Presidente Lula Da Silva, doctrina Monroe y decreto de Barak Obama contra Venezuela en el Grupo BRICS+

Domingo, 03/11/2024 05:25 AM

La posición contra la República Bolivariana de Venezuela en recién finalizada XVI Cumbre del Grupo BRICS+ en la ciudad de Kazan en la República Popular de Rusia entre los días 23 y 24 del corriente mes el presidente del Brasil Lula da Silva (1) de oponerse al ingreso de la Patria de Bolívar constituye un hecho de máxima significación que no puede ser subestimado y atribuirse como una simple disputa diplomática de parte de Brasil, posible de ser resuelta más adelante. Desde tiempos muy lejanos de la Guerra de Independencia de América meridional para liberarse y emanciparse del imperio español en el siglo XIX hasta la actualidad, no se había observado como un Presidente electo de un país latinoamericano asumía la posición de vetar a otro país latinoamericano su ingreso a un Grupo mundial de países agrupados ahora en el BRICS+. Este hecho permite que su análisis se remita a implicaciones que su origen tiene que ver con el proceso histórico que el Libertador Simón Bolívar inició con su proyecto de Integración de Repúblicas nacidas de la Guerra de Independencia de América meridional conocido como el Congreso Anfictiónico de Panamá (1826) y los factores históricos que se opusieron a su aprobación en los términos originales planteados por el Libertador mediante la intervención traicionera de personajes históricos que más adelante se hará referencia de ellos en aras de favorecer los intereses del gran país del norte que Simón Bolívar con su profética expresión identifico: “Estados Unidos, que parecen destinados por la Providencia para plagar a la América de miserias a nombre de la libertad” Bolívar 5 de agosto de 1829. 

Por ello considero, que hoy como ayer, lo que se presenta en la actualidad con el veto asumido por presidente Lula da Silva contra Venezuela revive la histórica confrontación de dos proyectos antagónicos que incuestionable historiador colombiano de gran valor por su obra escrita como Indalecio Liévano Aguirre caracteriza muy bien en su libro Bolivarismo y monroísmo (Fundación el perro y la rana Ministerio de Cultura, 2006). En este sentido, vale recordar (sintéticamente), en primer lugar, determinados hechos que desde un principio demuestran como personajes históricos traicionaron el concepto Integración del Libertador citando junto a Liévano Aguirre otras referencias escritas sobre el Congreso de Panamá y la Doctrina Monroe que guardan gran pertinencia histórica actualmente; y en segundo lugar, señalar de esta historia anti bolivariana y anti venezolana contra la integración de Venezuela, América y el Caribe concebida originalmente por el Libertador como se fue concretando aún más la doctrina Monroe de los EEUU durante siglos XIX, XX y XXI con el Coralario de Roosevelt, creación de la Organización de Estados Americanos (OEA), orden ejecutiva emitida (2015) por presidente Barak Obama (20/01/2009 al 20/01/2017 dos periodos) al definir a Venezuela “peligro inusual y extraordinario de Estados Unidos”, y bloqueo y guerra hibrida de todo tipo que en ejecución y continuación de esta orden se ha desatado contra nuestro país en los gobiernos de Donald Trump (20/01/2017-20/01/2021) y Joe Biden (20/01/21-20/01/2024) estrategia apoyada por sus aliados lacayos de Unión Europea (UE), OTAN y gobiernos de América Latina; todo esto se concibe como parte del contexto histórico y geoestratégico que no puede desvincularse del veto dado por presidente Lula contra Venezuela de ingresar como socio al BRICS+ y del cual no está ajeno el Departamento de Estado de EEUU. 

