Me da pena hablar de mi curriculum y me da pena porque si lo doy, para justificar el tema que abordaré se reirían de mí. Con lo que he dicho basta, ya les he dado información esencial del mismo.
Recuerdo que unos cuantos años atrás, tanto como que muy pocas personas en este país habían oído hablar de un tal Chávez, pues apenas sería un capitancito que empezada a soñar con lo que después haría y sería, Eleazar Narváez, quien llego a ser Vicerrector Académico de la UCV, siendo entonces Director de la Extensión de esa misma universidad en Barcelona, me dijo una noche:
"Eligio, necesito un profesor de Historia de la Economía en la Escuela y he pensado que ese seas tú. Necesito que prepares tu currículum para llevarlo a Caracas."
"No Eleazar, no te suministraré mis documentos porque allá en la UCV, cuando los estudien, sobre todo mi título, de inmediato de vaina si no lo tiran a la basura." Dije yo sin duda ninguna.
Y le agregué:
"Antes, pese la insistencia de Simón Sáez Mérida, me negué a lo mismo, cuando me insistía que intentase entrar al cuerpo docente de la UDO. Pues para entrar a en esta, además de un título distinto al mío, se requiere un sólido apoyo de AD. Todos los izquierdistas que conozco que entraron a esta universidad como profesores, lo hicieron de contrabando, haciéndose pasar como adecos y otros por conversos. A mi aquí me conocen demasiado para que pretenda meterles ese strike y mi título de universidad nada prestigiosa sirve de excusa para excluirme, no importa lo que haya hecho".
Eleazar insistió tanto, con lo que llenaba de honor, que opté por darle una carpeta con mi curriculum. Pasó un tiempo prudencial y Eleazar, a quien por razones que ahora no vienen al caso, veía todas las noches aunque fuese brevemente, nada me decía de su diligencia. Por lo que una noche, más por la curiosidad de constatar que se habían confirmado mis dudas, le aborde y:
"¿Eleazar, qué pasó con el asunto de tus gestiones para que entre a la UCV en la extensión Barcelona?
Eleazar se rascó la cabeza e hizo como quien quiere armarse de paciencia y me dijo:
"Coño Eligio, pese yo tenía la certeza que por tu currículum y lo que sé de ti, avalado además por tu documentación, allá hicieron lo que tú piensas, al sólo ver tu título pusieron tu carpeta a un lado".
Como dije al principio, esta perorata está destinada a que el lector tome esto como las reflexiones de un viejo que quiere aconsejar, mañas de viejo, pero no tiene el nivel académico adecuado para hablar de estos asuntos.
He leído lo que en abundancia se dice en los medios y, sobre todo, una nota que hace referencia a grandes pensadores europeos quienes hablan acerca de las consecuencias que se derivarán del azote del Coronavirus. Los participantes en el debate hablan que el porvenir estaría entre un "capitalismo más feroz o un comunismo moderado".
Pese mi deleznable nivel académico me voy a atrever a interceder en ese debate. Comenzaré por hacer unas preguntas:
¿El proceso de cambio de la sociedad feudal, a la mercantil y luego al capitalismo, fue el resultado de una crisis, la gestión emergente y explosiva de una clase, un hombre o grupo de hombres o de una acumulación de cambios por largo tiempo, generación de nuevas tecnologías, como la Revolución Industrial, la conformación de nuevas clases con conciencia del uso y fines de aquellas y sobre las nuevas formas productivas?
¿Puede una explosión, como la asunción de un grupo político al poder, en medio de una crisis económica coyuntural, sin que los cambios cualitativos necesarios se hayan dado, generar un cambio de modelo y sociedad?
¿Es verdad que eso qué solemos llamar revolución, punto neurálgico que marcaría el paso de una forma de sociedad a otra, consiste sólo en la sustitución de una gente comprometida con el presente por otra que en su rol de vanguardia quiere acceder al futuro con nuevas y más justas formas?
¿El nivel de conciencia de la gente, que no es un estado de euforia o idealismo, sino mucho más, como la experiencia, conocimientos y adherencias y compromisos con nuevas formas de organización, producción y distribución de beneficios, carecen de interés y pertinencia?
¿Está el hombre multitud del mundo de hoy, las relaciones de distinta naturaleza ya maduros para optar por un cambio cualitativo de la magnitud que significaría un modelo diferente?
Mis cavilaciones a esta altura de mi vida sustentadas en lo que ha venido sucediendo en el mundo, me llevan a concluir que por los momentos, pese el carácter de "eficiente" y drástico catalizador activo que pudiera tener la pandemia de Covid 19, no va a producir ella cambios por demás sustantivos en el modelo planetario. No tiene la capacidad de generar nuevas relaciones de producción ni crear la necesaria conciencia en el hombre para que el cambio se produzca. El acto violento que cierra un cambio de un estadio a otro, no suele ser el que esto genera, sino el que conduce a que al nuevo estado se le dé reconocimiento. Sólo cuando las fuerzas productivas, las relaciones de producción van alcanzando un nivel que el mismo tiempo sirven de sustento de la nueva conciencia o cultura, es posible el cambio de sociedad. Es imposible, por lo menos eso enseña la historiografía, señalar un momento, un hecho, una acción política, como podría decir a manera de ejemplo, la Revolución Francesa, que sirva de límite entre un modelo y otro. Apenas podría ser un hito, un mojón referencial.
