No se trata de aplicar la ley del talión, que dice: "ojo por ojo, diente por diente", pero por lo general cuando surgen serias desavenencias entre dos países, una de las partes toma la decisión de ordenar, en lo sucesivo, suspender las relaciones diplomáticas, y si el conflicto es más grave de lo que se supone, entonces se ordena derogar todo tipo de relaciones y cada quien llama a su embajador para dar por sentado el cese de la amistad entre esa dos naciones.
Desde luego, cuando se impone la reflexión y se piensa con sabiduría y en el futuro, hay quienes estilan dejar una "ventana abierta", en procura de reanudar el diálogo cuanto antes, para así limar asperezas, pues al final se entiende que las partes en conflicto se necesitan cuando privan los intereses.
En el caso de Venezuela y Brasil las cosas no son distintas, Brasil pensando en esos intereses ¿? acaba de impedir que nuestro país ingrese al grupo de los Brics, sin haber hecho, previamente, una exposición de motivos, que pudo evitar que Venezuela se viera perjudicada, en modo alguno.
Sobre este tema, son variadas las opiniones que han surgido tanto en lo interno como en lo externo.
Casi todas o al menos una gran mayoría, se inclinan a pensar que la postura del presidente Lula da Silva en perjuicio de Venezuela, es una clara afrenta hacia nuestra nación, más si se toma en cuenta que ha sido el propio presidente Nicolás Maduro, quien más apoyo le ha brindado al Jefe de Estado brasileño, sobre todo en esos momentos de dificultades, que lo llevaron, incluso, a la cárcel, de manera injusta y sin razón, en el pasado.
Por ello es incomprensible y al mismo tiempo reprochable, que Lula da Silva a estás alturas, no haya querido, en primer lugar, reconocer que Nicolás Maduro es el legítimo presidente de Venezuela, como así lo declaró el máximo organismo electoral del país, después de las elecciones del 28J, ratificado días después por el propio Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
En segundo lugar, vemos después al presidente Lula tomar una decisión incomprensible, que ha dejado no solo a nuestro país plenamente consternado, sino a otras naciones, por cuánto ordenó el veto para que nuestra nación no ingresará al grupo de los Brics.
No conforme con ello, el mandatario brasileño acaba de ratificar que no reconoce al presidente Maduro como el legítimo ganador de las pasadas elecciones, con la excusa que no ha presentado las actas, que así lo avalen.
Preguntamos: ¿Que otro país o que otro presidente ha presentado actas, aún cuando han surgido controversias por resultados electorales?
¿Pretende Lula da Silva acaso constituirse en juez y parte en los asuntos internos de Venezuela?.
Todo hace presumir que si, por cuanto su conducta, por demás reprochable e injerencista, deja en en evidencia que desea meterse en los asuntos internos de nuestro país, que solo tienen que ser resueltos por los propios venezolanos.
Ahora hablemos del convenio eléctrico que existe entre Venezuela y Brasil, que sirvió de motivo para escoger el título de esta nueva entrega.
Desde hace tiempo atrás Venezuela y Brasil suscribieron un convenio de energía, mediante el cual nuestra nación se comprometía transferir electricidad, desde el Guri, para Boa Vista, capital del estado de Roraima, pero debido a las controversias que surgieron con el presidente de entonces, Jair Bolzonaro, el convenio se disolvió.
Una vez que Lula da Silva llega a la presidencia, el referido convenio lo suscribió nuevamente el Jefe de Estado brasileño, el 4 de agosto de 2023, que autoriza a importar energía eléctrica de Venezuela.
Pero ante la actual situación que ha surgido entre los dos países, vale de nuevo preguntarse:
¿Merece el estado de Roraima que Venezuela suspenda el convenio eléctrico a causa de la actitud poca desconsiderada por parte de Lula?
Esa repuesta debería darla el propio presidente Nicolás Maduro, sin embargo creemos que Venezuela, por intermedio de su cancillería, procurará en el tiempo subsanar el impase que ha surgido con el presidente Lula.
Además creemos, que la población de Boa Vista no tiene culpa de los errores en que haya podido incurrir el jefe de Estado brasileño, que desgraciadamente ha demostrado de manera sorpresiva, que es una persona poco de fiar y un mal vecino, que incluso se ha puesto ahora de rodillas ante el imperio norteamericano.