Sobre el Congreso de Panamá su inicio, convocatoria y desarrollo se cita lo siguiente:” Lima, la capital de Perú, será la tribuna desde la cual el Libertador vocee el llamado a reunirse en Panamá. El 7 de diciembre de 1824, antes de la victoria del general Antonio José de Sucre en Ayacucho, Bolívar dicta la carta circular convocatoria. En su calidad de jefe de Estado de Perú, Bolívar se dirige en primer lugar a los gobiernos de las naciones que habían firmado y ratificado los tratados de 1822 y 1823 (que eran sólo, en aquella fecha, la Gran Colombia y México) y poco después al de Guatemala (América Central) que estaba entonces en negociaciones para concluir con la Gran Colombia un tratado similar, el cual firmado en Bogotá por Pedro Gual y Pedro Molina en marzo de 1825. En comunicación oficial del 7 de diciembre de 1824, conocida históricamente como Convocatoria del Congreso de Panamá en que Bolívar invitaba a aquellos gobiernos a enviar sus plenipotenciarios a la ciudad de Panamá, a fin de que reunidos con los que enviaría el Perú procediesen a iniciar las deliberaciones del Congreso General Anfictiónico (…) El congreso se instaló en Panamá el 22 de junio de 1826 (…) Durante los días siguientes, hasta el 10 de julio, hubo muchas consultas (…) A partir de ese último día se reanudaron las sesiones conjuntas, que fueron en total 10, incluyendo la inaugural y la de clausura. En el transcurso de esta última, celebrada en la noche del 15 de julio de 1826, los plenipotenciarios procedieron a firmar los documentos emanados del Congreso (…)

Entre otros conceptos, se expresa así Bolívar: “…Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino, colocado, como está en el centro del globo…” Y agrega: ... El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando después de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro destino público y recuerden los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él encontrarán el plan de nuestras primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá?..” (Diccionario de Historia de Venezuela, Tomo 1, 1997). 

“El Congreso de Panamá se inició el 22 de junio de 1826. Estuvieron presentes los representantes de la Gran Colombia, Perú (incluida Bolivia), México y Centroamérica. Las Provincias Unidas del Río de la Plata, Brasil y Chile, por diversos motivos no aceptaron asistir. Paraguay no fue invitado. Argentina no asistió debido al conflicto bélico que tuvo con Brasil por la Banda Oriental. Brasil no asistió en parte por ese mismo conflicto, y también por su temor de que pudiera plantearse el tema de la esclavitud o se cuestionara su sistema monárquico. El 15 de julio de 1826 las cuatro potencias participantes suscribieron el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua, por el cual acordaron ligarse y confederarse para la guerra y la paz (…)” (Demetrio Boesrsner Relaciones Internacionales De América Latina Breve historia, Nueva Sociedad, 1996, p. 81).

Otro aspecto fundamental a destacar del Congreso de Panamá se refiere a la actitud asumida por general Francisco de Paula Santander vicepresidente de Colombia a quien la historia señala como uno de los primeros y principales personajes que alteró de manera sustancial la concepción del Libertador Simón Bolívar sobre el Congreso de Panamá, junto con otros personajes históricos. En este sentido, Liévano Aguirre análisis que hace a este respecto sobre la actitud del vicepresidente de Colombia general Santander es claro, amplio y concluyente del cual se hace una síntesis en los siguientes términos: “El general Santander, por desgracia, no era el personaje más indicado para cumplir la histórica función que de él esperaba el Libertador. Por su temperamento y aficiones, Santander era alérgico a cualquier idea o proyecto que significará una modificación revolucionaria de las condiciones existentes y este conservadurismo le hacía incapaz de percibir alternativas de cambio. Su falta de imaginación, reforzada por el apego a la rutina de sus actividades oficinescas, le impedían analizar los problemas de las sociedades hispanoamericanas con criterios autóctonos y originales, y le inducían a convertir en ideología los clisés o las frases de moda y a tener afición, casi fetichista, por el orden establecido, afición que él disfrazaba en su cacareado respeto a la ley. Como Rivadavia, Santander no podía despojarse de sus ambiciones personales para contemplar, en la debida perspectiva histórica, el magno proyecto de Bolívar; miraba con profunda desconfianza la posibilidad de que el decisivo problema de la obtención del poder se situará en niveles de rango continental, y prefería que el Estado y la Nación descendiera a planos más acordes con su capacidad de maniobra. Acertadamente observa el general Julio Londoño: “Caracteres políticamente centrífugos como los de Páez, Santander y Florez, necesitan fronteras definidas, muertas, y tan cerca de la sede de su gobierno, que puedan vigilarlas de continuo con un giro de horizonte “ (Londoño. (s/f). La visión geopolítica de Bolívar) (…)