Las llamadas revoluciones proletarias, como la de los bolcheviques en la Rusia de los zares, aquella que Jhon Reed describió en sus "Diez días que estremecieron al mundo", no han significado el tránsito del capitalismo al socialismo. La historia de hoy, porque Rusia, Vietnam, el país de Ho Chi Min y China misma, lo confirman, muestra que el capitalismo, bajo distintas modalidades, sigue prevaleciendo sobre el planeta.
Entonces como ni siquiera las grandes explosiones políticas, el resultado de una guerra y hasta la acumulación de una fuerza de inconformes, el coronavirus menos tiene la capacidad de transformar una sociedad porque le falta conciencia, solidaridad humana y capacidad creativa. Lo que sí está haciendo la pandemia es denunciando las debilidades e injusticias del sistema y la enorme carga de insatisfacción que produce el modelo en las mayorías, pero insuficientes para generar un cambio cualitativo. La rabia, el dolor, como el amor o el odio no son suficientes para producir cambios cualitativos en una forma de organización social.
La tendencia general del capitalismo estriba en el acumular el máximo de riqueza y en consecuencia, para que eso le sea posible, hacerlo bajo la máxima de explotación del trabajo. Esto significa, una desigual distribución, como bajos salarios, falta de asistencia en la salud de los trabajadores, porque esta se convierte también en una mercancía que el capital opta por vender y así en la educación y en todo lo que sea posible y, como ya dijimos, todo eso lo está denunciando el coronavirus. Pero no es el resultado de un plan, programa de luchas sino de un evento azaroso.
En este momento se sabe, que por la magnitud de la pandemia, en algún país de Europa se ha nacionalizado los servicios privados de salud para poder atender la contingencia. En los mismos EEUU un gobernador, días atrás, solicitó al gobierno de la Unión, nacionalizase las empresas inherentes a la producción de bienes para la salud relacionados con el virus. Son medidas contingentes sujetas a posterior revisión y suspensión.
La pandemia está demostrando lo que es un hecho cotidiano y al cual nadie le presta atención, porque lo asume como lo más natural del mundo, que las mayorías contando a ancianos y trabajadores, están exceptuados de servicio de salud, no sólo en una contingencia como esta sino en la cotidianidad.
Las dificultades que la mayoría, por no decir casi todos, de los países del mundo confrontan para aplicar la cuarentena o aislamiento social, relacionadas con el salario o ingreso diario de la gente y hasta la capacidad productiva, también forman parte de las debilidades del sistema. Y quede claro que, eso también tiene su incidencia en Venezuela, por lo que estas reflexiones en nuestro caso tienen la misma validez.
Todo lo anterior significa, es hora de resumir, que lo evidente no es que estamos en los umbrales de un "comunismo renovado", porque eso no tiene sustento en lo realidad, en tanto que en las relaciones prevalezcan la propiedad e iniciativa privadas y de lo contrario no existen ni siquiera atisbos, ni nadie es mago para sacarlas de un sombrero y menos se puede imponer a fuerza de voluntad y buenos deseos, sino más bien de una forma de conciencia de los trabajadores dentro de unas relaciones que a ella le dé fundamento. Una cosa es el pensamiento de la vanguardia y otra el de la multitud que debe construir y soportar el modelo.
Es iluso pensar que el capitalismo va a desaparecer o perecer, ni siquiera decaer, por los efectos de la pandemia, sólo vive un momento de crisis y hasta emergencia. Pero si se abre un espacio de luchas por la denuncia, la toma de conciencia de los trabajadores; hecho mismo que en muchos países el Estado se ha visto obligado a tomar medias impensadas en capitalismo por razones de humanismo y subsistencia, da fundamento para todo eso.
El virus y el Covid 15 agreden a la especie humana y han servido para poner de bulto injusticias y cosas por cambiar, por tanto puede ayudar a la toma de conciencia necesaria para luchar por una mejor distribución; pero un cambio de sociedad, de un modelo a otro, sólo será posible como resultado de un cambio en las relaciones entre los hombres y una toma de conciencia para un nuevo comportamiento en el proceso productivo y esto no puede generarlo un virus como tampoco una dosis de violencia de discursos explosivos.
Pero también es posible, está en la esencia del capitalismo, si no viene un capitalismo más feroz o salvaje, que ya lo es de por sí en muchas partes del mundo, si un nivel de represión, de normas legales destinadas a convalidar aún más las injusticias existentes. La ferocidad novedosa estaría en eso, la mayor fuerza y represión. Depende de la toma de conciencia de los trabajadores del mundo.