuperación gracias a la subida del precio del barril de 35$ (2009) a 120$ (2011-2013).

En la primera etapa, Chávez lucía poco claro acerca de la orientación general de su gobierno, Incluso alguna vez declaró que le simpatizaba la "Tercera vía" de la socialdemocracia de Tony Blair. Continuó la política de ajustes económicos de la presidencia anterior, la de Caldera, o sea, las pensadas por Teodoro Petkoff para mantener los equilibrios macroeconómicos (sobre todo los déficits fiscales). Incluso, decidió mantener por un año en un cargo clave a una ministra de Caldera. La principal línea fue la del "pago de la deuda social" con planes como el "Bolívar 2000", que poco después se reveló como el primer caso de corrupción administrativa de la nueva época. Poco después del golpe del 11 de abril, vino la Misión "Barrio Adentro", de un importante impacto en la base popular, y la "Simón Rodríguez" de alfabetización, ambas con una gran influencia cubana. Chávez superó su primer desprendimiento político (el de Miquilena y toda su red de apoyo financiero y político) y desplegó su característico rasgo mediático, de animador popular de TV. Todo, propaganda, agitación y hasta organización, se hacía a través de la pantalla.

La segunda etapa (2006-2013), se caracterizó por la consigna del "socialismo", impulsada en un primer momento con un paquete de cinco líneas o "motores": las leyes habilitantes que concentraban más poder todavía en el presidente, una reforma constitucional que fue negada en referéndum en 2007, una misión "Moral y luces" que por fin nadie supo que pasó con ella; una enmienda que consagró la posibilidad de repetir en el cargo a todos los funcionarios electos, la creación de un "partido único o unido" que disolviera y absorbiera, en un primer momento, a todos los partidos de izquierda, y que nació con la impronta caudillista de "lo que diga Chávez", e incluso dio lugar a la extraña circunstancia de expulsiones sin haber tribunal disciplinario, lo cual anunció lo que vino a continuación: un estructura vertical, militarista, con declinante democracia interna.

La reforma constitucional dibujaba un extraño híbrido institucional en el cual se superponían las estructuras tradicionales de una democracia representativa con un aparataje institucional, controlado por el Ejecutivo, que pretendía desplazar la soberanía popular, de cada ciudadano, por las "bases organizadas". Ya en el papel se veía que ese esquema institucional dual no funcionaría, por lo pesado, caro, ineficiente y, además, contradictorio. Lucía como una habladera de paja eso de "destruir el Estado" que decían algunos dirigentes. Entretanto, las organizaciones de base, como los consejos comunales, fueron cooptadas, controladas, por el Partido, hasta debilitar las expresiones que venían de abajo hacia arriba. En cuanto a la nueva "geopolítica territorial" solo desembocó en una mayor centralización y concentración de poder en el presidente La reforma constitucional fue rechazada en el referéndum consultivo. El híbrido institucional se intentó avanzar, de todos modos, con las llamadas leyes del "Poder Popular" de graves deficiencias conceptuales, que arranca con la definición del "Poder Popular" como otro poder estatal, controlado, además, directamente por el presidente o un ministerio; en contradicción con las ilusiones de poder de base que tuvieron muchos. Por cierto, el último discurso de Chávez, el conocido "golpe de timón", el líder insiste en el tema que, al parecer, los suyos no habían entendido en absoluto. En lo internacional, se anota un acierto: el momento del ALBA y la CELAC. El discurso de unidad latinoamericana, reforzada por el auge de la "nueva izquierda" en varios países de la región.

En cuanto a la política económica, esta segunda etapa de chavismo, con Chávez al frente, tuvo rasgos peculiares, que pretendían ser "socialistas". Se lanzó un plan de estatizaciones con el pago correspondiente de indemnizaciones, posibles por el chorro de petrodólares. Se mantuvo un control cambiario que permitió el otorgamiento de miles de millones de dólares que incentivó una masiva importación de todos los rubros, especialmente los alimenticios. Se acabó con la autonomía del Banco Central, como institución encargada de mantener el equilibrio monetario. Se alcanzó un extremo de gastos públicos, alimentados incluso con nuevos préstamos. Se sabe que la deuda alcanzó a más de 120 millardos de dólares, una cifra realmente espeluznante y sin antecedentes.