Pero Santander no se contentó con invitar a los Estados Unidos, sino que procedió, en seguida, a ordenar al ministro colombiano en Londres que invitará también a la monarquía del Brasil, a los Países Bajos y a la Gran Bretaña. Con sobra de razón le haría Bolívar a don Pedro Gual, el 11 de agosto de 1826, el siguiente comentario sobre las escasas perspectivas de una Liga así concebía: “No será (le decía) más que nominal, pues un pacto con un mundo entero viene a ser nulo en realidad” (Liévano Aguirre op. cit, pp. 51-52).

Otro análisis que se hace sobre el general Santander es el siguiente:

“Santander conspira. 

Santander era fuerte en el Senado y el comercio, lo dos pilares clásicos de las oligarquías latinoamericanas. Ya desde 1824 había tejido con paciencia de leguleyo una vasta intriga contra el Libertador. Mientras fingía cálidas protestas de lealtad, hacía aprobar por el Congreso una ley que despojaba a Bolívar, cuando éste organizaba la victoria en el Perú y Alto Perú, de las facultades extraordinarias que le permitían otorgar ascensos al ejército en campaña (…) Es este Santander, “El hombre de las leyes”, amigo de los ingleses y los norteamericanos, subyugado como Rivadavia y Mitre por las “luces europeas”, quien asestará a Bolívar una puñalada por la espalda (…)” (Jorge Abelardo Ramos Historia De La Nación Latinoamericana Ediciones Continente, 2011, pp.250-251).

Para ver como altera Santander concepción del Libertador sobre el Congreso de Panamá en las instrucciones que él impartió en la convocatoria a este Congreso citemos de nuevo a Liévano Aguirre: “Como el vicepresidente de Colombia, general Santander, le correspondía fijar las reglas provisionales  que se seguirían  para designar a los estados miembros e impartir, además, las instrucciones pertinentes a los delegados de la Gran Colombia. Bolívar juzgó necesario hacerle algunas recomendaciones con respecto a las finalidades que debían perseguirse en la proyectada Asamblea del Istmo; y entre esas recomendaciones conviene destacar, por su importancia, las siguientes: (a) No invitar a los Estados Unidos de Norteamérica al Congreso, puesto que una de las razones principales que motivan su convocatoria, en concepto del Libertador, era dotar a la América indo-española de una sólida organización política que la defendiera del dinamismo expansivo de la república continental norteamericana; (b) Excluir del mismo Congreso al Imperio del Brasil, puesto que el emperador Pedro I no se había desligado de la política de la Santa Alianza, y las instituciones monárquicas- que él representaba en el continente- constituían un evidente peligro para el orden republicano y democrático, que Bolívar ambicionaba afianzar en la Asamblea de Panamá; (c) Preparar temario y unos proyectos de declaraciones que, de ser aprobados por los plenipotenciarios, le darían a la Liga americana la inconfundible fisonomía de vocero de los pueblos coloniales del mundo y de exacta contrapartida a la Santa Alianza europea. Esta última recomendación se inspiraba  en el reconocimiento, por parte del Libertador, de la necesidad que tenían los pueblos atrasados y coloniales, de organizarse políticamente para no actuar como sujetos pasivos en el gran conflicto que entonces dividía a las monarquías tradicionales y a las plutocracias protestantes anglosajonas (…)” (Ídem, p.15).

