Universidad democrática y popular: nuevo concepto de autonomía, no autarquía
Por: Luis B. Saavedra M.
Jueves, 12/09/2019 07:19 AM
Nuevo impulso requiere la universidad venezolana, la última sentencia del TSJ sobre elecciones rectorales parecen apuntar en esa línea; de hecho, estos últimos días de vacaciones de agosto y primeros de septiembre han estado muy movidos por esa circunstancia.
¿Será quimérico plantearse en los días que corren la construcción de una universidad democrática y popular? ¿También lo será plantearse un nuevo concepto de autonomía universitaria? ¿Es autonomía o autarquía?
Porque según cierta noción tradicional de la autonomía universitaria que suele oírse o leerse por los medios de comunicación social de las actuales autoridades, la vinculan a asuntos políticos del país en general, como expresión de la dicotomía democracia-dictadura y la mediación que al respecto puede hacer la sociedad civil; además de que se deriva de tales argumentaciones que sea más bien autarquía no sólo académica-administrativa sino también financiera, que en última instancia parece ser el quid de la cuestión.
El presupuesto universitario siempre jugoso dizque anima dar los mejores esfuerzos por los intereses del Estado-Nación. Aunque dicen que instrumentalización política-partidista. Hecho público y comunicacional, como se dice por allí, es que AVERU reconoce a quien se juramentó como supuesto presidente encargado; en cambio desconocen que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela es Nicolás Maduro. Las elecciones del 20 de mayo 2018 no existieron para tan altas autoridades. ARBOL, por su parte reza “No more Trump”.
Hay que volver a la inspiración, tocar la madera, oler la resina, reconstruir la nave y como se dice enterrar las hachas que están destruyendo todo.
Se adscriben unos y otros a una lógica jurídica y una opción política abiertamente desafiante. Líneas cruzadas. La del largo poderío de la llamada “república civil”, en realidad otra utopía, porque en Venezuela durante el siglo XX los gobiernos y la mentalidad militarista estuvo a la orden del día. Otros quieren construir un reloj de arena en plena tormenta.
Hoy esa vieja universidad en la que todos los adultos contemporáneos se formaron –nos formamos- apenas subsiste. Todo se ha transformado para bien o para mal: mobiliario, bibliotecas, recursos didácticos; y hasta la infraestructura física no es la misma. Pues, los campus virtuales, la enseñanza-aprendizaje mediante entornos virtuales, plataformas y otros dispositivos tecnológicos han modificado la mediación entre los contenidos y el docente.
Así, por ejemplo, en lo personal cuando seguíamos los seminarios de Doctorado en Gerencia en la Universidad Yacambú pero cuya tesis no pudimos presentar y sustentar, nos tocó migrar al sistema virtual. Allí presentamos varias actividades por esa modalidad hasta que la hiperinflación que se consume en un dos por tres todos los salarios nos obligó a abandonar tales estudios formales. En todo caso, esa experiencia nos permitió advertir las transformaciones que estamos viviendo: los conceptos, procedimientos y formas de evaluación del aprendizaje o la evaluación institucional se han transformado, ¿se podrá entonces seguir con la misma concepción de la autonomía universitaria?
Ahí veíamos en Promar tv a la Prof. Débora Velázquez (UCLA) tratando de argumentar sobre la inconveniencia de aplicar el numeral 3 del artículo 34 de la Ley Orgánica de Educación (2009) y cuando el periodista Colmenarez (¿) pide que le precise si apoya o no el proceso eleccionario, ésta suelta que sí está de acuerdo; cree que la participación de todos en la universidad es importante (docentes, estudiantes, egresados, obreros, empleados administrativos), aunque dice que es una oferta engañosa porque el sector obrero y empleados no pueden ser elegidos.
También sostuvo que para elegir a las autoridades universitarias sólo debe votar el claustro, siendo que antes ha dicho que cree en la participación de todos; finalmente acota que como los rectores de AVERU apoyan al presidente del parlamento, se pregunta qué va a pasar con esos señores y señoras una vez concluido su período de ejercicio porque dizque los pueden enjuiciar por traición a la patria… Voy a buscar el libro “Lógica”, de Erwing Copy sobre las falacias, ¡santo cielo, qué enredo!
Tampoco es que el ministro César Trompis hayan dicho “Esta boca es mía” acerca de cómo construir una universidad democrática y popular, vaya a mejorar la dotación o atender las demandas del personal académico y de investigación, obreros y empleados con sueldos competitivos.
Si consigue que Maduro pague al menos 7 o 10 salarios mínimos al universitario se convertirá en héroe; pero nada indica que lo hará. No conoce qué significa ser maestro, no tiene la vivencia de una profesión que como dice Peter Beidler en su texto “¿Por qué soy maestro?” es agradable por sus ciclos de vacaciones son propicias para la lectura, investigación y meditación, pero… enrojece los ojos, hace sudar las manos y frustra, porque no siempre se logra cumplir las expectativas.
“Soy maestro porque el magisterio es una profesión basada en el cambio. Aunque el material sea el mismo, yo cambio y, lo más importante, mis alumnos cambian” (Selecciones del Reader’s Gigest, octubre, 1985).
Claro, la juventud y las personas de cualquier edad y condición tienen hoy libre acceso a estudios de su preferencia, dado que hay más casas de estudios. Sin embargo, las universidades tradicionales parecen un barco encallado después de una tormenta, ¿qué hará los líderes para reflotar esas embarcaciones?