Ya muerto Chávez, es electo Maduro, cuyo mandato puede comprenderse en otras dos etapas. Una, que va de 2013 a 2018, durante los cuales el gobierno oscila entre la improvisación y la inercia. Se repite el cuento de la reactivación económica cada año. Se aumenta el salario mínimo todos los mayos, pero el sueldo se disuelve en la hiperinflación. Sigue la retórica epidíctica, conmemorativo, del caudillo muerto. Se construyó una especie de capitalismo de clientes (según Víctor Álvarez): a) régimen de cambios múltiples que propició toda clase de irregularidades como sobrefacturación, subfacturación, aumento de deuda externa, etc. b) Control de precios y subsidios que promovió el contrabando de bienes subsidiados. c) estatización de empresas que fueron quebradas por la excesiva burocratización y centralismo, d) financiamiento público a bajo interés a los socios del sector gobernante; e) adjudicación directa de obras públicas a testaferros, f) licencias de importación a un grupito de comerciantes.

La segunda fase de los períodos de Maduro, arranca en 2018, cuando se empiezan a sentir los efectos de las sanciones de Estados Unidos gestionadas por la oposición. Se acepta oficialmente la dolarización, comienza la privatización de las empresas antes estatizadas, se levantan los controles de precios, se legisla para dar estímulos fiscales a la inversión extranjera, se crean Zonas Económicas Especiales, se decreta y se llegan a acuerdos para explotar la minería para pagar grandes deudas sin ninguna consideración ecológica, política salarial y laboral regresiva Por el lado institucional, se suspende la Constitución después de un período de aguda agitación política, mediante una Constituyente convocada con un esquema corporativista, estilo Mussolini y Franco, que aprueba una llamada "Ley Antibloqueo" que le permite al presidente "desaplicar" leyes en secreto, para impulsar pactos con empresas transnacionales. O sea, se aplica un ajuste neoliberal con motivaciones pragmáticas, pues no se puede decir que el gobierno sea doctrinariamente neoliberal; sino más bien un Eudomar Santos (como vaya viniendo, vamos viendo) de pocas convicciones duraderas. Todo ello resulta en mayor pobreza y desigualdad. La masiva migración evidencia una pérdida de perspectivas de nación.

Todavía con Chávez, las importaciones se habían incrementado monstruosamente en todos los rubros de consumo: leche, carne, plástico, cemento. Esto mientras los capitales se retraen, el aparato industrial reduce su empleo y en muchos casos simplemente se detiene. Se importa masivamente con un régimen de control de cambios que hace una asignación discrecional de divisas. Se otorga a particulares dólares para que viajen y se crea el nuevo negocio de los "raspacupos". En los años de 2014 y 2015, con Maduro, el precio del petróleo vuelve a caer. Cabe destacar que los ingresos petroleros en ese lapso, aunque triplica los que se tenían en 2001, no alcanzan para cubrir los gastos del Estado.

La caída voraz en la producción y en la productividad hizo más patente la escasez de bienes, mientras que la enorme impresión de dinero inorgánico, componente útil para la expansión del gasto y la cobertura de déficit fiscales, se vio reflejada en un aumento de la base monetaria en más de 125.000 % (de enero 1999 a enero 2017). Los venezolanos conocimos la hiperinflación más alta y más larga del mundo. Se inhibe la producción agrícola e industrial y los salarios se disipan en el aire. La hiperinflación, así como todos los elementos de esta crisis compleja, no tiene un solo determinante, sino múltiples factores de complejo intrincamiento.

Así se fue configurando esta crisis compleja en medio del agotamiento de la renta petrolera, la apropiación delictiva de la renta (Oly Millán), la continuación de una crisis política patente en la suspensión de la constitución, el efecto de sanciones financieras y comerciales por parte de Estados Unidos (que nadie duda de su gravedad) y, como si fuera poco, el impacto social y económico del COVID 19 que, de paso, evidencia el colapso del sistema de salud.

En la próxima entrega habría que hacer una síntesis de un proceso revolucionario que no fue y sus consecuencias para una reconsideración de las políticas económicas y las propuestas para la política salarial para, al menos, resolver el problema de la supervivencia de la clase trabajadora.

 

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