Nótese de manera significativa como del análisis de Liévano Aguirre sobre las instrucciones impartidas por el Libertador al vicepresidente de Colombia general Santander para no invitar a los Estados Unidos de Norteamérica y al “imperio de Brasil” que allí se encuentra la génesis, raíces y fundamentos históricos de Estados Unidos en su conformación como imperio capitalista hegemónico mundial, y de Brasil para pretender liderar (como sub-imperio) a América Latina y el Caribe en sus objetivos geopolíticos. Este factor histórico del Brasil no puede descartarse dentro de las razones (argucias) que la cancillería de Itamaraty utilizó para imponerle al presidente Lula da Silva su veto contra Venezuela a ingresar a los BRICS en la cumbre de Kazan junto a la presión recibida de parte del Departamento de Estado de EEUU y su evidente vinculación con el fascismo de la extrema derecha venezolana ampliamente asumida y demostrada por el asesor Celso Amorim. 

Unas citas más se hacen de Indalecio Liévano Aguirre que sirven para concluir su análisis sobre el Congreso de Panamá, refiriéndose ahora a la reacción que tuvo el Libertador Simón Bolívar al conocer los resultados de este histórico evento.

“Cuando el Libertador conoció, en Lima, los lineamientos generales de los tratados firmados en Panamá, no pudo menos sentir una gran desilusión. Y no le faltaba razón para ello. Los mecanismos de colaboración ideados en el Istmo bien poco podían contribuir al afianzamiento de una estructura supranacional capaz de generar, por su autonomía con respecto a las partes, el poder compensador que se requería para contener el fatal proceso de disgregación de las sociedades hispanoamericanas. De ahí la sinceridad con que se le escapó del alma en carta dirigida al general Páez el 4 de agosto de 1826, el siguiente juicio sobre los resultados desalentadores del Congreso del Istmo: El Congreso de Panamá (le decía) institución que debiera ser admirable si tuviera más eficacia no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban. Su poder será una sombra y sus decretos, consejos; nada más (…)

“Esta mitad del globo pertenece a quien Dios hizo nacer en su suelo”, dijo Simón Bolívar en un discurso pronunciado en Santa Fé de Bogotá el 13 de enero de 1815. La definición, bien anterior al mensaje del presidente Monroe, era y ha debido ser la doctrina internacional de pueblos hispanoamericanos, de las repúblicas que antes fueron colonias españolas; y si ello no ocurrió así, si el hispanoamericanismo de Bolívar fue sustituido por el monroísmo y el panamericanismo de estirpe anglosajona, de tal claudicación de nuestra cultura y de nuestra raza no puede responsabilizarse al Libertador, quien realizó todos los esfuerzos intelectuales y políticos a su alcance para conseguir que la gran hermandad hispanoamericana creara oportunamente las instituciones de colaboración supra-nacional que le eran indispensables para tutelar su personalidad histórica, sus intereses y su herencia común" (Ídem, pp.81-27).

En cuanto a la Doctrina Monroe se hace de nuevo una síntesis del análisis que hace al respecto Liévano Aguirre.

“No resulta sorprendente, por tanto, la aversión y alarma que manifestaron los países anglosajones, y particularmente los Estado Unidos, ante la política hispanoamericana de Bolívar, ni el acucioso interés que les indujo a ofrecer su respaldo a cuantos esfuerzos se realizaban entonces para consumar la balcanización de la antigua América española. Una organización política que parcelara a la gran sociedad hispanoamericana en un archipiélago de estados hostiles entre sí, era el marco ideal para los nuevos imperialismos que proponían ocupar el puesto de metrópoli que España dejaba vacante; y estos imperios se iban a sumar, por lo mismo, a la oposición que desatarían los patriciados de Hispanoamérica contra el proyectado Congreso anfictiónico de Panamá. Con sobrada razón dice el jurista mejicano Gómez Robledo:

“Es con ocasión del Congreso de Panamá cuando la Doctrina Monroe, que acababa, como quien dice, de ser promulgada, irrumpe en la vida de relación interamericana (…) Es entonces cuando se afrontan por primera vez el bolivarismo y el monroísmo, y se inicia un diálogo patético, que habrá de durar por tantos años, entre el Norte y el Sur.