Expuestos estos planteamientos, nos viene a la memoria aquella frase que se ha hecho célebre y que dijo en su momento el Comandante "Ché" Guevara: "al enemigo, ni un tantito así".
A continuación daremos a conocer tres posturas importantes, ante el paso indebido que dió Lula, en perjuicio, no solo de Venezuela, sino también del mismo grupo Brics, y en especial en contra de la unidad latinoamericana.
La primera de estás declaraciones las emitió el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
De entrada el presidente del país Centroamericano, dando muestras de sentirse sorprendido, dió a entender que la conducta de Lula da Silva, quien siempre se ha mantenido en la izquierda, dista mucho de la amistad y hermandad que debe existir entre dos jefes de Estado, que responden a una misma tendencia.
Ortega, en tal sentido, asumió una postura dura pero sincera, tras emplazar al presidente brasileño.
Veamos lo que dijo:"Lula, la conducta que has tenido ante la victoria legítima del presidente Nicolás Maduro es vergonzosa, si querés que te respete, respetame. Si querés que te respete el pueblo bolivariano, respeta la victoria del presidente Maduro, y no andes por ahí de arrastrado".
Más adelante Ortega dice lo siguiente: "Con ese gobierno que tiene Lula, no es el gigante bueno, es Goliat queriendo arrasar con David en América Latina".
El presidente de Nicaragua concluye diciendo: "Es vergonzoso ver a Lula por ahí repitiendo las consignas de los yanquis, de los europeos, de los gobiernos arrastrados de América Latina".
Y remata con esta frase: "Te estás arrastrando Lula".
Ahora bien, veamos parte de análisis que hizo al respecto la periodista de Telesur, Madeleine García, una vez que se supo que Venezuela fue vetada por el presidente Lula, para que no ingresará al grupo Brics.
De entrada la periodista dijo que acababa de recibir una llamada de un amigo de Brasil, y éste le refirió que se le caía la cara de vergüenza ante la postura reprochable que asumió el presidente Lula da Silva, con respecto a Venezuela.
De inmediato la Comunicadora Social se preguntó:
¿A quien le hizo daño Lula, a Venezuela o a los Brics?
De seguidas Madeleine García explica lo siguiente.
"No hay duda que Lula golpea a los Brics, pues no tiene sentido que del otro lado de sur global estaban deseando que Venezuela por su gas, por su petróleo, y por otras tantas cosas más, ingresara a los Brics, pero la gran vergüenza es que un país sudamericano evitó su ingreso a su hermano, a Venezuela, a su vecino".
García pregunta de nuevo:
¿Que sucedió en Rusia?
De inmediato responde que Lula resultó ser el "caballo de Troya" en los Brics.
Después la controversial periodista invita al siguiente análisis: "Si el argumento es que Lula no reconoce al presidente Maduro, quién es Brasil para reconocerlo o no".
Y de seguidas pregunta: ¿Es acaso Brasil el árbitro electoral venezolano?.
Y agrega: "Esa es la fachada, porque la excusa es torpedear la nueva alternativa, el nuevo orden mundial, que quiere agarrar alas sin las acciones tóxicas de Occidente, y que Lula está representando en este preciso instante".
La periodista de Telesur anuncia que "el otro análisis es, en el caso que el tema sea electoral, que hay una gran contradiccion, por cuanto Lula es el mejor amigo de Dina Boluarte, la presidenta defacto de Perú, que dió el golpe de Estado para que el presidente Castillo fuera derrocado y hoy está preso".
Por igual añade que "Lula se raja las vestiduras por el genocidio de Palestina, mientras le compra armas a Israel".
"La gran conclusión es que Lula no golpeó a Venezuela, sino a los Brics, remata diciendo la Comunicadora Social de Telesur.
Concluimos está otra entrega con las declaraciones del conductor del Programa "La Iguana", Pérez Pirela, tras asegurar fehacientemente, que por culpa de Lula da Silva, EEUU logró penetrar los Brics. Aseguró en este sentido que es su representante, sin que haya vuelta atrás.