Soylent green y la deuda social ¿nos alcanzó el futuro?

Martes, 22/08/2023 06:58 AM

Han transcurrido 50 años desde 1973 cuando se entrenó la película Soylent green; y reaparece en 2023 el furor de volverla a ver por su visión catastrófica del mundo. La cinta fue dirigida por Richard Fleischer y sus actores principales fueron Charlton Heston, el legendario Moisés de los Diez mandamientos y Leigh Taylor-Young. La vida transcurre en un triángulo de superpoblación, desarrollos tecnológicos que no resuelven la pobreza, que abunda como tercer factor de la película. Todo conlleva a usar carne humana como ingrediente de galletas para la alimentación humana; carne que proviene de gente que en las manifestaciones populares es capturada con máquinas tipo payloader y de gente voluntaria, especialmente ancianos que desean morir en paz ante tantas dificultades con sus vidas.

Recuerdo haber visto esa película en 1974, la cinta causó taquillas llenas ante la expectativa de un mundo apocalíptico; una de las tendencias que algunos futurólogos ahora le asignan a la tierra para el año 2050, es decir cuando la película tenga 77 años de rodaje.

Sin duda, en nuestro país, la situación para el 2023 es ligeramente diferente, existe una disminución sensible de la población total según estimación de demógrafos destacados en casi 20 %. Esto como consecuencia de la emigración a causa de varios factores, según sea la visión de la derecha o de la izquierda. Por otro lado, el profuso desarrollo tecnológico en los países desarrollados no sirve para resolver nuestra complejidad que nos ha llevado a incrementar la pobreza y a disminuir el índice de desarrollo humano. Nuestra producción de tecnologías apropiadas y la innovación incipiente es un atraso que nos conduce a sobrellevar la pobreza en circunstancias difíciles de alimentación, salud y riesgos ambientales, entre otros. El extractivismo, dentro de un modelo de producción neo capitalista no alcanza para resolver la crisis económica y social de nuestro país.

Si bien no estamos en las condiciones calamitosas de un "acabose" fatalista, corremos con todas las consecuencias de una sociedad mundial que avanza hasta la destrucción física y biológica del planeta. Actuamos por imitación destruyendo áreas al sur del Orinoco que les tomó 4500 millones de años para mostrarse como bosques y sabanas en equilibrio sobre suelos desgastados por el lavado de nutrientes.

En el campo de lo social, la emigración ha incrementado la participación relativa de personas sobre los 50 años de edad en la estructura de nuestra población, los más apetecidos por la empresa Soylent green para hacer galletas para consumo humano. En nuestro caso, no es así, pero si somos la más sensible población para resolver los problemas de salud y es evidente que hay una recurrencia desesperante para cubrir los gastos médicos de personas mayores, siendo muy frecuente en personal académico en retiro voluntario e involuntario. Creí leer que nuestro gobierno comparte la tesis que los adultos mayores somos una carga para el Estado, tal cual lo planteó una anciana millonaria de apellido Lagarde, candidata accionista de cualquier empresa creada (como Soylent green) para acabar con los ancianos, ella excluida.

En materia de pensiones y jubilaciones nuestro gobierno exhibe un pésimo desempeño. A 50 años de haber estrenado esa película que muestra la deshumanización de la inteligencia, bien urgido debería estar para borrar esa mácula de la punta de su nariz. Es un nuche la deuda social que sigue creciendo.

Las historias trágicas son muchas. Hay que escribir otro guión para la nueva película a estrenarse con las elecciones en el 2024, sobre la vida en el 2050.

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