Vale la pena, por tanto, hacer breve recuento de los orígenes y desarrollos de la famosa doctrina del presidente norteamericano, a fin de encuadrarla dentro de la situación que precedió y acompañó la convocatoria y reunión del Congreso anfictiónico del Istmo. Se debe reconocer, para comenzar, que la iniciativa de la declaración de Monroe no partió de Washington sino de Londres. Fue el ministro británico Canning quien sugirió la posibilidad de hacerla, en razón de los temores que lo embargaron cuando fuerzas francesas, lo famosos cien mil hijos de San Luís, invadieron en 1822 a España, a fin de restablecer el absolutismo de Fernando VII, y se creó así una coyuntura propicia para que el esfuerzo militar realizado por Francia en la península se ampliará hasta conseguir el control efectivo de los dominios  españoles en América (…)

El presidente Monroe (…) en el mensaje enviado al Congreso el 2 de diciembre de 1823, en cuyo texto incorporó la declaración que pasaría a la historia con el nombre de la Doctrina Monroe: “La nación norteamericana (decía el Presidente) está consagrada a la defensa de nuestro sistema, formado a costa de tanta sangre y tanto dinero, y madurado por la sabiduría de sus más sabios ciudadanos, sistema bajo el cual hemos alcanzado una felicidad sin ejemplo. La sinceridad y relaciones amistosas que existen entre los Estados Unidos y aquellas potencias (las europeas), nos obligan a declarar que consideraríamos peligroso para nuestra paz y seguridad cualquier tentativa de parte de ellas que tenga por objeto extender su sistema a una porción de este hemisferio sea la que fuere (…)” (Ídem, pp. 27-28-32).

Y más adelante continúa Liévano Aguirre: “(…) La doctrina no era una consigna de libertad e independencia –como la propaganda protestante ha tratado de hacerlo creer- , sino el anuncio anticipado, hecho por los Estados Unidos, de que en el continente americano ellos –y sólo ellos- tenían la prerrogativa de consumar las agresiones y atropellos que parecían condenables, aun como simples intenciones, en las potencias europeas. Nada tiene de extraño, por tanto, que el Libertador se sintiera poco inclinado, desde temprano, a creer en el supuesto altruismo y sinceridad de la política internacional de Estados Unidos y que tomará todas las precauciones del caso para conjurara el peligro de que repúblicas de Hispanoamérica se encontraran un día con la sorpresa de que a nombre de la Libertad habían sido conducidas a un nuevo coloniaje, según el gráfico decir. Explicablemente fue Bolívar quien le hizo al ministro inglés Cambell, un tiempo después, la siguiente declaración: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar a la América a nombre de la Libertad”

La contrapartida de estas opiniones se encuentra en el mensaje que dirigió el vicepresidente Santander al Congreso colombiano cuando fue promulgada la Doctrina Monroe, doctrina que mereció los siguientes juicios:

Semejante política (decía Santander) consoladora del género humano, puede valer a Colombia un aliado poderoso de que su independencia y libertad fuesen amenazadas por las potencias aliadas. El ejecutivo, no pudiendo ser indiferente a la marcha que ha tomado la política de los Estados Unidos, se ocupa eficazmente en reducir la cuestión a puntos terminantes y decisivos (Mensaje al Congreso de 1824)” (Ídem, p. 35).

Considero, que todo este análisis tomado de Indalecio Liévano Aguirre aporta elementos suficientes para conocer cuáles pueden considerarse cómo los fundamentos de una política internacional que en particular ha sido asumida contra Venezuela en el caso de los BRICS+, pero que también en lo general ha sido aplicada contra América y el Caribe por el imperialismo norteamericano, por la cancillería de Brasil, y la relación de Colombia frente a Venezuela en diferentes oportunidades en apego a objetivos e intereses del Departamento de Estado de EEUU; este primer punto así descripto se complementa con los aspectos que a continuación se exponen señalados en la segunda parte de este artículo. 

Para desarrollar esta segunda parte citamos de Demetrio Boersner y Atilio A. Boron lo que exponen al respecto.

Boersner escribe: “La Primera Conferencia Internacional Americana

Uno de los síntomas del espíritu imperialista, producto de la nueva etapa del capitalismo norteamericano, lo constituyó el deseo de participar activamente en los asuntos políticos de Latinoamérica y de asumir en forma decidida el papel de árbitro en las relaciones internacionales americanas. El concepto de una organización multilateral de Estados americanos fue acogido por los dirigentes políticos y empresariales yanquis como posible instrumento de su hegemonía sobre el hemisferio; en lugar del esquema bolivariano (una Confederación Latinoamericana que como participante secundario invitaría a su mesa a Estados Unidos), para 1880, este país desarrollo el concepto de un sistema panamericano dirigido por el gobierno de Washington, con los países latinoamericanos en calidad de protegidos del poderoso Tío Sam. Mediante la creación de una unión panamericana se aspiraba alcanzar dos propósitos fundamentales, de índole económica uno, y política el otro (…) En 1881, bajo la presidencia de James Garfield, el secretario de Estado James Blaine, en conformidad con lo recordado por el Congreso, emitió invitaciones para que los países de América acudieran a una conferencia destinada sobre todo a estudiar la creación de un sistema de arbitraje. Pero casi en seguida, después de esta iniciativa el presidente Garfield fue asesinado, y su sucesor, el vicepresidente Chester Arthur, destituyó a Blaine y anuló la convocatoria a la conferencia panamericana (…)

La primera Conferencia Internacional de Estados Americanos inició sus sesiones en Washington el día 2 de octubre de 1889. Los países asistentes fueron Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela (…) Ninguna de las dos ideas maestras de la diplomacia norteamericana –el arbitraje obligatorio y la unión aduanera- fueron aprobadas en la reunión (…) El principal resultado concreto de la Conferencia –que finalizó el 19 de abril de 1890- fue la creación de una Unión Internacional de las Repúblicas Americanas, con su secretaría permanente establecida en la capital norteamericana (…) De esta manera Estados Unidos, llegado a la etapa imperialista y hegemónica, se apropió la idea de la organización internacional americana, anteriormente manejada sólo por los latinoamericanos, y dio un primer paso para establecer su liderazgo sobre la unión de repúblicas.” (Boersner, op.Cit, pp.139-140-141).

Esta Unión en 1910 se convirtió en la Unión Panamericana que se considera predecesora de la Organización de Estados Unidos creada en 1948 en la Novena Conferencia Internacional Americana celebrada en Bogotá, Colombia (Parlamento Latinoamericano Grupo Parlamentario Venezolano 2007 Programador Latinoamericano). De demás está describir aquí como EEUU históricamente ha dominado a la OEA de tal forma que el presidente Fidel Castro la llamó “el ministerio de las colonias de EEUU”; pero si vale resaltar como el perverso Secretario General de esta organización Luís Almagro ha utilizado su cargo para manipular, orquestar y apoyar todo tipo de acciones para derrocar el gobierno del presidente Nicolás Maduro y contra el pueblo venezolano. 

Por su parte Atilio A. Boron expone: “La doctrina (Doctrina Monroe) debe su nombre al quinto presidente de Estados Unidos, James Monroe (1817-1825), pero su creador fue su secretario de Estado (y posteriormente presidente), John Quincy Adams, hijo a su vez del segundo presidente de ese país, John Adams (1797-1801). John Quincy Adams acuñó una frase memorable, que deberían memorizar muchos gobernantes de Nuestra América y de otras partes del mundo también: “Estados Unidos no tiene amistades permanentes; tiene objetivos e interese permanentes”. En línea con ello, la Doctrina Monroe estableció como principio la conocida fórmula de “América para los americanos”, que en realidad quiere decir para los (norte) americanos, porque ello convenía a sus intereses (…)

La Doctrina Monroe fue “perfeccionada” por Theodore Roosevelt en el discurso del Estado de la Unión de 1904 elevado al Congreso, al establecer que sí un país de las Américas amenazaba o atacaba la propiedad de ciudadanos o empresas estadounidense, o cercenaba sus derechos, Washington se vería obligado a intervenir en los asuntos internos del país en cuestión para establecer el orden y el imperio de la ley. Nace así la política de “gran garrote” (Atilio A. Boron, América Latina en la geopolítica del imperialismo, Ministerio Del Poder Popular Para La Cultura, Venezuela, 2012, p.73).

Tres hechos más es muy importante mencionar para completar el contexto histórico de América Latina y el Caribe sobre el cual hay que ubicar, para su mayor comprensión, el veto de la cancillería de Brasil Itamaraty y presidente Lula da Silva contra Venezuela en la Cumbre de los BRICS+. Ellos son el rechazo al ALCA (2005), creación de la CELAC (2010) y la Orden Ejecutiva  (2015) emitida por presidente Barak Obama contra Venezuela y sobre los cuales se expone a continuación los siguiente aspectos. 

El ALCA cuyas siglas corresponden al Área de Libre Comercio de las Américas fue un proyecto de acuerdo comercial propuesto en 1994 por los Estados Unidos siendo presidente Bill Clinton (20/01/1993-20/01/2001 dos periodos) en la Primera Cumbre de las Américas realizada en la ciudad de Miami, para establecer la libre circulación de bienes y servicios ante los países del continente americano. El 5 de noviembre de 2005 en la IV Cumbre de las Américas celebrada en Mar de Plata, Argentina, donde se debía poner en marcha el ALCA con la presencia del presidente en ese entonces de los Estados Unidos George W. Bush (20/01/2001-20/01/2009 dos periodos), producto de la reacción en contrario para su aprobación los presidentes Hugo R. Chávez Frías, de Venezuela; Néstor Kirchner, de Argentina; Lula da Silva del Brasil; y Tabaré Vázquez de Uruguay lideraron este movimiento de rechazo al ALCA con lo cual resultó la paralización definitiva de este proyecto continental de EEUU para someter a los países latinoamericanos y el Caribe a sus intereses y objetivos comerciales del libre comercio. La reacción de estos presidentes para oponerse al ALCA se conoció como el “Movimiento NO Al ALCA, ALCA al carajo”. 

Con relación al CELAC la referencia es la siguiente. La CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños fue creada el 22 de febrero de 2010 en la celebración de la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe en Ribera Maya, México y puesta en funcionamiento el 3 de noviembre de 2011 durante la cumbre realizada en la ciudad de Caracas, Venezuela, presidida por el presidente Hugo Chávez Frías. Esta Comunidad está integrada por 33 Estados soberanos de la región con excepción de Estados Unidos y Canadá que busca profundizar la integración política, económica, social y cultural de América Latina y el Caribe, basada en el pleno respeto por la democracia y los derechos humanos. 

Orden Ejecutiva del presidente Barak Obama. El 8 de marzo de 2015 el presidente Obama de los Estados Unidos firmó una nueva orden ejecutiva en la que declara una “emergencia nacional” por la amenaza “inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional y la política exterior causada por la situación de Venezuela”. Esta orden ejecutiva 13692 del 8 de marzo de 2015 se apoya en la Ley de Poderes Económicos en Emergencias Internacionales, como Tipo de Medida Decreto Ejecutivo por el Gobierno Federal de los Estados Unidos de Norteamérica, que continúa vigente ratificada anualmente por los presidentes Donald Trump y Joe Biden por la cual se han aplicado y ejecutado todo tipo de intervenciones imperialistas de EEUU, y apoyo de la UE y gobiernos lacayos de América Latina desde 2015 hasta la presente fecha contra Venezuela suficientemente informadas, debidamente documentadas que alcanzan más de 900 medidas, intentos de invasiones al país, bloques económicos y comerciales, como también actos terroristas de diversa índole. 

Estos tres hechos han debido estar presentes a la hora de asumir y decidir  presidente Lula da Silva vetar a Venezuela en su ingreso al BRICS+ por cuanto de una u otra manera ellos están indisolublemente ligados a una decisión  determinada  por cancillería Itamaraty históricamente complaciente con el Departamento de Estado de Estados Unidos. En este sentido podemos plantear lo siguiente. 

El presidente Lula da Silva estuvo entre el movimiento de presidentes que en 2005 en IV Cumbre de las Américas en Mar de Plata, Argentina, manifestaron su desacuerdo con la aprobación del ALCA. Lula se retiró de la sesión donde se tomó esta decisión y la representación de Brasil quedó a cargo de su canciller en ese momento Celso Amorin. De la misma manera en su segundo periodo presidencial aprobó la creación del CELAC sin la inclusión de Estados Unidos y Canadá. Por lo tanto, no es descartable que presidente Luiz Ignacio Lula da Silva para reivindicarse ante los Estados Unidos haya asumido una posición en la cumbre de los BRICS+ no sólo vetando a Venezuela sino también al ingreso de Nicaragua cuestión que ha sido opacada ampliamente. Esta posición lo identifica con la política norteamericana en varios aspectos: primero, para demostrar que su posición frente al ALCA en Mar de Plata en 2005 fue un hecho y decisión, tal vez, coyuntural; segundo, que su posición con respecto a la creación de CELAC no fue ni implica una postura contraria a la política exterior norteamericana; tercero, da apoyo a la orden ejecutiva de Barak Obama en 2015 contra Venezuela; y cuarto, expresa una postura que contradice los objetivos del grupo BRICS+ con su veto y contradice además su proclama para ingresar al Consejo de Seguridad de la ONU de ser distinto a los cinco miembros del mismo, pero asume con su veto la práctica que caracteriza a este superior cuerpo frente la totalidad de Estados integrantes de esta anodina organización internacional (2).

Para finalizar este artículo es acertado citar de Atilio Boron lo siguiente que es como una premonición.

“La actitud de Washington hasta ahora ha sido la de esperar a que se desenvuelvan los acontecimientos. El lanzamiento de la CELAC ha sido una muy mala noticia para el imperio, pero sabe que todavía cuenta con múltiples cartas en sus manos. Sabe, por ejemplo, que tiene varios “caballos de Troya” dentro de la incipiente organización, y que en cuanto lo considere oportuno se podrán dócilmente a su servicio para implementar las órdenes emanadas de la Casa Blanca. Sabe también que su incansable labor de desestabilización de los gobiernos más radicales puede debilitarlos, y crearles dificultades que afecten su protagonismo en el marco de la CELAC. Sabe, por último, que sus cantos de sirena hacia los gobiernos de la así llamada “centroizquierda” (Argentina, Brasil, Uruguay) pueden tentar a algún gobernante a desertar del proyecto emancipador que se encuentra en las raíces históricas de la CELAC y que fueron actualizados por Fidel, Chávez, Evo y Correa, para no nombrar sino las principales figuras (…)” (Ídem, pp. 109-110).  

(1)Luíz Ignacio Lula da Silva fue presidente de Brasil en dos periodos presidenciales consecutivos del 1º de enero de 2003 al 1º de enero de 2011. Y este es su tercer periodo presidencial lo ganó en elecciones de octubre de 2022 y asumió la Presidencia el 1º de enero de 2021 al 1º de enero de 2027.

(2) Ver Atilio A. Boron artículo en aporrea Brasil: un veto suicida, viernes, 01/11/2014 donde hace un detenido análisis sobre el veto asumido por el presidente Lula da Silva.

 

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